El impacto de la inteligencia artificial (IA) en la economía

El impacto de la inteligencia artificial (IA) en la economía

Socio Director S2 Grupo

2016-abril-OPI-S2Grupo-Miguel-Angel-JuanLa inteligencia artificial (IA) va a ser el factor disruptivo más importante en la economía de los próximos años. No se trata simplemente de una nueva tecnología –de hecho, no es demasiado nueva–, sino de un área de conocimiento que, al parecer, está sufriendo un dramático avance en los últimos dos o tres años, y que tendrá un fuerte impacto en el mercado laboral; tan fuerte como para plantear, según algunos expertos, la necesidad de un nuevo modelo de distribución o de retribución del trabajo. Un futuro que puede ser esperanzador, pero que no está exento de grandes riesgos.

Sin entrar en definiciones académicas, se puede decir que la IA es la ciencia que se dedica a estudiar la posibilidad de que las máquinas sean capaces de desarrollar trabajos intelectuales similares a los que son capaces de llevar a cabo los humanos. También se utiliza el término para referirse a una de esas máquinas y se habla de una determinada IA.

El campo tiene una historia de más de 50 años pero, inicialmente, sus investigadores pecaron de optimismo en sus predicciones y, al final, llegaron a sumirse en un cierto desánimo escéptico generalizado. Probablemente, es un campo multidisciplinar en el que la teoría es muy compleja, el enfoque no ha estado nunca claro del todo y los recursos de computación necesarios no han estado disponibles sino hasta hace muy poco. Aun así, los grandes líderes tecnológicos siempre han seguido invirtiendo en la investigación Si bien el éxito es difícil, el premio es excepcionalmente atractivo.

 Uno de los hitos más llamativos en los últimos tiempos fue el desarrollo de Deep Blue, una IA de IBM, que fue capaz de vencer al maestro internacional de ajedrez Gary Kasparov en 1997. Mucho más recientemente, en 2011, otra IA (o quizás la misma), desarrollada en el proyecto DeepQA y a la que se ha llamado Watson, por el primer CEO de IBM, consiguió vencer en Jeopardy, un juego de preguntas –o más bien de respuestas– muy popular en USA, demostrando su capacidad de entender el lenguaje natural. Watson está siendo utilizado actualmente, por ejemplo, como consejero de IBM.

2016-abril-OPI-S2Grupo-graficaEl más reciente éxito de una IA ha venido de mano de Google o, si se quiere, de la empresa Deep Mind, fundada en 2010 y adquirida por Google en 2014. Esta IA consiguió vencer 4 de 5 partidas de Go al campeón mundial Lee Sedol, el pasado mes de marzo.

Para entender la importancia de este éxito, hay que ser consciente de que el Go es un juego de una complejidad muy superior al ajedrez, que hasta hace poco se consideraba uno de los bastiones de la inteligencia humana.

Las predicciones antes de conocerse este encuentro eran que se requeriría aún una década para llegar al nivel necesario para plantearse el reto de competir y, sin embargo, AlphaGo, que es como se ha llamado a esta IA, no solo ha sido un digno rival, sino que ha vencido todas excepto una de las partidas en las que se ha enfrentado con Mr. Sedol, demostrando, según los expertos, unas innovadoras estrategias de juego que han sorprendido al campeón humano.

Además, y aún más importante que la victoria, es la forma en la que se ha entrenado a la IA para adquirir su destreza en el juego. Se ha utilizado una técnica llamada “deep learning”, junto con un sistema de refuerzo de aprendizaje basado en la recompensa, que ha permitido a AlphaGo aprender jugando miles de partidas por su cuenta y analizando el juego de sus contrincantes humanos.

¿Por qué precisamente Google? ¿Qué tiene la empresa del buscador que le posiciona mejor que otros para avanzar en este campo? En mi opinión, la respuesta es big data. Si a algo tiene acceso Google es a una ingente cantidad de datos difícil de imaginar. Datos que estudia, analiza, recombina y de los que saca conclusiones. 

En palabras de Demis Hassabis, VP responsable de Proyectos de IA en Google y antes CEO de Deep Mind, el objetivo es “resolver el problema de la inteligencia y, después, utilizar el resultado para resolver todo lo demás”. No se puede decir que le falte ambición.

La consecuencia de estos avances es que se empieza a considerar seriamente –algunos expertos dicen que inevitablemente–, que las IA serán capaces de desarrollar trabajos que hasta ahora se consideraban en el ámbito exclusivo de las capacidades humanas.
Habitualmente, se han clasificado las tareas en función de su naturaleza rutinaria y de la creatividad necesaria. Se ha considerado que las tareas creativas no rutinarias requerirían siempre la intervención de un humano y se ha tenido al impresión –aunque hay opiniones diversas–, que los puestos de trabajo destruidos por la revolución de las TIC eran suplidos por puestos de más alto nivel, en los que las habilidades y capacidades intelectuales humanas eran insustituibles.

Los últimos desarrollos inducen a pensar que la situación ha cambiado, con lo que no hay razón para pensar que las IA no puedan, con el tiempo, realizar todos los trabajos existentes. Al menos, todos los trabajos económicamente necesarios.
Y esto nos lleva a una situación nunca antes planteada y no exenta de problemas: ¿nos veremos abocados a basar el reparto de la riqueza en un criterio distinto al de la realización de un trabajo? La respuesta no la proporciona la tecnología e intuyo que no va a ser fácil.

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