Miércoles, 24 de Abril de 2024
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Una mejora ética ante a las próximas elecciones

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Profesor de Economía. Director del Dpto. de Economía y Empresa. Universidad CEU Cardenal Herrera

De cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas, todos nos planteamos a quién podemos votar. Las opciones tradicionales se combinan, en esta ocasión, con otros partidos políticos que irrumpen con fuerza en el panorama electoral y que se convierten, no solo en opciones posibles, sino en aspirantes reales a desbancar el bipartidismo que ha reinado en nuestro sistema político en los últimos años.

Ante una cita electoral como la que tenemos por delante, hay algo que parece tener claro una mayoría de los ciudadanos: la necesidad de una mejora ética de la actividad económica y política. Los escándalos que nos han salpicado en los últimos años hacen que una gran parte de la población demande este mayor compromiso ético a nuestros gobernantes.

El cuaderno de ética en clave cotidiana titulado: “Bases éticas para la mejora de nuestra organización económica y política”, al que se puede acceder desde mi blog, intenta dar unas pautas para orientar a todos aquellos que sean responsables de lo público, y a sus votantes, acerca de cómo se puede articular una mejora ética en la gestión pública. Resumo muy brevemente algunas de las propuestas que realizamos los autores del mismo (los detalles pueden consultarlos en el mencionado cuaderno), para la regeneración ética de la gestión económica.

Buscar la regeneración ética en la economía no supone cambiar de sistema económico ni renunciar al libre mercado, las empresas o la intervención estatal. Todos ellos son instrumentos y herramientas que nos sirven para regular la economía y que no son ni éticos ni amorales por sí mismos. La clave no está tanto en el instrumento, como en la orientación del mismo. Es decir, para qué se utiliza y cuáles son los objetivos que se quieren lograr con él.

No se trata de realizar una revolución que ponga patas arriba el sistema económico en el que nos encontramos, sino aprovechar la gran cantidad de instituciones válidas que existen en él, para reorientarlas y enfocarlas hacia unos objetivos más éticos. 

Por ello, la primera clave para transformar nuestro sistema económico hacia un sistema más ético es cambiar el objetivo de la actividad económica. Hay que pasar de priorizar las ganancias y la acumulación, a priorizar a la persona y al bien común. Es decir, nuestro sistema económico no debe tener como principal prioridad potenciar que quien quiera enriquecerse lo pueda hacer sin muchas trabas, sino potenciar que quien quiera ganar lo suficiente para vivir, lo pueda conseguir sin problemas.

Es importante resaltar que estamos hablando de prioridades; por lo tanto, no se trata de impedir que alguien pueda ganar más dinero que otro, sino de que esto no sea lo prioritario, de que en un conflicto de intereses no sea esto lo que prime.

Priorizar la economía real
En segundo lugar, habría que dejar de priorizar la economía financiera para priorizar la economía real. Las finanzas deben ser un elemento económico al servicio de los productores, de los comerciantes, de la sociedad, y no al contrario.

Las ganancias resultantes de la actividad financiera no pueden ser los ingresos más bonificados y que menos impuestos pagan. Deberían, al menos, tratarse de la misma manera que los ingresos obtenidos por el trabajo y por la actividad empresarial.

El pago de las deudas financieras no debería ser la prioridad en el sector público ni en las empresas, debería ponerse por delante el pago a los trabajadores y a las pequeñas y medianas empresas.

Los prestamistas no pueden ser esos agentes económicos a los que es necesario contentar, aplacar o no defraudar; no deben ser los que marquen el quehacer económico, con el único fin de mantener e incrementar sus ganancias. La economía no debería girar alrededor de quienes ponen el dinero, sino de quienes ponen el trabajo y potencian la economía real, ya sea como trabajadores o como empresarios.

Priorizar a los desfavorecidos

En tercer lugar el sistema económico debe pasar de priorizar a los triunfadores, para priorizar a los más desfavorecidos. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) llamó a esto pasar de un enfoque conglomerativo a un enfoque de la privación. En esencia, se trata de no fijarse en las cifras medias, de no potenciar a aquellos que salen beneficiados por el mercado para que sus ganancias mejoren todavía más, sino priorizar a aquellos que peor están.

Buscar un sistema económico que garantice que estos vivan en una situación digna, que no haya personas que se encuentren expulsadas por el sistema económico, sin posibilidad de obtener lo necesario para llevar una vida digna. Buscar una economía inclusiva que logre que todos tengan, al menos, lo necesario para vivir con dignidad.

Para lograr estos cambios éticos se precisan políticas que intenten mejorar el funcionamiento de las instituciones y lograr que estas persigan de una manera efectiva estos objetivos. Para lograrlo, se precisan acciones en dos direcciones: cambios institucionales que apoyen la consecución de estos objetivos, y cambios en la mentalidad de los agentes económicos: particulares, empresas, intermediarios financieros y Estado.

Solo me queda añadir que si queremos que exista una verdadera regeneración ética de nuestro sistema económico para que este esté al servicio de la población, de la creación de empleo y de la economía real, tenemos que exigir pasos reales a nuestros políticos, que se concreten en propuestas de esta clase en sus programas electorales.

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