Pepita Lumier apaga la luz
La galería Pepita Lumier no volverá a abrir después del 15 de junio. La noticia ha sido una sorpresa. Un choque, realmente, porque en sus cuatro años de vida parecía haberse convertido en un faro, una demostración de que las cosas habían cambiado en València; incluso que València misma había cambiado.
Lucía Vilar y Cristina Chumillas se lanzaron por todo lo alto con la inauguración el día 1 de septiembre de 2015 de la exposición En venta con láminas de Paco Roca. Como es obvio, el trabajo había empezado mucho antes. Las galeristas habían detectado el momento de auge del cómic y de la ilustración, que se empezaban a percibir como artes respetables. Sin ir más lejos, en los últimos años han tenido presencia constante en el IVAM. Tras el inicio con Paco Roca, que repitió más adelante, las paredes de Pepita lucieron obra exclusiva de Lawerta, Mariscal (dos veces), Nuria Riaza, Carla Fuentes, Cristina Durán, Paula Bonet, también por partida doble. En las inauguraciones casi no se podía entrar; se vieron colas que daban la vuelta a la manzana de la calle Segorbe. Se respiraba éxito. Los medios locales no dejábamos de halagar el trabajo de Lucía y Cristina, que ofrecían lo mejor de los mejores, la mayoría valencianos, y la galería se había convertido en un punto de encuentro de todo el ámbito cultural de la ciudad. Parecía la prueba de que los tiempos también habían cambiado por aquí.
La noticia nos ha sentado a muchos como un tremendo bofetón después de una fiesta infinita. A pesar de que las galeristas lo han llevado con discreción, evidentemente tampoco ha sido cosa de un día para otro. Lucía Vilar nos ha contado que «sostener una estructura como una galería, con una serie de gastos fijos que todos los meses hay que cubrir cuando todos los meses no son iguales en ingresos, es muy complicado. Llega un momento en que tienes que parar, y valorar si realmente esa estructura física es necesaria. Con lo cual, nos parecía que cerrar con Ana Penyas era una buena forma de concluir una etapa de Pepita Lumier. Nos parecía un cierre muy chulo, a partir del que parar y replantear cosas. Pero seguir con la dinámica de la galería como espacio en València, no. Hay que parar y pensar».
Las palabras de Lucía dejan un amargo recado para todos. ¿No en València? ¿En otra ciudad sí hubiera funcionado? «Creo que sí», reflexiona. «Por muchas razones. València no es muy grande. Pero sobre todo, nos falta proyección internacional. Hay artistas que funcionan mejor de forma constante en otros lugares. El espacio físico abierto está muy bien como proyección, como punto de encuentro, pero al final hay que valorar muchas cosas, que llevan a tomar decisiones como esta».
Una apuesta con las características de Pepita Lumier, que se convirtió en un referente en tiempo récord, ¿en qué otro sector que no fuera el cultural habría tenido que cesar su actividad? «Ser referencia en cómic e ilustración, organizar distintas actividades y ofrecer culturalmente todo eso a la sociedad, no es paralelo a que entren los recursos necesarios para sostenerlo«, afirma. «Se ha conservado la imagen de que hemos hecho todo lo posible, de la mejor manera que hemos sabido, pero esto no se mantiene del aire».
¿En qué momento percibieron que la situación se hacía insostenible? «Ha habido momentos muy complicados a lo largo de estos cuatro años en los que lo fácil era parar, y aún así seguimos apostando. Cuando tienes un compromiso fuerte con un proyecto, no estás pensando en qué momento vas a tener que tomar esta decisión. Es al revés, cuando tienes que afrontarlo, compruebas cuántos cartuchos más quedan por poner. Al final, bajas a la realidad y te das cuenta de que no es cuestión de ponerle más cartuchos, sino de replanteártelo. Sentarse, parar, reflexionar y valorar todo el abanico de posibilidades, y en ese proceso estamos».
Como mínimo mensaje de esperanza, Lucía nos indica que Pepita Lumier como entidad no va a desaparecer. «El día 15 se cierra el espacio de la calle Segorbe». Para el futuro, «se valoran varias posibilidades, y necesitamos un periodo de reflexión. Quizá desde un entorno más digital y una proyección más internacional; son muchas cosas que hay que estudiar muy bien y con tranquilidad. De momento, lo planteamos como una parada».
«Los mensajes que recibimos son de que da mucha pena, que es una putada, y que mucho ánimo. Para nosotras, es muy gratificante ver que la gente nos ha apoyado».
Para los demás, es doloroso que los apoyos se hayan quedado en palabras. El cierre de Pepita Lumier es un golpe muy duro para otras iniciativas culturales que, a partir de hoy, se lo piensen demasiadas veces antes de ponerse en acción. No quiero ni pensar si llega el día en que las galerías de arte quedan absorbidas por el entorno digital. Si eso sucede, las calles serán más oscuras aunque, por lo visto, no para una masa crítica suficiente como para dar cabida a proyectos culturales del máximo nivel de calidad, ilusión y ganas. No en València.
Puede que después de Pepita Lumier se disipe la euforia y nos tengamos que quedar con el postureo.
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