La capacidad de anticipación, clave de los próximos retos en gestión cultural
Seguro que recuerdan las famosas estampas de aplausos solidarios en apoyo del personal sanitario la pasada primavera. ¿Recuerdan también las protestas reclamando una reducción de impuestos, cacerola en mano, incluso bajo este panorama ? Bueno, esto no hace falta recordarlo, es crónico. Aquello de querer soplar y sorber a la vez. Con la cultura pasó lo mismo. Había que pasar las horas en casa y tuvimos a nuestra disposición películas, conciertos y obras de teatro en streaming, visitas virtuales a los museos, y le dimos duro al ratón, pagando el wifi gratuitamente. Ah, pero eso de apoyar con fondos públicos al sector cultural y creativo, ni hablar, como demostró en una memorable comparecencia el Ministro de Cultura cuando anunció que… Que… Que no había nada que anunciar. Sopla-sorbe, sopla-sorbe…
«Durante el confinamiento hemos visto infinidad de propuestas gratuitas en todos los subsectores culturales», nos indican desde Lavisible . «Pero no hay que olvidar que la cultura no es gratis y que genera empleo y riqueza». Ángel Castillo, de Mercacine, opina que «el efecto ha sido muy pasajero para la gran mayoría del público, en especial para el público circunstancial que ha consumido más cultura de lo habitual al haber desaparecido durante el confinamiento otras opciones de ocio». «Creo que hemos pasado en tres meses del 2020 al 2030, todo se ha precipitado de forma dramática», considera desde Viver Creatiu Xavier Ferrer. Y Mª Ángeles Marchirant, de a+, Soluciones Culturales, denuncia alto y claro la frialdad del abandono institucional: «Nuestro sector ha sido el primero que ha sufrido las consecuencias de esta pandemia y será el último que saldrá de ella. Recordemos que de hecho el Ministro de Cultura tuvo que desdecirse públicamente por la falta de interés hacia nosotros. Y en lo que compete a nuestra Comunitat -prosigue- ha habido movimientos y acciones que sólo son parches para el hoy y no tienen en cuenta la voz de las empresas y artistas ni tampoco el futuro y la recesión que vendrá en 2021. ¡Ni han estado, ni están ni se les espera!».
Y, sin embargo…
Aquí dejamos de lado las reivindicaciones y dolores del sector cultural y creativo -en la medida de lo posible- antes de que no logremos otra cosa que no sea repetir el tópico. Porque hay futuro. No hace falta recurrir al pensamiento mágico y mucho menos, esperar sentado a que se alineen los astros.
En a +, se muestran «más positivas» respecto al consumo cultural. «Las Artes Escénicas son las que han hecho mejores protocolos de covid-19, las que mayores medidas de seguridad han tomado y donde apenas ha habido contagios. Todas las actividades culturales que se ofrecen (las pocas que se ofrecen) están teniendo una gran respuesta de asistencia de público y éste está viendo que puede consumir cultura de una manera segura. Aprovechamos para agradecer enormemente el esfuerzo de reinvención a la minoría de gestores culturales que han luchado por reactivar el sector y por acercar la cultura a la ciudadanía de sus municipios».
En Lavisible nos cuentan que «se ha evidenciado que el consumo cultural es una necesidad básica para el bienestar de las personas» matizando que «no creemos que se haya puesto en valor lo que hay detrás del sector y el trabajo que conlleva sacar una producción adelante. Se debe seguir trabajando en visibilizar la cultura como una industria competitiva y de gran impacto en la sociedad», una percepción del valor que aumentará si se fomenta «el consenso entre instituciones y la anticipación como arma frente al cortoplacismo imperante».
Una apelación al encendido de luces largas que recoge Xavier Ferrer: «El sector audiovisual en general, saldrá muy reforzado invadiendo todo el espectro. Lo transmediático será el inmediato futuro, viene una era de creatividad inmersiva, realidad virtual y aumentada, podcast, audiolibros, videolibros, streaming on voice demand, y eso supondrá un cambio necesario». En otras palabras: «La industria de la interactividad y del entretenimiento tienen un largo futuro, veremos cómo se irán transformando para mejorar nuestra calidad de vida».
Y Ángel Castillo introduce un cambio de paradigma todavía más profundo. La huella que el consumo cultural durante el confinamiento haya podido dejar en la ciudadanía, aunque sólo sea en «una pequeña parte», puede ser un punto de partida que ayude a «amplificar cada vez más la importancia de la cultura en una sociedad que, por su propio bien y el del planeta en el que vivimos, debe abandonar el consumismo salvaje y apostar por el desarrollo de las humanidades, las artes y la cultura. El cambio será lento y progresivo».
