Moisés Jiménez, presidente de la Confederación Empresarial de la Provincia de Alicante (Coepa)

Superados los escollos legales planteados por sectores disconformes, la asamblea de Coepa del 26 de febrero respaldó por aclamación la candidatura de Moisés Jiménez, que renueva mandato al frente de la patronal alicantina. Tras un primer periodo marcado por un “derrumbe” económico que acarreó una drástica reducción de personal e incluso la venta de su sede principal, Jiménez pretende amansar aguas revueltas y pilotar la transición hacia un nuevo modelo de organización empresarial.

¿En qué se va a diferenciar y en qué se va a parecer la nueva Coepa a la del pasado?

– La nueva a Coepa se va a parecer a la que ha sido siempre y siempre tiene que ser: la imagen, la voz y la representación de los empresarios de la provincia de Alicante en la propia provincia, en la Comunidad Valenciana, en España y en el extranjero, lo cual es muy importante si tenemos en cuenta la gran actividad exportadora que tienen nuestras empresas. Con respecto a eso, no va a ser en absoluto diferente.

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– Durante su primera etapa al frente de la patronal alicantina ¿qué le ha dado más quebraderos de cabeza, la falta de financiación o los constantes conflictos internos con Cepyme y la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Alicante (Fempa)?

– Son dos cuestiones distintas. Una cosa es lo que hemos tenido que hacer para transitar a otro modelo y otra es la dificultad generada en mayor o menor medida por los entornos que hemos tenido que vivir. El cambio de modelo nos ha obligado a tener una estructura más acorde a las capacidades económicas que había: eso se nos derrumba, se nos ha derrumbado absolutamente a todos, y hay que hacer un cambio hacia la nueva situación. La dificultad mayor está en que no se produce una disminución paulatina de los recursos que tiene Coepa, sino que hay un derrumbe drástico que a nosotros nos encuentra con una estructura muy grande, que es la que permitía dar los servicios que estaban diseñados y para los que teníamos soporte económico. Y hemos tenido que realizar un ajuste, entre comillas, triste, lo que supone pasar de casi 80 personas a 23 que somos en este momento, pero se ha hecho de una manera paulatina y con mucho respeto a las personas. Al menos, muchos de los que ya no están agradecen el desarrollo profesional que les ha proporcionado su paso por aquí. Creo que eso ha sido lo más complejo, y aunque no podemos estar satisfechos, lo hemos resuelto bien.

– ¿Y ese constante ruido mediático y legal que les ha acompañado?

– El ‘ruido’ ha incomodado, sobre todo a personas que están y han estado trabajando en la casa, y al entorno y a la imagen que tiene Coepa, cuyo objetivo justamente tiene que ser ese: representar la imagen de todos los empresarios.

– ¿Hasta qué punto está culminado el ajuste de personal y económico de Coepa?

– Yo creo que nos queda por hacer un 20 por ciento, que lo vemos con buenas perspectivas porque hemos avanzado mucho en lo que ahora podemos soportar y también en el trabajo conjunto con Valencia y Castellón y con Cierval.

– ¿La pesadilla de los problemas financieros queda atrás?

– Hemos pasado de una pesadilla a un mal sueño, pero todavía tenemos trabajo que hacer. Y esa es la razón por la que seguimos al frente de Coepa. El trabajo no está acabado y hay que ser respetuoso con las personas que confiaron en la candidatura que presentamos en marzo de 2012 y al respaldo que tienen el Comité Ejecutivo y la Junta Directiva en nuestro órgano soberano, que es la Asamblea. Que tengamos un respaldo del 96,5% de la Asamblea yo creo que es para sentirnos suficientemente respaldados.

– ¿Y es posible que el conflicto con otras organizaciones se diluya?

– Eso ya no depende de nosotros. Nosotros sí que sabemos lo que tenemos que hacer, orientarnos para conseguir objetivos, que son claros y tenemos que trabajar en eso.

– ¿Podría resumirnos esos objetivos para los próximos cuatro años?

– Tener una Coepa sosegada que se pueda centrar en ser la representación institucional de las empresas en una provincia absoluta y singularmente diversa en muchos sectores y territorios. Coepa tiene gran importancia precisamente por esa gran riqueza que existe en sectores y territorios muy potentes de una forma que no se da en ninguna otra provincia de España y probablemente del mundo. En todas partes suele haber un foco que concentra muchísima actividad, y en eso Alicante es muy peculiar, pero hay que verlo como una gran riqueza, no como una dificultad. Tenemos varios sectores que son los primeros de España y eso es muy positivo.

– Ese déficit de imagen que causan los pleitos entre patronales, ¿no puede dañar gravemente su representatividad?

– Sin duda. Todo esto debilita, pero hay algo importante: aquí no se pone en cuestión la actividad que ha tenido Coepa, sino que el ruido se genera alrededor de otros intereses que eran ajenos a Coepa. Y se ha utilizado a Coepa para intereses de terceros.

