Martes, 23 de Abril de 2024
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Un Win-Win entre arte, empresas y sociedad

Un Win-Win entre arte, empresas y sociedad

Inelcom es una empresa tecnológica valenciana de origen familiar fundada en 1980. Su crecimiento -cuenta en la actualidad con más de 1.800 empleados- le llevó a instalar su sede central en Madrid hace algunos años. Sus fundadores son aficionados al arte, y empezaron a adquirir obras. Esa afición se convirtió, según su CEO Javier Quilis en un «proyecto cultural de largo recorrido» hasta el punto de crear una colección que, en la actualidad, está conformada por 255 obras que incluyen dibujo, escultura, fotografía, instalación, pintura y video, firmadas por 82 artistas, como el multidisciplinar -y oscarizado cineasta- Steve McQueen, Artur Heras, Bleda y Rosa o Hamish Fulton. Desde 2011 cuentan con el asesoramiento de Vicent Todolí  y en 2016 la colección fue galardonada con el Premio «A» de la feria ARCO. Está abierta al público en un espacio de 3.500 m2 y la inversión que requiere finalmente responde «a la responsabilidad social que las organizaciones empresariales tenemos con la sociedad civil».

«Desde un punto de vista pragmático, el arte como inversión no lo recomiendo, porque no tenemos ni idea de lo que va a pasar. Nunca hemos vendido una obra de arte. En ese aspecto, hay otros ámbitos de inversión que son más seguros y prudentes. Respecto a lo que nos ha aportado, la verdad es que no lo hicimos pensando que nos aportase nada, sino porque considerábamos que era un acto humanista. Pero gracias a la colección, hemos conseguido entrar en unos foros en los que de otra manera no estaríamos. No lo hacemos por eso, pero no porque no lo hagamos por eso vamos a renunciar a ello. Nos ha dado una dimensión de gran empresa. Cuando el público viene a ver la colección, conoce el edificio, nos conoce a nosotros y sabe lo que hacemos», afirmó Quilis en la jornada Arte y cultura: Compromiso social y retorno empresarial organizada por el Club de Empresas Responsables y Sostenibles (CE/R+S) en Les Arts esta semana.

Win-Win

Javier Quilis, de Inescom. | Foto: CE/R+S

Por tanto, aunque el pragmatismo económico no recomiende gastar grandes cantidades de dinero en arte, a la larga, casi sin querer si seguimos su argumentación, la inversión se convierte en un Win-Win-Win que abarca a la empresa, los artistas y a la sociedad.

Quilis describió los pilares sobre los que se sustenta su importante colección, «cuatro ideas fuertemente ligadas con nuestra empresa»: El concepto comunicación / incomunicación; la energía como fuente, vehículo y objeto en todas sus manifestaciones posibles; la memoria frente al olvido; y el medio natural. ¿Es todo tan bonito como se pinta? ¿Dónde queda la transgresión, uno de los motores fundamentales de la Historia del Arte?

Si las empresas doman a los artistas, ya no son artistas

Desde el punto de vista empresarial, ¿la transgresión es un valor que se pueda acoger o es incómodo? Quilis declaró a Economía 3 que “la disrupción es un valor de las compañías. En un mundo que está cambiando y que evoluciona constantemente, lo primero es buscar tú la disrupción. No se puede obviar, existe. Hay un paralelismo entre transgresión y disrupción. Los valores de nuestra colección se refuerzan tanto de forma positiva como negativa, reforzando o denunciando”.

En la jornada también participaron Pau Pérez Rico, director regional de Comunicación y RRII de El Corte Inglés; Alicia Ventura, asesora y comisaria de la Colección DKV; y Josep Vicent Mascarell, director del Área de Personas, RSC y Reputación de Baleària. Grandes empresas, líderes del mercado, ¿comprarían algo con intenciones incendiaras como las que inspiraron La Fuente de Marcel Duchamp? Cuesta imaginarlo, así que lo mejor es preguntar. ¿Las empresas “domestican” el arte y la creación?

