Priscilla Zamora, nómada digital: "No sé si existe un día normal para este estilo de vida"

La imagen de un joven con su portátil, trabajando frente a un paisaje idílico en el Sudeste Asiático —como Tailandia o Bali— es quizá la que más fácilmente asociamos con la figura del nómada digital. Sin embargo, este fenómeno va mucho más allá del simple cliché, se trata de una tendencia que redefine la manera de vivir y trabajar, y que no ha dejado de crecer en los últimos años.

Aunque el término comenzó a popularizarse en la década de los noventa, fue la pandemia de la COVID-19 en 2020 la que marcó un punto de inflexión. La crisis sanitaria obligó a las empresas a implantar el teletrabajo como una necesidad, y millones de personas descubrieron que podían desempeñar sus tareas desde cualquier lugar del mundo.

Esto abrió la puerta a un estilo de vida que combina el trabajo diario con la posibilidad de explorar nuevas culturas en distintos puntos del mundo. En respuesta, muchos países empezaron a diseñar normativas específicas y a lanzar visados especiales para nómadas digitales.

Según la empresa especializada en soluciones de datos Demandsage, en la actualidad existen alrededor de 40 millones de nómadas digitales en el mundo, de los cuales casi la mitad tiene entre 30 y 39 años. La mayoría son hombres (82%), frente a un 18% de mujeres.

Priscilla Zamora, emprendedora chilena, decidió romper con la rutina y apostar por un camino propio. Para ella, ser nómada digital no se trata solo de viajar, sino de explorar su propio interior. En una charla con Economía 3, esta nómada digital explica que ha encontrado en la naturaleza y en la flexibilidad los pilares de su bienestar. Hoy, con su proyecto Destino Interior, acompaña a otras personas que buscan esa misma libertad de crear una vida sin fronteras.

Una forma de vivir diferente

En la vida de Priscilla Zamora, la palabra rutina no tiene cabida. «No sé si existe un día normal para quienes elegimos este estilo de vida», reconoce.

Por ejemplo, cuando está en Europa, organiza sus jornadas de manera distinta a como lo haría en Latinoamérica. Como la mayor parte de sus reuniones con clientes comienzan a las 14:00 o 15:00 horas por la diferencia horaria, las mañanas quedan despejadas para dedicarlas a actividades personales. Ese tiempo lo invierte en caminar por la naturaleza, escribir en su newsletter o mantener pequeños rituales que le ayudan a empezar el día. Después de esa pausa matinal, concentra sus horas de trabajo entre la tarde y la noche.

Esta emprendedora chilena decidió hace cuatro años dar el salto y convertirse en nómada digital. «Siempre supe en mi corazón que era posible vivir diferente», cuenta.

La pandemia fue el detonante tras una década en empresas y cinco años más en coworkings. Desde entonces, ha pasado temporadas en Centroamérica, el Sudeste Asiático, Europa y los Emiratos Árabes Unidos. «Cada lugar me regala una versión distinta de mí misma. No me interesa tanto la cantidad de países que visito, sino la profundidad. He aprendido que viajar no es solo mover el cuerpo, sino también viajar al interior», añade.

Más flexibilidad y capacidad de adaptación

Su vida, asegura, ha cambiado de arriba abajo. Habla de una «flexibilidad radical» y de la capacidad de adaptación como los aprendizajes más importantes que le ha dado este estilo de vida. También de una conexión mayor con la naturaleza, que se ha convertido en un pilar de su bienestar. «Una caminata en el bosque o nadar en un lago frío en Suecia me sostienen más que cualquier oficina de lujo. Vivir así me ha enseñado que la verdadera riqueza está en la conexión: con uno mismo, con otros, con la tierra», afirma.

No obstante, no es un camino sencillo. El mayor reto es la falta de raíces. Ser «una nómada» implica aceptar las despedidas y la falta de un lugar fijo. «Quizás lo más duro es despedirme de personas que amo. Aprender a amar sin apego, y a sentir que el hogar no está en una ciudad, sino dentro de mí», apunta. A pesar de ello, confiesa que la sensación de libertad compensa esa parte de negativa.

 

De esta experiencia ha surgido Destino Interior, la plataforma que Zamora ha puesto en marcha para acompañar a otras personas interesadas en este estilo de vida. Allí comparte consejos y reflexiones sobre cómo planificar los viaje o el coste de la vida como nómada digital, entre otras cuestiones.

No hay una cifra aproximada, explica, todo depende del país. En el Sudeste Asiático o en Centroamérica los gastos son más bajos, mientras que en Europa o Dubái la el esfuerzo económico es mayor. «El nomadismo digital es tan flexible como tú lo quieras hacer: puede ser austero o lujoso, pero siempre requiere planificación financiera y claridad», asegura.

Otro de las dudas más habituales respecto al nomadismo digital es la tributación. En su caso, su empresa tiene sede en Chile y la mayoría de sus clientes están en Latinoamérica, por lo que tributa allí.

Una experiencia enriquecedora para su carrera

Aunque no es una vida hecha para todo el mundo, para esta emprendedora chilena ha sido una elección enriquecedora, tanto en lo personal como en lo profesional. «Ha enriquecido mi carrera laboral de una forma que nunca hubiera imaginado», insiste. Hoy, gracias a esta experiencia, Zamora tiene una red de colaboradores a nivel laboral en distintos países y destaca que la gente es «maravillosa» en todos los lugares del mundo.

Los frutos de esa apuesta se han traducido en muchas oportunidades. «El nomadismo me abrió la puerta a dar charlas, a escribir mi newsletter, a ser reconocida como LinkedIn Top Voice en Latinoamérica y a recibir incluso la Golden Visa de Emiratos Árabes Unidos. Todo eso nació de atreverme a salir del camino seguro y apostar por lo que sentía en mí».

Su próxima aventura, de cara a 2026, será abrir una empresa en Dubái. «Estoy visualizando tres bases: Suecia, Emiratos Árabes Unidos y Brasil. Eso me permitirá diversificar, conectar con distintas comunidades y optimizar lo tributario», concluye.