El papel de las nuevas tecnologías digitales, su influencia y penetración en las empresas, está resultando clave por su papel catalizador de la productividad y del crecimiento económico. La última década se ha caracterizado por un marcado avance generalizado de la digitalización de la economía. Sin embargo, existen aspectos preocupantes: pese a la transversalidad del fenómeno, existe una alta concentración territorial de la digitalización. Madrid, Cataluña y el País Vasco.
La irrupción de las tecnologías se sitúa en el centro del debate por su papel en el crecimiento económico, sobre todo tras el impacto de la pandemia y la necesaria reconstrucción con los fondos Next Generation. Sin embargo, no existe una métrica que permita cuantificar la importancia que tiene la economía que se apoya en la digitalización.
Buscando resolver este problema y arrojar luz acerca de cómo se está llevando a cabo la digitalización en nuestro país, los investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Juan Fernández de Guevara y Eva Benages, junto a la Fundación Cotec han presentado el informe «La economía digital en España: avances y retos por regiones y sectores».
La pandemia, aceleradora de la digitalización
Pese a su importancia como catalizador, el proceso de digitalización en nuestro país es previo a la pandemia. El informe ofrece una base de datos que permite comparar el avance de la digitalización en nuestro país durante los últimos doce años. Para el investigador del Ivie, Juan Fernández de Guevara, este proceso, que comienza a despuntar en 2016, está avanzando «a buen ritmo».
El peso de la digitalización en la economía ha seguido un perfil continuamente creciente desde 2013, cuando se situaba por debajo del 10%. El valor añadido digital alcanzó los 164 mil millones de euros en 2021 en España, lo que representa el 15% del valor añadido total (VAB).
«No obstante, el avance de la digitalización se nota mucho más en los sectores industriales que en los servicios. Vemos como la aceleración de 2016 en la industria y las manufacturas es mucho más acelerada. Achacamos esta situación a que España se está digitalizando más a través de un proceso de adquisición de material -de compra de equipos por partes de las empresas- que de fichar trabajadores digitales o atraerlos con con incrementos de salario», explica Guevara.
Por regiones: una digitalización polarizada
El fenómeno de la concentración digital se ha caracterizado por una concentración tecnológica muy acusada por regiones. Existen dos grandes polos tecnológicos en Madrid y Cataluña, seguidos de Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Tan sólo los dos primeros representan más de la mitad del resto del Estado y, junto al País Vasco, representan las regiones donde la penetración de la digitalización ha aumentado 7,5, 6,6 y 6,5 puntos porcentuales respectivamente. En las demás regiones el crecimiento es menor y más homogéneo entre ellas, entre 1,9 y 5,6 puntos porcentuales.
A nivel regional se observa que el ranking del VAB digital es similar al del VAB. Sin embargo, la concentración de la digitalización por territorios es mucho mayor que la de este último. Dos regiones, Madrid (30,7 %) y Cataluña (21,2 %), concentran algo más de la mitad del VAB digital, frente al 19,4 % y el 19,0 % del VAB total respectivamente. Andalucía, la Comunitat Valenciana y el País Vasco siguen a las regiones líderes, pero con una cuota regional más reducida, entre el 6,5 % y el 9,8 %.
En el extremo opuesto, Ceuta y Melilla, La Rioja, Cantabria, Extremadura, Asturias y Navarra ocupan las últimas posiciones. En términos de penetración de la digitalización en la estructura productiva regional, la ventaja de Madrid es clara, pues el 23,7 % de su VAB es digital. Las siguientes comunidades son Cataluña (16,7 %) y el País Vasco (16,4 %), también por encima del promedio nacional. El resto son relativamente homogéneas, con una penetración entre el 14,0 % (La Rioja) y el 7,5 % (Ceuta y Melilla).
¿Qué sectores están más digitalizados?
En el análisis por sectores, se puede observar que el PIB digital presenta una destacada distribución en varios segmentos económicos. Principalmente, el sector de información y comunicaciones sobresale, contribuyendo en un mínimo del 19% al total. Le siguen de cerca las actividades profesionales, que aportan un 18%, mientras que las administraciones públicas (defensa, educación y sanidad) junto con las actividades financieras y de seguros representan el 14% y el 12% respectivamente.
Por otro lado, en el extremo opuesto, los sectores con la menor contribución a la economía digital son la agricultura y pesca, así como la industria de la madera, corcho, papel y artes gráficas.
Si evaluamos la intensidad digital, es decir, la proporción del VAB digital con respecto al total en cada sector productivo, destaca de manera significativa el sector de información y comunicaciones, generando un impresionante 72% del VAB a través de actividades digitales. En contraste, en sectores igualmente relevantes para la economía española, como la construcción o la hostelería, este porcentaje se ubica en torno al 5%, lo que demuestra una menor influencia de la digitalización en su contribución al valor económico.
Los sectores de actividad siempre han sido más homogéneos en cuanto a intensidad digital del capital que no del trabajo. Además, estas diferencias se han ampliado en la última década.
Inversión en tecnología, no en especialistas
Si nos centramos en los profesionales digitales, se ha producido un claro crecimiento del número de ocupados: de representar el 8,8% del total de trabajadores (2011) al 11% (2022), incorporando casi 600 mil ocupados adicionales, un 34% más. La retribución media anual de estos trabajadores también ha crecido, de 37 mil euros (2011) a casi 42 mil (2022), un 12% más.
No obstante, los datos del informe indican que la penetración de la digitalización en el capital -equipamiento, infraestructuras, etcétera- ha sido superior a la experimentada en el trabajo. Entre 2011 y 2021, el capital digital pasó del 9% al 19% de sus rentas correspondientes, frente a la renta de los trabajadores digitales, que solo incrementó tres puntos porcentuales su participación en la renta del trabajo (10% en 2011, 13% en 2022).
Esto significa, según concluye el estudio, que la digitalización está avanzando fundamentalmente por la inversión en activos digitales -hardware, software y bases de datos, equipos de comunicaciones, I+D…- más que por la transformación de la estructura de la mano de obra -hacia un mayor peso de trabajadores digitales y de su remuneración-.
Para Eva Benages «existe una prima salarial digital clara en los sectores digitales, pero vemos que a lo largo de la década dicha remuneración ha ido reduciéndose. Son varios los motivos que explican esta reducción del capital percibido por los trabajadores digitales: en distintos foros se dice que las grandes tecnológicas tienen ahora mayores poderes de negociación frente a los empleados. Es posible que el salario digital esté más alto que el resto, pero que podría ser más elevado si estas empresas tecnológicas no tuvieran tanto poder de negociación».
España en comparación Europa
La economía española ocupa una posición media-alta en el conjunto de países europeos de acuerdo con el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) 2022 de la Comisión Europea. Esta posición es posible gracias a su elevada digitalización en las Administraciones públicas y en el desarrollo de infraestructuras de conectividad, como la adopción y el despliegue de la banda ancha fija y móvil.
Sin embargo, se detectan carencias importantes, como el reducido peso del sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la economía (3,1 % en valor añadido y 2,3 % en empleo, frente a la media de la Unión Europea, del 4,3 % y 2,8 % respectivamente) y su menor productividad e inversión en I+D. En general, la menor digitalización se observa en todo el tejido empresarial, pero más entre las empresas pequeñas y medianas, donde la adopción de estas tecnologías es más reducida.
Las debilidades de la economía española también se hacen patentes por el menor uso de trabajo cualificado y especialistas TIC entre los ocupados. Las competencias digitales en España son más reducidas que en otros países.