Mesa del Cómic: La Escuela Valenciana, la industria y el papel de las instituciones

Cristina Chumillas, Álvaro Pons, MacDiego y Manuel Melero. | Foto: Vicente A. Jiménez
A continuación, ofrecemos la ampliación de la mesa del cómic celebrada en la librería Futurama con Cristina Chumillas, Álvaro Pons, Manuel Melero (Manolo Futurama) y MacDiego.
– ¿Hay unas características comunes en el cómic valenciano? A nivel histórico, ¿hay rasgos que se puedan identificar?
-Manolo Futurama (M.F.): Hoy en día, yo creo que no, pero antiguamente estaba la Escuela Valenciana.
-MacDiego (M.D.): Las características de los tebeos antes estaban marcadas por las editoriales.
-Álvaro Pons (A.P.).: Hombre, los fanzines que se hacen en València en los 70 no tienen nada que ver con los que se hacían en Barcelona. Mientras que en Barcelona se hacía La piraña divina, aquí todo era más festivo, más lúdico. Había mucha más conexión con lo que era la tradición propia del cómic de València, cosa que en Barcelona no pasaba, allí se miraba más a lo americano y aquí más a Mirchamut, Sento Llobell, a la Escuela Valenciana.
-M.D.: El costumbrismo, por ejemplo, es más catalán, y aquí se trata más la aventura.
-A.P.: Sento Llobell hace una reescritura de la aventura. Lo que hacen él, Mique Beltrán o Daniel Torres es reescribir los géneros tradicionales con un aspecto visualmente diferente.
-M.D.: Empiezan a introducir la ciudad, por ejemplo.
-A.P.: Y creo que hoy en día, la globalización ha uniformizado el discurso a nivel internacional. Creo que hay muchos cómics en los que no identificas de dónde es el autor.
-M.D.: Claro, estás a un clic de saber lo que está pasando en este momento en Finlandia.
-Entonces, la creación se individualiza mucho más, pero los movimientos colectivos se diluyen…
-A.P.: Son globales.
-M.D.: Pero también a la vez resurge lo local, cómo sacar partido también a lo que tienes. El día 3 es algo muy de aquí pero que se puede leer fuera y funciona perfectamente. O hasta las historias que está contando Paco Roca ahora son cosas muy de aquí, como en su obra La casa. No sé si en Zamora los padres de familia se iban también a construir una segunda vivienda ladrillo a ladrillo como se cuenta en en el cómic de Paco, puede que sí, no tengo idea, pero son tebeos que cogemos y nos identificamos con lo que está contando ahí.
– A Miguel Quesada, que es de Albacete, en la Wikipedia le adscriben a la ya mencionada Escuela Valenciana.
-M. F.: Manuel Gago, el creador de El Guerrero del Antifaz, era de Valladolid, pero perteneció a la Escuela Valenciana porque el hombre se formó aquí.

