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La España rural acelera: el emprendimiento femenino gana terreno

En los municipios de menos de 5.000 habitantes, las mujeres ya lideran la creación de empresas: un cambio de ciclo que combina arraigo, innovación y nuevas redes de apoyo para convertir territorio en oportunidad.

La España rural acelera: el emprendimiento femenino gana terreno
Publicado a 22/12/2025 12:25

Hay un dato que obliga a afinar la mirada sobre el emprendimiento rural en España. En 2024, el porcentaje de mujeres que están arrancando negocios en municipios de menos de 5.000 habitantes alcanza el 7%, por delante del 5% de los hombres, según el informe GEM España 2024-2025. No es una anécdota estadística: es una señal de cambio de ciclo en un territorio que, durante años, se ha explicado desde la pérdida -de población, de servicios, de oportunidades- y que hoy empieza a leerse también desde la iniciativa.

El mismo informe constata, además, que el emprendimiento reciente en el entorno rural se recupera: pasa del 4,7% en 2023 al 5,8% en 2024, mientras que las iniciativas consolidadas se mantienen en el 6,9%, incluso por encima de las urbanas. Todo ello en un país con miles de municipios por debajo de los 5.000 habitantes, que concentran a millones de personas y una parte significativa del territorio. La lectura es clara: el medio rural no solo vuelve a emprender; lo hace con un liderazgo femenino más visible en la fase más frágil, la del arranque, donde se decide si una idea llega a convertirse en empresa o no.

Ese giro también se observa desde dentro de la universidad. La Universitat Oberta de Catalunya (UOC), por su naturaleza online y su capilaridad territorial, detectó hace tiempo que una parte significativa de su comunidad reside o trabaja en áreas rurales: en torno al 17%. Y, dentro de esa base, la presencia femenina es claramente mayoritaria (alrededor del 63%). A partir de ese diagnóstico, la UOC estructuró una respuesta en forma de red, la Red UOC Rural.

Emprender en femenino

En la conversación pública, aún hoy parece que se contrapone «rural» a «oportunidad». Sin embargo, lo que estamos viendo encaja mejor con una combinación de palancas que, juntas, ayudan a explicar por qué muchas mujeres están encontrando en su territorio una plataforma real de lanzamiento.

La primera tiene que ver con el diseño de la vida profesional. En un mercado laboral con menos alternativas de empleo asalariado cualificado, emprender deja de ser un plan B y pasa a ser el vehículo para decidir dónde vivir y cómo trabajar. En muchos casos, la conciliación aparece como detonante, pero conviene leerla bien: no se trata de «bajar el listón», sino de rediseñar el modelo, ganar autonomía sobre el tiempo y construir una actividad con sentido, arraigo y recorrido.

La segunda palanca es que la economía rural ha cambiado de piel. Ya no hablamos solo de producción primaria, sino de transformación agroalimentaria, servicios profesionales, turismo de experiencia, economía del cuidado, cultura, digitalización y soluciones climáticas. Ese mix abre espacios competitivos donde la proximidad, el conocimiento local y la reputación comunitaria suman. Además, el consumidor valora cada vez más la trazabilidad, el kilómetro cero y la autenticidad; y ahí el medio rural juega con ventaja cuando esas promesas no son marketing, sino realidad cotidiana.

La tercera es el coste de experimentar. En muchos territorios, la inversión inicial puede ser menor (espacios, alquileres, infraestructuras). Aun así, el auge convive con barreras estructurales conocidas: financiación, conectividad, burocracia, acceso a talento y a servicios de apoyo. El informe del Observatorio del Emprendimiento de España recoge también la insistencia de los expertos en mejorar políticas públicas y sistema de financiación como palancas para incentivar la actividad emprendedora. Si el emprendimiento femenino rural está liderando el arranque, es precisamente el momento de asegurar que esos proyectos no se quedan en la cuneta por falta de músculo.

Desarrollo integral

Carles Rocadembosch, coordinador técnico de la Red UOC Rural de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), sitúa el fenómeno en clave de impacto y transformación territorial: impulsar el emprendimiento en entornos rurales tiene efectos directos en diversificación económica, oportunidades laborales, innovación y digitalización, valorización de patrimonio y recursos locales, fortalecimiento comunitario y relevo generacional. Su enfoque conecta con una realidad observable: cuando una emprendedora abre una vía, no solo crea un negocio; amplía el menú de futuros posibles para el municipio.

En el terreno, esa foto del cambio de perfil -más joven y más femenino- se refuerza. Rocadembosch explica que en prácticamente todos los proyectos en los que trabajan en contextos rurales detectan una mayor actividad de mujeres, desde prácticas universitarias y trabajos finales hasta proyectos sobre vivienda, cultura, turismo o iniciativas vinculadas al arraigo. Y añade un matiz estratégico: que jóvenes y mujeres lideren procesos de creación de iniciativas (sociales, culturales, cooperativas y económicas) es determinante para construir comunidades más dinámicas, con más oportunidades y, sobre todo, con más arraigo. «Arraigo», subraya, es un concepto más integrador y más estable en el tiempo que el de «repoblación», a menudo más difícil de sostener.

