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Baby boomers y Generación Z, en la misma oficina

Hasta cuatro generaciones conviven hoy en las empresas. La forma de concebir el trabajo de un baby boomer poco tiene que ver con la de un miembro de la generación Z. Sin embargo, estas diferencias en la manera de entender el mundo laboral tienen una explicación: los acontecimientos que a cada generación le ha tocado vivir.

Baby boomers y Generación Z, en la misma oficina
Publicado a 27/11/2025 12:08 | Actualizado a 28/11/2025 12:08

Aquello de que «los jóvenes de hoy no quieren trabajar» es una crítica que todos hemos escuchado alguna vez. Suele venir acompañada de una mirada al pasado, como si antes todo fuera esfuerzo, sacrificio y vocación. Pero detrás de esa afirmación hay una gran brecha generacional en la forma de entender el trabajo y el lugar que este ocupa en la vida de cada uno.

Según una encuesta de la consultora Robert Walters, más de la mitad de los profesionales de la Generación Z en el Reino Unido no aspira a ocupar puestos directivos intermedios. No es desinterés ni falta de ambición, sino una redefinición del significado del éxito. Para los más jóvenes, el bienestar, la flexibilidad y el propósito pesan más que los ascensos o los títulos.

Cada generación ha sido moldeada por su contexto: crisis económicas, avances tecnológicos y transformaciones sociales que han cambiado la relación con el empleo. Actualmente, en las empresas españolas conviven distintas generaciones que aportan visiones muy diversas sobre el mundo laboral.

En una misma oficina podemos encontrar a los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964, aunque en España este fenómeno comenzó y terminó algo más tarde); la Generación X (entre 1965 y 1980); los millennials (nacidos de 1981 a 1996) y la Generación Z (de 1997 en adelante). Cada una de ellas tiene su propio relato sobre qué significa trabajar y cómo se construye una carrera profesional de éxito.

Se trata de una realidad que obliga a empresas y a equipos de Recursos Humanos a enfrentarse a una nueva dimensión de la diversidad: la intergeneracional.

Los baby boomers, la generación del compromiso

Se considera que la generación del baby boom en España nació entre 1958 y 1975, años que coinciden con el aumento de la natalidad. Este fenómeno se produjo más tarde que en Estados Unidos, donde el boom demográfico tuvo lugar entre 1946 y 1964. Los baby boomers, marcados por valores como el estatus y el respeto a la jerarquía, crecieron en una España que despertaba a la democracia tras décadas de dictadura. Vivieron el fin del aislamiento internacional, el desarrollo industrial y la apertura económica.

Fueron testigos y protagonistas de los grandes cambios sociales del país, como la incorporación de la mujer al mercado laboral, las primeras reivindicaciones por los derechos sociales y la consolidación de las libertades durante la Transición.

Para muchos de ellos, hacer carrera en una misma empresa representa el ideal de éxito. La lealtad se recompensaba, la estabilidad era la meta y el trabajo constituía una fuente de orgullo personal. De hecho, según un estudio del Instituto DYM y WIN, un 21 % de los baby boomers considera el empleo su principal vía de autorrealización, el porcentaje más alto entre todas las generaciones.

Este 2025, los nacidos en 1960 cumplirán 65 años y podrán jubilarse con la pensión completa si han cotizado 38 años y medio. Ahora, a medida que esta generación se retira del mercado laboral, también se despide una manera de entender el trabajo basada en el compromiso y el esfuerzo por encima de todo.

Generación X, entre la tradición y la modernidad

La Generación X, a menudo considerada la «generación olvidada», fue testigo del nacimiento de una nueva España. Sus primeros años laborales coincidieron con la década de los ochenta, un periodo marcado por la incorporación del país a la Unión Europea, la euforia de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. España se abría plenamente al mundo, y ellos crecían con esta transformación.

Esta generación también fue pionera en la adopción de la tecnología, cuando llegaron los primeros ordenadores personales, Internet y la telefonía móvil; herramientas que hoy parecen esenciales, pero que en su momento supusieron un cambio radical.

