Las respuestas artísticas de las mujeres cuando nadie les preguntaba
El Institut Valencià de l’Art Modern (IVAM) ha presentado la exposición A contratiempo. Medio siglo de artistas valencianas (1929-1980), una selección de 240 obras de 40 artistas. Mujeres. Es importante recalcarlo porque la muestra recoge sus propuestas artísticas cosechadas durante largas décadas en las que nadie les preguntaba su opinión, ni interesaba su forma de ver y representar el mundo.
A contratiempo propone un viaje histórico de gran calibre que abarca desde el abandono de España a pie a través de los Pirineos hasta la esperanza de que las cosas algún día podrían cambiar. Traducido en nombres propios, desde la obra de la cartelista Manuela Ballester, en tiempos de la II República, hasta la presentación en el Guggenheim de Nueva York de la exposición New Images From Spain de Carmen Calvo.
La gran mayoría de artistas son valencianas o residieron en la Comunitat de forma prolongada en el tiempo o fueron testigos de momentos clave de nuestra historia, como es el caso Gerda Taro y sus impactantes fotografías sobre la vida en la última capital de la República.
La muestra se divide en dos ámbitos: Una generación perdida: II República, Guerra Civil y exilio, que se inicia con la portada de la revista Blanco y Negro de Ballester, con carteles y fotografías de nombres como Elisa Piqueras o Amparo Segarra, cuya forzada salida de España truncó su evolución y que, además, la mayoría de su obra se haya perdido. El IVAM ha realizado un importante esfuerzo de investigación especialmente en esta primera parte de la exposición, al rescate de piezas significativas de un tiempo y un lugar que han pasado casi un siglo en la oscuridad.
El área Dictadura y Transición comienza con el reflejo del impacto sufrido por mujeres «que sufrieron una derrota cruel, al perder libertades de las que apenas tuvieron tiempo de disfrutar y fueron convertidas en sumisas, ‘ángeles del hogar’ como se les llamaba entonces», ha manifestado Isabel Tejada, junto a Mª Jesús Folch, comisaria de A contracorriente. La pintura Silencio (1953), de Juana Francés, reúne todos los méritos -estremecedores- para convertirse en un símbolo de esos años: la delgada mujer de pobres rasgos, ¿se tapa la boca o se la tapan?
Según nos aproximamos a los años 60, la pinturas, fotos y composiciones ya empiezan a introducir paulatinamente incitaciones a la resistencia política, y asoman los nombres de Soledad Sevilla y la citada Carmen Calvo, o la ironía puramente pop de Ana Peters.
Mención aparte merecen dos apartados de este área: la serie de obras reunidas bajo el epígrafe De profesión: sus labores, que exhibe trabajos de artesanía tradicionalmente considerados femeninos, a los que volvían las artistas valencianas de los 70 para ahuyentar demonios o explorar sus posibilidades creativas. Petit point de complejidad geométrica, descontextualizaciones de instrumentos de cocina, de cuidado de los niños, se convierten en perfectos ready-mades de rebeldía, angustia, rabia o anhelo de libertad.
Y resulta también una valiosa aportación las piezas de fotoperiodismo, un elemento que no suele encontrarse con frecuencia en las paredes de los museos. Los trabajos de las primeras fotoperiodistas durante la transición son particularmente impactantes. El visitante lo puede comprobar observando las fotos del reportaje de Ana Torralba, hoy presente en la exposición, sobre el manicomio de Bétera publicado en la recordada revista Valencia Semanal.
Las artistas que lucharon por su creatividad durante años verdaderamente oscuros han agradecido el esfuerzo del IVAM, en colaboración con la Fundación Banco Sabadell, por haber logrado reunir esta impresionante muestra procedente de fondos propios y, sobre todo, de muchos otros museos y colecciones particulares.
Una exposición que realza el poder único del arte para enseñarnos la sombra de la Historia, precisamente en este año en que el poder femenino no deja de crecer. Un acierto en todos los sentidos del que podrán disfrutar desde mañana hasta el 2 de septiembre.
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