Seguro que ha pensado en muchas ocasiones dónde ir y dónde disfrutar de un destino que sea realmente un paraíso. Vamos a proponerles que descubran un pedacito de ese paraíso.

Sentado tranquilamente en la terraza de la habitación, no sabría cómo describir mejor el lugar en el que me encontraba: la habitación situada discretamente junto a la orilla del mar, al final de la playa, en una pequeña ensenada que hay junto a la Isla de los Ciervos. En ese rincón idílico de Isla Mauricio, la vista desde la habitación es sencillamente impresionante; invita a pensar, a disfrutar de los mejores momentos.

Para los más exigentes hay que decir que este resort fue creando nuevas soluciones de habitación, hasta conseguir unas maravillosas villas, que es como subir un peldaño más en ese paraíso.

Y la excelencia no está solo en el lugar, el entorno o el paisaje. El servicio es parte fundamental, sin el cual nada de lo demás tendría sentido. La proporción lo dice todo: más de 900 trabajadores para 250 huéspedes.

900 empleados con una amabilidad exquisita, un gusto en la atención, en hacer las cosas bien, difícil de igualar. Lugares así son dignos de ser reconocidos y difíciles de encontrar. Aquí se dan ambas cosas.

Mauricio es una isla preciosa, aunque no precisamente porque tenga muchos sitios para visitar o por las excursiones que se pueden hacer. Simplemente, es un lugar para disfrutar del encanto de una estancia exquisita. La amabilidad en el servicio y en el trato es realmente un factor diferenciador.

Reconocido internacionalmente por su servicio exquisito, en el resort Le Touessrok saben materializar ese sueño dentro del paraíso y convertirlo en realidad. Si solo hubiera estado en una ocasión, podría pensar que fue casualidad, pero después de cuatro estancias, solo puedo ratificarme en lo dicho, soñar con volver a ir, e invitarle amigo lector a que se anime a la visita.

Todo está construido e integrado con un paisaje minuciosamente cuidado. Bordeando el mar, habitaciones y villas, con sus tumbonas cerca del agua y la arena blanca de coral. Además, el resort cuenta con dos islas privadas.

Isla de Mangenie

En frente, la Isla de Mangenie, una zona de playa privada provista de todo tipo de lujos. ¿De qué lujo estamos hablando? Un paisaje de ensueño, un servicio exquisito y la ausencia de aglomeración. Solo un detalle que lo corrobora: cada hamaca está a 20 metros de la siguiente ¿Es o no es un lujo de lugar?

En el agua, cerca de la orilla, se han instalado algunas “islas flotantes” de madera, en las que el visitante puede abstraerse mientras flota suavemente, toma el sol o disfruta del agua. 

Pero esa isla de baño y relax durante el día se convierte por la noche, si el visitante lo desea, en una cena privada sobre el agua. En alguna ocasión, tumbado desde la orilla, he tenido el privilegio de asistir a la preparación de dicha cena; ¡con qué esmero trasportan la cubertería y con qué delicadeza sirven la cena! Realmente una delicia.

Son solo detalles, pero esos detalles son los que hacen sentir a quien los disfruta como nunca, en el lugar al que siempre se quiere volver.

Una anécdota de la primera vez que crucé a la Isla de Mangenie. El resort y las dos islas están conectadas por embarcaderos, donde permanentemente hay barcas para facilitar el traslado hasta tu playa privada en menos de 5 minutos.

Al descender del bote, unas pequeñas gotas salpicaron mis gafas, pero allí estaban esperándonos con toallitas refrescantes. Una de las personas del servicio se percató y requirió mis gafas para limpiármelas. No pude dejar de pensar: “No es posible, ¿puede ser más perfecto? Por favor, no me quiero ir de aquí”.

Entre corales y banderines

Y si el visitante es un apasionado del golf, tiene toda una isla –la otra junto al resort–, con un campo privado que es una auténtica maravilla.

La playa está protegida por arrecifes de coral, que la salvaguardan del oleaje y la mantienen en todo momento ideal y trasparente. Cuando escogí mi hamaca, la prepararon de forma impecable y me dejaron dos banderines, uno con banderita roja y otro con banderita verde.

Si plantas la banderita roja sobre la arena, nadie te molestará. Pero si necesitas algo, solo tienes que plantar el banderín verde y alguien del personal de servicio acudirá de inmediato.

En mi caso, me apetecía tomar algo fresco y enseguida se acercaron dos miembros de servicio, que rápidamente montaron una mesita improvisada sobre un trípode, la protegieron del sol y colocaron un mantel…. ¡en la misma orilla! En un abrir y cerrar de ojos pude disfrutar de lo que me apetecía sin abandonar mi hamaca y con toda la exquisitez del mundo.

En cuanto a la gastronomía, se puede elegir entre diferentes opciones que proponen una cocina diferente. Como, por ejemplo, el Restaurante Safran, cuya comida india es una auténtica delicia para el paladar.

Al caer la noche no faltan las actuaciones en vivo en diferentes establecimientos donde tomar una copa en buena compañía.

El punto neurálgico es el Saga Bar, famoso por sus actuaciones de jazz y jazz fusión. Cada vez que voy me sorprende el mimo con que eligen las actuaciones, las voces y los grupos que actúan, para fabricar una atmósfera incomparable.

No se trata de un complemento más para cubrir el expediente. Creo que realmente se toman muy en serio cada elección. Si viviera cerca, muchas noches iría al Saga Bar a tomar algo; me fascina.

Mauricio tiene muchos rincones maravillosos junto al mar. Por supuesto hay más playas y más resorts donde desconectar perfectamente de nuestro ritmo de vida diario, pero Le Touessrok les aseguro que es realmente un pedacito del cielo aquí en la tierra.