Así es, y es que al principio fue un pequeño pueblo de pescadores vikingo. Hoy Copenhague es una maravillosa ciudad, que ha otorgado el poder a las bicicletas. Me encantan las ciudades que invitan a pasear, recorrerlas, perderse por dentro de ellas. 

Aunque Copenhague es la ciudad más importante de Dinamarca y casi concentra el 20 % de la población del mismo en su área metropolitana, no deja de ser una ciudad manejable, con todo relativamente cerca. Es una ciudad que me transmite cultura, respeto y la frescura que da moverse por ella en bicicleta, el medio más utilizado, con diferencia, por los daneses, así que es fácil contagiarse.

El alojamiento que me fascina es el Hotel d’Angleterre, con una localización céntrica, perfecta y de fácil acceso, y aunque tiene algo más de 140 años, en 2013 acabaron su remodelación. Un servicio sublime, un edificio señorial, habitaciones espaciosas y elegantemente decoradas, con todo el confort. Y además, al salir de él estás ya en pleno centro, junto al Royal Danish Theatre, y prácticamente conectado con la famosa calle peatonal Strøget.

El segundo lugar que no puedes perderte y para el que tienes que reservar con muchísimos meses de antelación es el Restaurante Noma, me encanta, integrado en el puerto, su fachada es sencilla, como los edificios de ladrillo cara vista junto a los canales, de hecho se trata de un almacén del siglo XVIII del puerto, pero este restaurante ha sido elegido cuatro veces como mejor restaurante del mundo. Es una nueva cocina nórdica, elaborada de una forma exquisita.

Creo que son dos lugares a prever, que resultan casi tan imprescindibles como visitar su famosa Sirenita, que da imagen a la ciudad. Porque a partir de esta base, la ciudad es ideal para recorrerla caminando o en bicicleta, y en alguna ocasión introducirte por algunos de sus canales en los barcos que visitan la ciudad desde los mismos, recorriendo el puerto y sus laterales, con viviendas pegadas al propio canal. La primera vez que visité la ciudad, sin duda fui buscando el famoso muelle Nyhavn que tantas veces hemos visto fotografiado, literalmente un mosaico de casas con sus fachadas de colores, terrazas con sus mesitas, toldos, cafés… todo ello pegado al canal, gente paseando, barcos de visita recorriendo el muelle, en una zona amplia que permite perfectamente que conviva toda esta actividad. Es seguramente la imagen idílica que todos tenemos de Copenhague, pero es tan real como ella misma.

Ya habiendo disfrutado de esa cerveza en sus terrazas, estuve recorriendo la conocida calle peatonal y con mayor actividad comercial que es Strøget. Siempre con gente, comercios de todo tipo y un ambiente distendido. Es una calle que vertebra la ciudad, y que permite pasar por diferentes barrios en los que detenerse, aunque la mayor parte de los atractivos más renombrados turísticamente como el Parlamento, El Tívoli o la Sirenita se encuentran en esta zona. A la Sirenita, visita obligada, accederás o paseando por el parque Tívoli o en algún recorrido panorámico que hagas con los barcos que atraviesan los canales.

Por sus barrios

Un barrio precioso y pintoresco para adentrarse es sin duda Norrebro, tal vez por su multiculturalidad, que hace que se integren personas y tradiciones de muchos lugares, un lugar que transmite una cultura alternativa y está justo al lado del centro. Y un poco más al oeste, el barrio de Vesterbro, donde está la famosa fábrica de Carlsberg, pero también se encuentran muchos lugares de ocio, comercios, y la mítica zona roja de Copenhague, al estilo del que hay en Ámsterdam. Pero este barrio ha recibido una importante remodelación y es una zona moderna, donde te encuentras con restaurantes de alta gama, cafés y terrazas repletos de gente joven disfrutando de una copa al aire libre y también tiendas con mucha originalidad.

“Has entrado en otro territorio”

A Christiania le dediqué algo más de tiempo, porque me parecía un lugar insólito y alternativo. Es una zona controvertida, no es sencillamente un barrio, muchos lo definen como “un estilo de vida”. Y su origen es anecdótico y singular, ya que en 1971 una zona militar que fue abandonada se llenó de Okupas, la zona adquirió una cierta “libertad”, por decirlo de alguna manera, y en este espacio donde casi se estaba produciendo un fenómeno social, al que llegó mucha gente, fue consolidándose, hasta tener sus propias normas de convivencia.

La visita me resultó una experiencia singular, y te resultará diferente a otras visitas turísticas que puedas realizar. La mezcla de casas, colores, incluso sus esculturas al aire libre, el perfil de sus habitantes. No hay ningún problema en recorrer la zona, comer en sus restaurantes, en verano además disfrutas de la música en vivo, y eventos, locales nocturnos para salir de fiesta o pasear alrededor del lago. Pero el Gobierno se afana en informar adecuadamente de que es una zona controvertida, donde hay carteles que te prohíben correr o hablar por el móvil, incluso la prohibición de hacer fotos o grabar videos aunque sea con el móvil. Es más, la recomendación es que no lleves cámara por tu propia seguridad. Son algunas informaciones curiosas, que vienen a decirte “has entrado en otro territorio”.

Con todo, es una ciudad fascinante, fácil y adorable. Y además su ambiente nocturno es fantástico, seguro que te perderás por sus “bodegas” (no, no es lo que imaginas, son bares acogedores, donde la gente se conoce), bares de todo tipo, incluso “microdestilerías” que elaboran sus propios productos, acompañados de algo para comer y compaginarlo con la bebida.

Bueno, ya sé que no he hablado mucho de museos, y de lugares históricos, asi que voy a recomendarte algo diferente, para quienes nos sorprende la cultura vikinga o queremos conocer algo más de ella: es el Museo de Barcos Vikingos, situado junto al fiordo en Roskilde, a tan solo 35 minutos de Copenhague, y el Frederikssund Viking Village, que te da la oportunidad de ver un asentamiento vikingo y la experiencia de cómo vivían y trabajaban los vikingos. Interesante.