Resistencia, anticipación, y nueva economía
Las cuatro micropymes que han participado en este reportaje demuestran buenos reflejos, preparando hoy las soluciones para el incierto mañana, que pueden ser muchas y de distinta índole.
Marchirant sitúa el escenario general, en gran parte análogo al de otros muchos sectores: «Hay que ser muy realistas y las expectativas no son muy halagüeñas. Muchos espectáculos recién estrenados van a desaparecer sin apenas girar, incluso muchas compañías bajarán su persiana porque no podrán asumir tantos meses sin trabajo y por ende sin ingresos». Pero eso no significa que no se espere una importante cosecha de creación en la próxima temporada. «Contradictoriamente, habrá nuevas creaciones muy ricas artísticamente nacidas de estos meses de confinamiento y se crearán nuevas compañías por la necesidad imperiosa de trabajar ¿Cómo enfrentarnos a esto? No lo sabemos todavía, tendremos que ir viendo cómo evolucionan los acontecimientos y los mercados para adaptar las realidades a las demandas». Así, «el primer semestre de 2021 ya está lleno de proyectos y programaciones que se han visto aplazadas en 2020 y reubicadas en él. Por tanto la mirada de a+ ya está prácticamente enfocada de cara al segundo semestre de 2021, adelantándonos a los acontecimientos y anotando todo ‘a lápiz’ porque seguimos trabajando sobre arenas movedizas».
«Lavisible es hija de una crisis económica que, aunque no tiene nada que ver con esta, sí nos ha servido para trabajar en un terreno pantanoso y tener la flexibilidad suficiente para adaptarnos a las condiciones», describen desde la agencia de comunicación cultural. «Estamos acostumbradas a trabajar bajo una incertidumbre bastante grande. El sector cultural en vivo lo tiene difícil, pero también ha sabido afrontar toda crisis con energía y fácil adaptabilidad. Sin cultura no somos sociedad y el sector ha prevalecido. Nosotras, desde hace más de 7 años estamos hablando de la necesaria transformación digital del sector, y la situación actual ha llevado a acelerar este proceso. Nuestras expectativas son optimistas», concluyen.
«Acostumbrados a vivir bajo la lluvia», señala el director de Mercacine, «en ningún caso adoptaremos actitudes victimistas que poco o nada ayudan, sino más bien la actitud de seguir trabajando, adaptándonos y reinventándonos, sean cuales sean los obstáculos que se presenten ante nosotros. Va a ser más difícil que nunca hasta ahora, pero la temporada 2020-2021 nos va a coger luchando, cayendo y volviendo a levantarnos una y otra vez, las que hagan falta, mientras seguimos avanzando paso a paso junto a quienes nos acompañan en este amado sector cultural nuestro».
El Viver Creatiu de Xavier Ferrer no pierde de vista lo que pasa en el exterior y subraya el carácter propio de esta crisis como un avance hacia la famosa economía limpia y sostenible que -lógicamente, viniendo de donde venimos- tanto cuesta asentar: «La economía mundial es consecuencia de un modelo agotado, la lógica del consumo infinito e irresponsable ya no es aceptable. Las industrias con futuro son circulares y no contaminantes, es lo que deja claro esta pandemia. En ese sentido, las industrias creativas y culturales son un nicho de oportunidad ilimitada. Gran Bretaña calcula crear 1 millón de puestos de trabajo en nuestras industrias con un impacto correlativo en el PIB en los próximos cuatro años. Las expectativas de crecimiento en estos sectores son muy altas, solo es cuestión de quitarse el velo de los ojos».
El inmortal Hermann Hesse escribió hace cien años en su novela Demian: «El pájaro rompe el cascarón; el cascarón es el mundo». La industria cultural y creativa está formada, en su mayoría, por microempresas como las que han colaborado en la elaboración de este reportaje, que acompañan e impulsan a romper el cascarón y dar vuelo al mejor talento, a la expresión humana y a la libre creatividad, que tanto necesitamos. Hay que pagar por ella gustosamente, porque se trabaja para vivir y se ofrecen servicios para que los demás podamos vivir mejor. La cultura es un elemento transversal como pocos: atrae a visitantes que quieren conocerla, internacionaliza figuras que pasean nuestro nombre por el mundo, y además es uno de los mejores temas para charlar en los bares.
Me da cosa acabar con un tópico, pero, por favor, no descuiden el sector cultural y creativo. Si se le deja caer, caeremos todos.
Artículos relacionados
‘Som Coop’, de À Punt explora la esencia democrática en cooperativas valencianas
Tecnología e inteligencia artificial al servicio de la sociedad en Up! STEAM