– 2015 es un año electoral en todos los niveles: local, autonómico y estatal. ¿Cómo contempla ese horizonte y las posibles consecuencias que se deriven de lo que suceda?

– Al final las empresas tenemos que ocuparnos de lo nuestro: conseguir ventas, conseguir cobrar… y todo eso genera actividad y eso arrastra para que al final se genere empleo, que es lo que al final nos importa y nos preocupa a los españoles. Desde el punto de vista de posiciones políticas, lo que desde el mundo de la empresa necesitamos es que se hagan políticas que tengan que ver con la realidad de la economía, que ya no es solo la de Alicante o la de España; en este momento, hacer políticas domésticas que no encajen con un mundo que ya se ha globalizado es perjudicar a los ciudadanos, que no podamos tener un desarrollo económico que nos permita mantener el Estado del bienestar y nuestros puestos de trabajo. Ahora las políticas son mundiales, no locales.

– ¿Cómo está la relación de Coepa con la Generalitat?

– Las relaciones son buenas, y trabajamos para que lo sean. Lo que sí que hemos sufrido es el mal endémico que nos cuesta mucho resolver que es la infrafinanciación que tiene la Comunidad Valenciana, que nos repercute a todos. Y eso se tiene que solucionar, porque eso implica que muchísima actividad se recaliente de una forma muy importante, porque tenemos que asumir unos costes a base de endeudarnos y de pagar intereses porque tenemos que anticipar recursos. Y sufrimos porque la Administración se retrasa debido a su insuficiente financiación.

– ¿Es la injusta financiación de la Comunidad la principal reivindicación del empresariado?

– Los empresarios tenemos que dedicarnos a ser innovadores, a tener productos de calidad para competir en el mundo… pero como agentes sociales de representación en muchos organismos ayudamos a la Administración a procurar las infraestructuras y los medios necesarios, pero eso no lo tienen que pagar los empresarios. Si tenemos que vivir de los recursos de nuestros socios, no vamos a dedicarlos a actividades que no tenemos por qué pagar. Y otra cosa que nos preocupa es la formación: ahora vamos a necesitar personal con buena cualificación y creemos que se han perdido siete años que se podían haber dedicado a facilitar formación cualificada. Y eso no se ha hecho.

– ¿En qué hay que cambiar para evitar que vuelva a producirse ese fracaso colectivo?

– En estudiar las necesidades de las empresas y qué es lo que se prevé que va a demandar la economía.

– ¿Y quién debe ocuparse de eso?

– Pues uno de ellos es Coepa, que es el transmisor de las necesidades que tienen los empresarios. Nosotros podemos conocer qué necesidades tiene el calzado o el textil o la industria de la Foia de Castalla desde el punto de vista del suministro eléctrico, que tienen dificultades importantes que impiden la ubicación de nuevas empresas… cada sector sabe lo que necesita, y esa es nuestra labor de interlocución. Podemos encontrarnos con la paradoja de que las empresas no encuentren especialistas en el mercado laboral, a pesar haberlo pagado, porque a eso se debe dedicar el 0,6% de la nómina por parte de la empresa y el 0,1% por parte del trabajador. Nosotros hicimos un gran esfuerzo en desarrollar un centro –el de Babel– que incidió de una forma importante en la prevención de riesgos laborales.

-Y eso, ¿cómo está?

– Está operativo. Tenemos que trabajar para intensificar su actividad, y ya empieza a haber movimiento de asociaciones que quieren utilizarlo, porque empiezan a surgir necesidades de contratar y se están dando cuenta de que la demanda va a pedirles personas cualificadas.

– El cambio de modelo patronal, ¿va a suponer que el que quiera participar deba implicarse más?

– Sin duda. Es una de las cuestiones que tenemos que trabajar, es uno de nuestros objetivos desde que llegamos en marzo de 2012 y aún no lo hemos terminado. Queremos crear un espacio donde las empresas entiendan que esta es la herramienta que tienen en la provincia de Alicante para defender sus intereses.

– ¿La dificultad de Alicante para equiparar su importancia en términos de imagen con la que le correspondería en términos económicos es real o es un mito?

– Es real. Aunque hay que distinguir dos cosas: los expertos, los profesionales de la economía y la empresa conocen perfectamente la importancia de Alicante, que somos líderes en varios sectores, pero es cierto que la masa social española no lo ve, porque la marca Alicante es apenas el 16% de toda la provincia, y queda diluida. Y tenemos que hacer ese esfuerzo de mostrar que Alicante es fantástica desde el punto de vista turístico, pero que aquí hay muchísimas otras cosas. Y tenemos unos enormes atractivos desde el punto de vista de la calidad en el trabajo: ahí tenemos la Oficina de Armonización del Mercado Interior (Oami), un paradigma de lo que es una alta especialización con la calidad de vida de una slow-city. Y no sería posible sin las infraestructuras que tenemos.  

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