Oportunidades concretas: dónde se está creando valor

Aterrizando el fenómeno, hay varios espacios donde el emprendimiento femenino rural está encontrando oportunidades especialmente claras. Uno es la transformación agroalimentaria y las marcas de territorio: productos con historia, calidad y canal corto. Otro es la economía circular, con proyectos que convierten excedentes y subproductos en nuevas líneas de negocio. También destacan los servicios de proximidad con enfoque profesional (cuidados, educación, bienestar, acompañamiento a mayores, servicios técnicos), la cultura y el turismo con contenido (pasar de «visita» a «experiencia»), y la digitalización aplicada (e-commerce, formación online y herramientas para cooperativas y pymes).

Desde la observación de la Red UOC Rural, además, se confirma una predominancia del ámbito de servicios «en sentido amplio», con un desplazamiento respecto a un emprendimiento más tradicional centrado en el sector primario «puro». Aparecen servicios vinculados al consumo y a la valorización de productos agroalimentarios; se mantiene la transformación agraria, pero con un «carácter de cuidado» y una mirada regenerativa o más cuidadosa con el entorno; crece la innovación orientada a nuevos públicos y mercados; y gana peso la innovación tecnológica.

En turismo, la tendencia que describen no apunta a modelos de masas, sino a propuestas que buscan integrar la actividad sin degradar el territorio: experiencias ligadas a ganadería extensiva (rebaños, pastores y pastoras), contacto con productos en su proceso de elaboración y actividades en entornos naturales desde una lógica de cuidado.

Y, junto a ello, aumenta el papel de la cultura y de los proyectos sociales y culturales dentro del emprendimiento rural. De hecho, Rocadembosch señala que muchas consultas que reciben giran alrededor de la economía social y cooperativa.

La clave no es elegir una única vía, sino comprender que el medio rural ofrece un campo de juego híbrido: se puede producir, transformar, comercializar y comunicar desde el territorio, y hacerlo con una identidad de marca que compite por diferenciación y no solo por precio.

¿Por qué ahora es un mejor momento para emprender en un pueblo?

Más allá de los factores económicos, Rocadembosch ordena las ventajas de emprender en un entorno rural en tres planos.

El primero es de contexto: lo rural vive un auge de visibilidad en discursos y medios, pero con un atractivo más actual que rompe relatos antiguos, tanto el idilio romántico como la idea de atraso. «En pocos años, se han desmontado tópicos y eso favorece el emprendimiento», expresa.

El segundo es institucional: hoy existen mecanismos de apoyo «más coordinados, mejor articulados y más numerosos que nunca».

Y el tercero es comunitario: un tejido social y cultural más proclive al arraigo, válido tanto para quienes nacieron en el territorio como para quienes vuelven o llegan atraídos por lo rural, «más allá del efecto coyuntural de la pospandemia».

La cuestión estratégica: no solo cuántas emprenden, sino cuántas perduran

El dato de que, en el arranque rural, las mujeres superen a los hombres es una fotografía potente. Pero el reto, ahora, es que esa ventaja se traduzca en empresas sostenibles y escalables. Esto exige financiación adaptada al ritmo real del medio rural, acompañamiento técnico (no solo inspiración) y redes que abran mercado. También exige conectividad, colaboración público-privada y una narrativa que deje de tratar el territorio como periferia y lo entienda como espacio de innovación y liderazgo.

Y obliga, además, a afinar un punto crítico que a menudo se da por supuesto: el mercado. Entre las dificultades para sostener y hacer crecer estos negocios, Rocadembosch identifica una especialmente relevante: «imaginar el mercado», es decir, pensar públicos y canales de forma innovadora para no caer en sistemas de distribución o de atracción de público poco sostenibles.

En turismo, por ejemplo, el desafío es atraer visitantes sin depender de desplazamientos masivos o de un uso intensivo del coche privado. Y en la distribución de productos, evitar sistemas tradicionales con una huella de carbono elevada. En síntesis: innovar no solo en qué se ofrece, sino en cómo se produce, se distribuye y se llega al público.

Si algo demuestra este auge es que el emprendimiento femenino rural no es una tendencia marginal. Es una palanca central de competitividad territorial y de liderazgo económico con impacto. Si se cuida el aterrizaje (soporte, red y capital) y se resuelve el «cómo del mercado» -canales, movilidad, distribución-, el dato del 7% no será un pico coyuntural, sino el inicio de una nueva normalidad.

Firma
Fotografía de Sara MartíSara MartíCoordinadora editorial. Graduada en Periodismo por la Universidad Jaume I, estoy especializada en contenido web y ediciones digitales por el Máster en Letras Digitales de la Universidad Complutense de Madrid. Mi experiencia en el mundo de la comunicación abarca desde el institucional hasta agencias y medios de comunicación. Al día de la actualidad empresarial y financiera en Economía 3 desde marzo de 2021.
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