Miércoles, 01 de Mayo de 2024
Pulsa ENTER para buscar
autoridad Portuaria de Valencia

Mario Alberto Kempes, honestidad brutal

Mario Alberto Kempes, honestidad brutal

Sólo un prolegómeno breve y multi-contradictorio: Hice un gran esfuerzo por esconder al fan debajo del entrevistador. Y aunque no tenga la suerte de conocer personalmente a El Matador, estoy casi seguro de que es un tipo entrañable.

-Entrando en el libro, me llama mucho la atención la carta que dejaste como despedida de Rosario Central. Da la impresión de que al abandonar Argentina en el 76, ya no te llamarían para la Selección, y eso es bastante difícil de comprender hoy. 

-La Asociación de Futbolistas Argentinos (AFA) había decidido que hasta los 22-23 años no podía salir nadie del país, pero a mí me dejaron. Finalmente, además el seleccionador César Menotti me llamó para la Selección y aún no sé como se enteró de cómo me iba. No existía la tecnología de hoy. Si nadie llamaba por teléfono para preguntar si te va bien o mal, vos no te enterabas. Además, imaginate para un entrenador hacer el viaje solo para venir a verme en aquel entonces. En ese momento no se observaban jugadores en el exterior. Tuve la suerte de ser dos años consecutivos máximo goleador y se ve que Menotti escuchó algo, y por eso vino a verme. Ahora, los jugadores que están fuera son los que van a la Selección.

-Ya en el meollo de tu autobiografía, es bastante conmovedora tu lucha por el Mundial de Argentina’78. Al leerlo, tenía la sensación de que querías volver a ganarlo, defendiéndote de distintas acusaciones de amaños a causa de que el régimen de los milicos os quisiera utilizar como propaganda. Qué maldición que esa circunstancia te haya obligado a tener que dar tantas explicaciones posteriores.

-Eso aún pasa. Hay que tener en cuenta que en el 74, Argentina ya había sido elegida para la ser la sede del Mundial. Dos años después vino el golpe. La FIFA no prohibió que se disputara. Los estadios ya se estaban reformando. De cualquier manera, nosotros tuvimos que cargar sobre nuestras espaldas todo lo malo que estaba sucediendo en aquellos momentos. Ese ha sido siempre el problema de Argentina. No podemos vivir tranquilamente si no tenemos líos entre nosotros mismos. Estamos siempre buscando las tres patas al gato. Aparte, cuando la dictadura, yo ya estaba en España. No sabía nada de lo que estaba pasando en Argentina. Claro que un terremoto, un golpe militar, siempre te lo va a decir a alguien. Pero no sabía lo que estaba pasando después.

-Bien se cuidaba el aparato militar de que no se supieran en los primeros años las historias de desaparecidos y torturados…

-Lo sabían los que lo estaban sufriendo y los que lo estaban haciendo. Nosotros no éramos ni militares ni policías, éramos futbolistas. Si sólo diez segundos después de terminar el partido sirvieron para distraer a la gente y que no pensaran en eso, aunque después volvieran a sus problemas, yo ya me sentiría orgulloso de haber ganado. Ahora, que nuestra victoria fuera a solucionar algo, pues la verdad es que no. Cuando nos enteramos de todo, ya estaba hecho.

-Respecto a ese famoso 6-0 a Perú, apuntas una frase muy clara. Perú no se estaba jugando nada, ya eliminada, y Argentina el pase a la final. Pasa en cualquier competición, si un equipo no se juega nada y otro se juega la vida, normalmente gana éste.

-Totalmente. Ocurre que tres meses antes de empezar el Mundial, el dictador Videla envió barcos de trigo hacia Perú, y luego nos los «colgaron» a nosotros. Además, por aquel entonces, en un amistoso previo al Mundial, ya les habíamos ganado 3-0. En nuestro cruce antes de la final, Argentina tenía que ganarle por cuatro goles, y teníamos la capacidad de hacerles cuatro, cinco y seis, como les hicimos. Era mucha el hambre deportiva que teníamos. En la primera fase de grupos, Perú fue uno de los mejores equipos. Pero en la segunda fase –también de grupos, ya que entonces no había eliminatorias directas como ahora-, no fue ese equipo competitivo. Les ganaron todos. No era una sorpresa que Argentina les hiciera cuatro. Estoy convencido de que si les hubiéramos tenido que hacer ocho, también lo hubiéramos hecho.

Kempes

| EFE/Miguel Ángel Polo

-Para mí, la prueba definitiva que desmonta la “teoría de la conspiración”, es el balón al poste del holandés Resenbrink en el último minuto de la final…Fue una de esas jugadas en las que la pelota, si quiere, entra, y tú no serías campeón del mundo.

-(Ríe) Hubiera sido, como dicen acá, la “figura” del Valencia, pero no campeón del mundo…En el fútbol, siempre necesitas una ayudita. Esa pelota pega al palo, y con viento a favor, a lo mejor entra.

-Vamos al Valencia. ¿Cómo es posible que esos equipazos, contigo, con Rainer Bonhof, con el desparecido Lobo Diarte, Tendillo, Arias, Solsona, etc. no llegara ni siquiera a pelear por la Liga?

-Siempre digo que creo que si hubiese habido alguien que nos apretara un poquito, que nos ajustara un poquito las clavijas, hubiéramos conseguido algo.

-¿Qué tipo de “alguien»?