| Foto: Vicente A. Jiménez
-¿A qué nos referimos cuando decimos Escuela Valenciana?
-M. F.: Como apuntaba Diego, era cuestión de las editoriales. Trabajaban todos para editoriales valencianas, y eso era lo que les aglutinaba. Hacían un tipo de historieta que, de alguna forma, no sé si por mimetismo o qué, era coherente entre todos y diferente, por ejemplo, a Bruguera.
-Cristina Chumillas (C. Ch.): Igual que las mujeres estaban muy limitadas en lo que podían dibujar y en lo que no, también los propios autores hombres estaban limitados.
-A.P.: Tenían que dibujar lo que decía el editor.
-M.D.: Incluso cuando dibujaban cómics para chicas firmaban con nombres femeninos. Era cosa de la sociedad, de la realidad que estaba sucediendo en ese momento. Nadie se planteaba que pudiera haber otra forma de hacerlo.
-A.P.: Los editores marcaban las líneas: tú tienes que hacer aventura exótica y ya está, y luego salía lo que salía. Cuando Eduardo Vañó hace Roberto Alcázar y Pedrín no está haciendo, como muchas veces se ha dicho, un tema político, sino un delirio absoluto. Lo lees y te quedas alucinado.
-M.D.: Roberto Alcázar y Pedrín es fantástico.
-A.P.: Cuando lees en algún sitio discusiones políticas sobre la obra, te das cuenta de que no lo han leído, porque como he dicho es un delirio, una locura…
-M. F.: Incluso se ha dicho que Roberto Alcázar estaba dibujado a imagen y semejanza de José Antonio…
–M.D.: ¡Qué iba a dibujar el señor si no era lo que veía por la calle! Y así, durante 40 años…
-M. F.: Esa es la gracia que tiene.
-M.D.: Y después, en los años 80, aquí ocurrió algo. Fueron los mal llamados años de la línea clara para referirse a los Micharmut, Sento, o Daniel Torres. No hace mucho el IVAM les dedicó una exposición. Rompieron con una estética anterior, que coincidió con un cabreo a nivel nacional con la cultura establecida hasta el momento, como pasó en todas las grandes ciudades, y València destacó por su diseño y por sus tebeos, es decir, por la forma de contar las cosas: más atrevidos, más europeizados, más molones, que entraban por la vista…
-A.P.: Pero no supieron competir con el cómic de fuera. Cuando desparece Editora Valenciana, desparece todo. Es cierto que, justo en los 90, cuando también había desaparecido casi todo en España, es de nuevo la Escuela Valenciana la que marca la tendencia, a través de Edicions de Ponent, fundada por ti –en referencia a MacDiego– y el recientemente desparecido Paco Camarasa. Y cuando él muere, la editorial desaparece.
–C. Ch.: Quizá no existe una industria real. Decimos «industria» porque existen editoriales, autores, librerías, eventos, muchas cosas, y piensas que si en realidad todo eso estuviera bien estructurado, con un soporte mucho más fuerte, sí que existiría una auténtica industria.
-M.D.: Creo que las instituciones se están dando cuenta ahora. Parece que se nos está escuchando y que va por buen camino.
-A.P.: La Conselleria de Cultura se ha reunido a las editoriales, que son muy poquitas, nueve. Algunas, creo que son más ONG’s que editoriales. Como en el caso de Ponent, en la mayoría, hay una sola persona que lo hace todo. La Conselleria las ha coordinado a través de un convenio para que vendan conjuntamente, y ya es un paso, una ayuda. Las instituciones, normalmente, por mucho que compren originales, no ayudan al músculo de la industria. Lo que ayuda son otro tipo de iniciativas.

| Foto: Vicente A. Jiménez
-C.Ch:. La compra de los originales ayuda a ejemplificar. Si vas a un museo y te encuentras con el original de un cómic, y estás interesado en otro tipo de arte que no sea el tradicional, a lo mejor sí te planteas comprar. Aunque es una ayuda muy puntual para el autor creo que es importante. Que la Generalitat haya comprado 31 originales a Cristina Durán es una adquisición muy importante, pero sobre todo lo es que se den cuenta de que es un ejemplo para el público. Es decir, eso no sé si creará coleccionistas de cómic más allá de los que ya existen, sino que quien es coleccionista de arte puede que incluya el cómic, porque creo que está en un momento como el que atravesó la fotografía: pueden crearse series de planchas de cómic. El mundo digital abre la puerta a que puedan haber reproducciones limitadas y seriadas.
-A.P.: Lo interesante es que no todo se centre en la compra del cómic, sino que además haya una conservación del patrimonio cultural. Hay 20.000 originales de cómic en la Comunitat que están muertos de risa sin nadie que les haga caso. Esos originales son patrimonio cultural nuestro y es labor de las instituciones conservarlo.
-M. F.: Hace 20 años, ofrecías colecciones a las instituciones para que las conservaran y no hacían ni puñetero caso.
-C.Ch:. En ese sentido, en la Colección del IVAM ya hay cómics de los principales autores valencianos. Incluso hay cómics del Equipo Crónica y del Equipo Realidad, que también pasaron por el cómic y deben estar en el museo para la conservación de patrimonio.
-A.P.: Pero para llegar del todo al nivel de Francia fíjate todo lo que tiene que pasar: Que hayan anuncios de cómic en el metro, y en cualquier sitio, que haya programas culturales en horario de máxima audiencia, y que en ellos, exactamente igual que se habla de la última novela, salga el último cómic, con total y absoluta naturalidad. Si algo me ha gustado mucho de la política del IVAM a la hora de afrontar el cómic no han sido las exposiciones, sino que en cualquier exposición temática, al lado de una pintura o una escultura, haya un cómic relacionado. Con lo cual, lo que se está haciendo es por fin ponerlo en igualdad de condiciones.
-C.Ch: Por último, me gustaría hacer un pequeño tirón de orejas. Hemos hablado de instituciones y museos, pero el público también tiene que apechugar un poco con el consumo. Nos estamos acostumbrando mucho al producto gratuito. Celebramos la gran cantidad de eventos que tenemos relacionados con el cómic, pero lo que tenemos que celebrar sobre todo es que haya persistencias como la de Futurama, y si tuviera que cerrar, no echarnos luego las manos a la cabeza en plan “¿cómo es posible?”. Si queremos que haya una industria, tenemos que consumir.