La Escandella nace en la localidad de Agost (Alicante) en 1987 y forma parte de un grupo de empresas integrado por Cerámica Román Brotons que se creo en 1964 e impulsada por dos familias. Actualmente se encuentra en manos de la segunda generación: Francisco Noé Román que ostenta la presidencia del Consejo de Administración y Juan José Román, la vicepresidencia.
Su director general, Alfred Vincent, ingeniero químico de formación, se incorporó a la compañía hace algo más de 12 años, justo antes de la crisis de 2008. En ese momento, la familia y en concreto el actual presidente del Consejo de Administración, Francisco Noé Román, consideró que había que profesionalizar la empresa. Una decisión, que si no se hubiera tomado, “igual no seríamos lo que somos actualmente”, subraya Vincent.
El actual director general califica los años de la crisis de 2008 como “muy difíciles” pero “desde 2015 tenemos una trayectoria de crecimientos constantes”. Hablamos con él y repasamos la posición de La Escandella.
– ¿Qué iniciativas propiciaron el crecimiento de la compañía?
La decisión clave se tomó en 1987, año en el que se adquirieron las actuales instalaciones y que suponen más de 50 hectáreas. Allí se estableció la primera fábrica de bardos o tableros cerámico. En 1998 decidió diversificarse y comenzó su andadura la primera fábrica de tejas cerámicas; en 2004 se puso en marcha la segunda y en cada inversión, La Escandella apostó por una fábrica de grandes dimensiones y por la calidad.
«En la Escandella siempre seguimos invirtiendo para estar a la última tecnología»
A día de hoy, la plantilla está integrada por unas 220-230 personas y en el recinto La Escandella contamos con cuatro líneas de fabricación, una de ellas produce pavimentos y tableros cerámicos; y las otras tres elaboran tejas y sus piezas especiales. En 2015, reformamos completamente la primera fábrica de tejas y creamos una gama premium llamada H-Selection. En ella incorporamos las últimas tecnologías disponibles en el sector. De todas formas, siempre estamos invirtiendo y adaptando maquinaria para estar a la última en tecnología.
– ¿Cuál de ellas tiene un mayor índice de automatización?
Las cuatro líneas están muy automatizadas en todos sus procesos, hasta el punto que, en dos de ellas, los operarios nunca tocan el producto, solo se encargan de supervisar las máquinas.
Este alto grado de automatización nos permite tener muy buenos niveles de productividad y ser competitivos en todos los mercados del mundo.
– ¿Qué habéis ganado con la automatización de la planta?
– La cerámica es un material que tiene sus variaciones y con la automatización de los procesos –desde la molienda a la cocción–, hemos conseguido productividad, rentabilidad y homogeneidad.
– ¿Cuál es vuestra capacidad de producción actual?
– Disponemos de un horno túnel de los más largos y anchos del mundo que, asociado a los otros tres, suman una capacidad de producción anual de más de 400.000 toneladas al año en el mismo lugar. Pero actualmente solo empleamos el 60 %, lo que nos sitúa por encima de las 200.000 toneladas anuales.