-Un entrenador diferente, por ejemplo. No quiero con esto echarle la culpa a los entrenadores, los culpables fuimos nosotros. Pero la mentalidad del Valencia era ganarle al Barcelona y al Madrid y así ya creíamos que salíamos campeones. No era eso, pero nosotros nos amoldamos a ello. Sí que veíamos que teníamos la oportunidad de salir campeones en la Copa. Teníamos un buen equipo, pero no era “liguero”. Era copero. No sé lo que nos faltó, seguramente no creérnoslo. Un paraguayo, un alemán, un argentino, muchos muchachos que venían de otras partes de España…El presidente Ramos Costa trajo casi a los mejores de cada sitio, realmente era un gran equipo. Pero no teníamos esa personalidad para acostumbrarnos a ser los mejores. Para ganar la Liga, necesitás jugar todos los partidos a nivel de 8, de 7 o de 8. Nosotros teníamos partidos de 8, después partidos de 1…Era una mentalidad rara (ríe).

-Aquí llega el momento en que el entrevistador tiene que imponerse al fan, desgraciadamente. Al margen de tus méritos en el campo, ¿piensas que en parte tu figura tiene tanto peso en la historia del Valencia que nunca te vimos con la camiseta del Madrid ni del Barça?

-No. Si Ramos Costa hubiese querido, me hubiera vendido cuando fui campeón del mundo. Lo que pasa es que para mí era como un segundo padre. Me cuidaba muchísimo. Él se la jugó dándome cuatro años de contrato cuando a mí me quedaba uno, antes del Mundial. Ahora, yo también me la jugué.

-Pero en el libro sueltas una bomba: que de esa decisión te arrepientes toda tu vida. Alabo tu sinceridad, me recuerda al título del disco de tu compatriota Andrés Calamaro, Honestidad brutal. El fútbol es muy irracional, Mario, esa afirmación nos puede hacer mucha pupa…

-Y las oportunidades que te da el fútbol son pocas. Que con 22 años estaba muy bien acá, no lo vamos a discutir. Ya conocía lo que era València. Pero si en ese momento me llegan a vender, a lo mejor mi suerte hubiera sido otra. No me hubiese achanchado -acomodado- como me achanché. No volví a ser el mismo que los dos años anteriores. Y no me faltaban motivaciones, porque me quedaban cinco años más. Pero no fue lo mejor, quizás. Que podría haber sido diferente, es verdad. Pero nunca lo sabremos.

-Pero para la Historia ha quedado que, por una vez, el Valencia pudo retener a su gran estrella.

-Sí, también es verdad. Aparte, acabó el Mundial y en vez de irme de vacaciones, empecé la pretemporada y no descansé. En Argentina, los días que estuve tras el Mundial fueron una locura, me “escondí” en una casa en la montaña, para relajarme y pescar, pero me localizaron. Sólo pude engañar a los periodistas los tres primeros días. Llegaron cantidad de colectivos (autobuses) de chicos a aquella casa, en busca de firmas y fotos. Así que me dije, “vámonos de vuelta a casa, porque acá ya no va a ser lo mismo”.

Kempes

| E3

-Respecto a tu salida definitiva del Valencia en el 84, hablas de cierta campaña de desgaste en tu contra. No tienes pelos en la lengua y das nombres, como tu mala relación con el entrenador Roberto Gil. Pero apuntas hacia los medios. ¿Te queríamos exprimir y estabas un poco harto?

-No. Fijate que había gente que no se arrimó a decirme nunca nada. Ni “no venís más”, ni “andá y búscate equipo”. Ir de frente, como estoy diciendo. Que en mayo o junio me dijeran que no me iban a renovar. Al final, fue en diciembre o en enero, cuando estábamos jugándonos la vida por el peligro de descenso. Dijeron que no me renovaban. Entonces no teníamos representantes ni nada. Me dejaron así, tirado en medio del desierto.

-Tenían miedo de ser el que tirase a Kempes del Valencia…

-El momento, empezó con Roberto que ya no me ponía, ni me convocaba a ningún sitio, las cosas no salían bien, y como siempre pasa, el perjudicado es la figura. Pero creo que pudieron haberlo hecho mejor. Para hacerlo mal, hay tiempo siempre.

-En el libro también se refleja que tienes muy buen recuerdo de tu paso por el Hércules.

-Sí, fue mitad de una temporada y mitad de otra. Por desgracia, también descendieron después, pero la verdad es que me trataron muy bien. Me supieron aguantar. Yo llevaba seis meses sin jugar, entrenaba solo, corriendo por la calle. Cuando me propusieron ir, pedí que me dieran por lo menos dos semanas, para volver a ambientarme con la pelota. Lo dije, y quise que lo supiera la gente, no fuera cuestión que me empezaran a lanzar zapatos desde arriba nada más llegar. Y realmente, fue muy bien, nos salvamos ese año ganándole al Madrid en el Bernabéu. Después estuve seis meses más y me fui a Austria. La relación fue muy buena, allí no había figuras. Todos éramos amigos y todos teníamos que apechugar porque la categoría estaba en juego.

-Y en este caso, la salida fue más agradable.

-Sí, porque realmente estábamos bien, en una posición cómoda en la tabla, y al Hércules le dieron un buen dinerito.

-Me acuerdo perfectamente de tu gol olímpico en el Rico Pérez, pero de lo que no me acordaba es que se lo metiste al Pato Fillol, tu compañero de selección en el 78. Eso no se le hace a un amigo…

-Tras el partido nos vimos afuera y me dijo, rabioso, “¡a mí me lo tenés que hacer, boludo!”

 

Perfils UJI
Decir haciendo consum
JSV Turkia
perfils UJI

Dejar una respuesta