«Mil jóvenes pueden hundir un restaurante en un fin de semana. Hoy, la reputación vuela y cualquier mala práctica se conoce. Por eso, la RSC es una necesidad en cualquier organización, pymes incluidas». Max Grosch, coordinador de la Comisión de RSC e Informes Integrados del REA Auditores-Consejo General de Economistas, ha subrayado así la importancia de la creación de la Guía de Buen Gobierno para Empresas Pequeñas y Medianas.
Esta Guía, presentada esta mañana en el Colegio de Economistas de Valencia (COEV), es un manual práctico y esquemático de fácil consulta, mediante el cual las pymes pueden determinar el grado de implantación de medidas de buen gobierno en su entorno con la cumplimentación de un sencillo test con 20 preguntas. Una vez realizada esta evaluación previa, la Guía ofrece una serie de recomendaciones a partir de unos principios básicos.
Hasta hace poco, la RSC se vinculaba casi exclusivamente con las grandes empresas. Pero en la actualidad es materia «de una importancia fundamental, no sólo ética, sino que genera valor para clientes e inversores», ha manifestado Juan José Enríquez, decano-presidente del COEV.
«La aplicación de normas de buen gobierno se relacionaba parecía de difícil aplicación práctica en las pymes, dada su enorme heterogeneidad. Pero hemos elaborado la Guía para saldar una deuda con ellas tras el enorme esfuerzo que hicieron en adaptar sus modelos de gestión a la crisis», ha declarado Grosch.
La sociedad ha acentuado su atención hacia valores como la transparencia, el respeto al medio ambiente, la eficiencia energética, y todo el conjunto de valores no financieros que concretamos en el término «sostenibilidad». Por eso, la Guía incluye no sólo el test de buen gobierno, sino información que el empresario puede consultar para aplicarlo o mejorarlo.
Un ejemplo de ello es lo que Grosch ha definido como «la espiral virtuosa de la sostenibilidad: hacer un uso óptimo de los recursos, evitar sanciones, generar estabilidad y, finalmente, atraer talento, lo que se traduce en una mejora competitiva». «De hecho -ha proseguido- ningún cliente grande contrata a un proveedor que no sea sostenible ni tenga buena reputación».
La Guía se ha estructurado de menos a más en la escala reputacional para su correcta implantación: en la base se encuentran los diez principios del Pacto Mundial de Naciones Unidas para alinear los intereses de las empresas con los de la sociedad, a los que siguen los doce principios de buen gobierno para pymes, expresamente identificados en este manual y acompañados de distintas recomendaciones para que se adapten a las diferentes características de las empresas. La Guía concluye con un anexo que referencia leyes y documentos de ayuda para la implantación de sus recomendaciones.
En la presentación también ha intervenido Fernando Ibáñez, presidente del Club de Empresas Responsables y Sostenibles de la Comunitat Valenciana (CE/R+S), que no ha dejado de sumar miembros relevantes en apenas un año de existencia, y a quienes la Confederación Empresarial de la Comunitat Valencia (CEV) ha encargado dirigir su Comisión de Trabajo de RSC.
Ibáñez ha explicado que el Club surgió «porque los empresarios de la Comunitat estábamos cansados de que la falta de RSC, tanto empresarial como política, nos haya marcado tanto. Salíamos fuera aguantando la carga de una serie de fallos de algunas entidades que no tenían nada que ver con nuestros trabajos». Ha definido el Club como «un lobby positivo que se esforzará en desarrollar la RSC» y no ha dudado en señalar que «el ‘boom’ de la RSC no es romántico. Surge por el miedo a las leyes».
Finalmente, cabe recordar la advertencia realizada por Grosch: «La implantación del buen gobierno sólo es viable si existe un auténtico compromiso por parte de los órganos de dirección. Si sólo es cosmética, en una sociedad de paredes de cristal, se pagará muy caro».
Desde hoy cuentan con una herramienta para autoevaluarse o dar los primeros pasos hasta convertirse en una empresa de alto valor reputacional. Y, recuerden, financiero.