El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, señaló ayer en su visita a Valencia que la propuesta franco-alemana es «una buena base» de partida para las negociaciones del fondo de reconstrucción europeo con el que paliar los efectos de la crisis del coronavirus. Destacó, a su vez, que esta pandemia ha puesto de relieve «la solidaridad» de los miembros de la Unión Europea «aunque haya tardad un poco», puntualizó.

Aseguró Maas que con la asunción por parte de Alemania de la presidencia del Consejo de la Unión Europea, a partir del 1 de julio, harán lo posible para encarrilar la cuestión del fondo europeo y que «no se trata de discutir si se va a hacer o no, sino de ver cuándo y de qué manera se habilita». Añadió que aunque se ha avanzado en las negociaciones, aún queda por discutir el volumen global del fondo y las condiciones, y ha indicado que la propuesta franco-alemana, recogida por la Comisión Europea, “es una buena base”.

El ministro alemán mostró su apremio para que los recursos lleguen cuanto antes a los países que más lo necesitan, entre ellos, España. «Llegar a un consenso es primordial y es a lo que nos vamos a dedicar con toda la fuerza», aseguró Heiko Maas.

Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, pidió frente a su homólogo alemán que el fondo europeo para la reconstrucción incluya “transferencias a los países y no solo préstamos» e indicó la importancia de que este se destine a los países más afectados por la crisis de la COVID-19.

El alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la CE, Josep Borrell (i) junto a Patxi López (d). | Foto: Efe/ Fernando Alvarado

Las ayudas europeas «no serán un cheque en blanco»

Respecto a los condicionantes a los que hacía referencia Maas, señalaba ayer el alto representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, que las ayudas europeas a la reconstrucción «no serán un cheque en blanco» y estarán condicionadas a la consecución de unos fines concretos.

«No serán las condiciones de los hombres de negro de la anterior crisis, pero sí tendrán una condicionalidad para que se destinen a los fines para las que son concedidas», explicó Borrell en su intervención ante la comisión para la Reconstrucción.

Así, descartó que las condiciones europeas para los préstamos y ayudas sea la obligatoriedad de aplicar fuertes recortes de gasto, como sucedió en la crisis de 2008, pero sí que las ayudas «estén orientadas a un fin» definido que los propios parlamentos puedan controlar.

«No va a haber condicionalidad de tipo macroeconómico, para recuperar equilibrios presupuestarios, ahora el objetivo es recapitalizar la economía y fortalecer el mercado interior», señaló.

Cumbre sobre el plan de recuperación el 17 y 18 de julio

Además, como se anunciaba ayer, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) celebrarán una cumbre presencial el 17 y 18 de julio para intentar alcanzar un acuerdo sobre el plan de recuperación económica tras la pandemia de coronavirus, aunque no se descarta que sea necesaria una segunda reunión para cerrarlo.

«El 17 y 18 de julio el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocará un Consejo Europeo extraordinario sobre el plan de recuperación y el marco financiero plurianual» para 2021-2027, anunció en Twitter el portavoz de Michel, Barend Leyts.

Los líderes comunitarios celebraron una primera reunión por videoconferencia para debatir sobre el plan el pasado viernes que, como estaba previsto, se saldó sin un pacto sobre la propuesta de la Comisión Europea, que pide crear un fondo de 750.000 millones de euros en ayudas financiado con deuda común y un presupuesto plurianual dotado con 1,1 billones de euros para relanzar la economía europea.

El objetivo es lograr un acuerdo político antes del patrón veraniego

El objetivo compartido por la mayoría de Estados miembros es lograr un acuerdo político antes del parón veraniego, de modo que después pueda recibir el imprescindible visto bueno de la Eurocámara y ser ratificado en algunos parlamentos nacionales, y los fondos empiecen a llegar a los Estados a principios de 2021.

Para que esto sea posible, los países deberán solventar sus diferencias, que conciernen sobre todo al volumen del fondo, la proporción de ayudas en forma de subvenciones o préstamos, las condiciones de acceso y criterios de distribución, así como al presupuesto plurianual 2021-2027.