«Esa no sería una buena política», respondió Pérez Rico. «Creo que el arte es libérrimo, es la expresión más libre que hay en la naturaleza humana y debe campar a sus anchas. Luego, lógicamente, están las preferencias de las personas y las empresas a la hora de comprar o premiar una obra. Pero insisto, el artista debe campar a sus anchas y hacer lo que crea más oportuno».

Alicia Ventura se pronunció rotundamente: «Creo que es al contrario. Los artistas domestican a las empresas. Siempre digo que hay que poner un artista en tu empresa que te ayude a pensar, a innovar, a crear, y a darle la vuelta a los discursos para que todos nos entiendan. Por eso es al contrario». Mascarell añadió que «nunca vas a domar a un artista porque dejaría de ser artista».

La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es uno de los conceptos en auge tras la crisis. Las empresas desean dibujar una cara amable en sus marcas, una actitud que invita a cuestionarse si no se trata de una reacción que provenga, tal vez, de un autoexamen tras el agujero económico en que caímos y cuyos efectos, no lo olvidemos, aún perduran.

«La RSC es un concepto que viene del siglo pasado, de los años 40», declaró Mascarell. «Aquí tampoco es algo posterior a la crisis, es un concepto que va entrando en la empresa en la medida que la empresa va tomando cuerpo en la sociedad y se convierte en un actor social». 

Ventura también hace historia: «Es un término que se hereda de Europa. Las empresas más internacionales, como DKV, que forma parte de la alemana Munich Health, hacían RSC  obligatoriamente. Pero es verdad que el término se acuñó un poco después y se puso de moda, bendita moda, y que ha contagiado esa especie de obligación. Aunque yo siempre digo que no es obligación sino que debería ser, y es, un placer. Pero sí, a raíz de la crisis se impuso, aunque en Europa y EE.UU. ya era muy normal».

Win-Win

| Foto: CE/R+S

Fuera de la torre de marfil

Cuando se piensa en grandes empresarios adquiriendo valiosas obras de arte y colgándolas de las paredes de los vestíbulos de sus despachos, tal vez la primera lectura que nos venga a la cabeza es que se trate de una demostración de poderío, de un elemento intimidatorio previo a la hora de negociar. ¿Eso era así antes de la crisis, y ahora se ha decidido abrir la mano a la sociedad como el amigo rico que invita a pasar un día en su gran chalet con piscina?

«Creo que puedes tener razón», reflexionó Pérez Rico. «Me gusta la frase de que hay que ofrecer un servicio público, pero con público. No se puede gestionar prácticamente nada en el mundo del arte si no cuentas con el público. Es fundamental que tenga impacto, llegada, cercanía, y que no se quede en una torre de marfil, en la que una empresa o una institución se aíslen para hacer algo que no tenga relación con la sociedad».

En cambio, para Alicia Ventura, «ese discurso no es válido. Quizá en algunas empresas, antes de la crisis, se compraba arte como inversión, pero las empresas que yo conozco, precisamente durante la crisis gastaron más dinero y llevaban su RSC desde el principio . Puede ser que pasara lo que has planteado, pero verdaderamente esas empresas no hacían RSC».

«No te sabría decir. ¿Por qué una empresa apuesta por el arte? Supongo que debe haber muchos motivos. Por gusto, por una demostración de poderío, porque antes de la crisis era una forma de poder…debe haber muchos motivos para que la relación entre el dinero, la capacidad que tiene alguien de comprar, y el gusto por el arte en la empresa se unan», añadió Mascarell.

El director de RSC de Baleària también planteó otra perspectiva: «Si hay una Facultad de BB.AA. con un potencial de creatividad tremendo, como en València,  ¿por qué las empresas no le sacan rendimiento? Eso es una ineficiencia en términos económicos».

Así que amigo artista, maldito o no (espero): si igualas a Duchamp firmando La Fuente del Siglo XXI, obviamante pasarás a la Historia como un genio. Pero si no lo eres, que tampoco hace falta, parece que es un buen momento para perseverar. Las empresas compran por mucho dinero. Ganas tú, ganan ellas, y podemos ganar todos. Ojalá no sea una moda, sino un punto de encuentro definitivo.

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