Domingo, 03 de Noviembre de 2024
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José Sanleón se convierte en un «constructor de catedrales» en La Base

La Base, el escenario para la cultura, la creatividad y la innovación de La Marina de València, volvió a convertirse en espacio expositivo ayer con una muestra de trabajo inédito del artista valenciano José Sanleón (Catarroja, 1953). Titulada Seu, la catedral es el tema central de la exposición, y se compone de 50 instalaciones realizadas con aluminio y metacrilato que alegorizan las fachadas, las vidrieras, los pináculos y las torres.

Como ya sucedió en la exposición inaugural de La Base de Antoni Miró, está comisariada por el filósofo, crítico de arte y profesor de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Castro (Plasencia, 1964). Trabaja con asiduidad en València -son recordadas las exposiciones dedicadas a Julian Opie y a Uiso Alemany, entre otros, en Fundación Bancaja– y su obra crítica se encuentra entre las más singulares, influyentes y provocadoras del panorama actual.

José Sanleón se convierte en un «constructor de catedrales» en La Base

-¿Consideras a Sanleón un artista difícil para el espectador?

-No, creo que Sanleón es un artista realmente fácil y asequible para el espectador. No introduce una dificultad esencial. Aunque su obra, a lo largo del tiempo, ha transitado en muchos momentos por el registro de la pintura abstracta, creo que ese tipo de lenguaje está ya muy asimilado por el público contemporáneo. Llevamos con el arte abstracto desde comienzos del Siglo XX y entiendo que es bastante manejable. Concretamente, esta exposición está dedicada a un tema que al público le va a pillar mucho más de cerca que en otras ocasiones: la Catedral y la visión que tenemos de las catedrales. En cierta medida, todos tenemos un recuerdo de cuando visitamos en algún momento las catedrales románicas, las góticas… Aunque no tire al registro figurativo, que quizás sea el que el público tenga más cerca de su sensibilidad, el tipo de construcciones que ha hecho para esta exposición está bastante cerca de lo que puede ser comprendido por un espectador común.

Sanleón

Fernando Castro. | Foto: María Visuals

-La Catedral de València no es una catedral canónica de ningún estilo concreto, ¿qué características ha resaltado más Sanleón?

-En la exposición no se remite específicamente a la Catedral de València, aunque es una de las fuentes de inspiración. Toma de la Catedral la idea del impulso espiritual ascendente y tiende a interesarse sobre todo por el ángulo recto, más que por las catedrales en las que aparece el arabesco, las formas curvas o los elementos decorativos más propios del gótico florido. En realidad, plantea una abstracción de la idea de catedral. Evidentemente, haciéndola aquí y siendo valenciano, no ha dejado de pasar miles de veces en su vida por el Micalet, por la plaza de la Virgen…Hay una torre o pináculo que aparece siempre en sus construcciones, y eso denota algún tipo de reminiscencia. Aunque más que nada, Sanleón ha tratado de pensar en qué medida un artista contemporáneo tiene dentro de sí algo de constructor de catedrales, y en qué medida las mantenemos como un ideal ascendente.

-Me parece un tema muy ambicioso, sólo la palabra catedral remite a lo máximo, quizá, de la aspiración artística. Para meterse a investigar ese concepto tan elevado hace falta una buena dosis de valentía.

-Exacto. Bueno, yo creo que esa valentía no ha dejado nunca de existir en Sanleón. Ha sido un artista que, aunque ya de joven consiguió logros estéticos muy importantes, en su trayectoria ha tenido siempre una voluntad experimental, asumiendo riesgos, desafíos, nuevas formas de composición…Cuando hizo su primera exposición en el IVAM sobre su fascinación por la metrópolis de Nueva York, esa especie de preocupación arquitectónica siempre ha estado presente en su obra. En esta ocasión toca un tema para el que, como dices, hay que tener mucho coraje, como es convertirse en un constructor de catedrales. Pero lo hace con una mezcla de ambición estética y actitud humilde, porque el signo que más aparece es el de las marcas de los canteros, artesanos, picapedreros, dado que las catedrales no son obras de un artista genial sino de la comunidad. En realidad, plantea el interrogante de qué sostiene hoy al arte contemporáneo. Las catedrales eran de piedra, pero también eran fruto de la fe, de la música, del impulso espiritual…Sanleón pregunta cuál es el impulso, la fe, la sensación de trascendencia que pueda tener el arte en una época en la que más bien nos dejamos llevar por la banalidad, la superficialidad y el aislamiento. Ese es el desafío de la exposición.

-¿Tienes una respuesta a esa pregunta?

-No una muy clara. Creo que estamos en una época en que quizás ese impulso radica en no ser muy optimistas ni pesimistas. Hay razones para ver la cosa muy oscura, pero también creo que tenemos que recuperar aquello que Nietzsche llamaba “jovialidad”. Es la exposición de un artista tremendamente maduro, en posesión de todos sus recursos expresivos, y viene a decir que la fe que mueve el arte es una especie de divina locura que se llama poesía. Ese aliento poético es el que atraviesa toda la obra de Sanleón y que volvemos a ver en esta ocasión.

Sanleon

Instalación de José Sanleón expuesta en La Base. | E3

-Es la segunda exposición del nuevo espacio de La Base, tras la polémica inaugural de Antoni Miró, y también la segunda que comisarías tú…

-Me ha tocado por casualidad, porque me lo han pedido los artistas y también La Marina. La de Antoni Miró estuvo rodeada de infinita polémica por razones extrínsecas, dado que fue por las cerámicas eróticas griegas expuestas en el exterior y porque el interior era político. Pasamos de lo erótico a lo político sin solución de continuidad y en esta ocasión, a través del tema de la catedral, imagino que introducimos también el tema religioso, no sé si alguien se sentirá ofendido…En cualquier caso, el público va a encontrar a un nuevo Sanleón en unas piezas inéditas en las que lleva trabajando diez años como un titán. Descubrirá a este nuevo obrero de las catedrales del Siglo XXI, además en La Base, que también es como una especie de catedral.

-Vives en Madrid pero estás trabajando mucho en València. Existe cierta sensación en la ciudad de estar viviendo un momento cultural especial, me atrevería a decir casi de efervescencia. Especialmente en lo que se refiere a ilustración, diseño y cómic. ¿Cómo se ve desde fuera?

-Esa efervescencia es real, pero también creo que es parte de algo que a veces no se reconoce, y es que València lleva muchas décadas como una de las ciudades con mayor dinámica cultural del país. Hay una cosa bastante triste. En los últimos años, se fue reforzando el centralismo y todo tenía que pasar por Madrid. Muchas veces no se presta atención a lo que se hace en otras comunidades autónomas con gran potencia cultural. València la ha tenido siempre y ahora, con el cambio de signo político, se ha visto que no hacía falta tanta pirotecnia como en la etapa anterior. Hay un tejido cultural que ha ido calando, incluso a veces a contrapelo de los subvencionados, que siempre son la realidad más potente, y no me parece que se esté cayendo en un momento autocelebratorio disparatado de som els millors del món, sino que hay una realidad.

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