Según un informe de Pluxee, empresa de beneficios sociales, los X son trabajadores comprometidos y disciplinados, que valoran tanto la estabilidad como la autonomía. Al igual que los boomers tienen muy integrada la importancia del esfuerzo, pero también comenzaron a reclamar aquello que la generación previa apenas conoció: el equilibrio entre la vida personal y laboral.

En cierto sentido, son la generación «bisagra» o «puente» entre los millenials y los boomers.

Millennials, la generación de la crisis económica

A los llamados millenials se les ha acusado con frecuencia de ser impacientes, dependientes de las pantallas y reacios al compromiso. Sin embargo, detrás de esa caricatura hay una generación marcada por la incertidumbre y por un contexto histórico mucho más adverso de lo que suele reconocerse.

Nacidos entre principios de los años ochenta y mediados de los noventa, los millenials crecieron en un contexto internacional marcado por las guerras, la expansión de las tecnologías de la información y la llegada de la globalización. Pero sobre todo, su entrada al mundo laboral comenzó a partir de la gran recesión de 2008, un golpe económico que truncó las expectativas laborales y vitales de toda una generación.

Cuando estos jóvenes comenzaron a incorporse al mercado de trabajo, lo hicieron en un contexto de alto desempleo, contratos temporales y salarios bajos. La crisis frenó la independencia económica de esta generación, retrasando su acceso a la vivienda, a la estabilidad familiar y al desarrollo profesional.

En su artículo ‘Una generación ni perdida ni extraviada: aproximación demoscópica a los españoles’, la doctora en Ciencias Políticas y Sociología Elisa Chuliá demuestra, a partir de la Encuesta Funcas a Millennials (2019), que los jóvenes de esta generación no son una «generación perdida», sino un grupo que ha sabido afrontar con resiliencia las circunstancias de su tiempo.

Según el estudio, los millennials son más realistas y prudentes que hedonistas o egoístas, conscientes de sus limitaciones, pero también de sus logros. La gran diferencia es que no quieren vivir para trabajar, sino trabajar para vivir, y han introducido en el mundo laboral la idea de que un empleo debe tener propósito y no basta con ganar dinero.

Generación Z, en busca del bienestar mental

La Generación Z, los más jóvenes del mercado laboral, no concibe el trabajo como el eje central de su identidad. Han crecido en plena era digital, hiperconectados y con un acceso sin precedentes a la información.

En muchos aspectos, siguen la estela de los millenials: se dice que son individualistas, priorizan el bienestar personal y buscan un equilibrio entre cuerpo y mente.

Su entrada en el mundo laboral ha estado marcada por dos grandes acontecimiento: las consecuencias de la crisis económica de 2008 y la pandemia de la covid-19, que han condicionado sus expectativas y han fomentado una preferencia por el teletrabajo o los formatos híbridos.

Según una encuesta de Deloitte, la Generación Z valora especialmente la conciliación y cuida mucho la salud mental. El 86 % afirma que tener un propósito es lo más importante para su satisfacción y bienestar laboral. Para ellos, la estabilidad ya no se mide en años dentro de una empresa, sino en la capacidad de cambiar cuando algo deja de tener sentido. Por ello, son más propensos a la rotación laboral, porque están menos dispuestos a sacrificar su salud por un salario.

Los Z son, además, el grupo que menos cree en la meritocracia. De acuerdo con un informe de Ipsos, solo 1 de cada 4 jóvenes de entre 16 y 24 años cree que el éxito depende únicamente del esfuerzo y los méritos propios.

Fomentar la diversidad

En un artículo publicado en la revista Business Review de Harvard Deusto, Carlos Royo, profesor de psicología de organizaciones, subraya la importancia de reconocer las diferencias entre generaciones para fomentar equipos intergeneracionales más horizontales, donde cada grupo aporte desde su experiencia. Para lograrlo, Royo propone políticas que promuevan la diversidad en cinco áreas: reconocimiento, liderazgo, comunicación, atracción y gestión del conocimiento.

No se trata de crear estereotipos. Cada generación interpreta el trabajo de manera diferente, y eso es justamente lo que se debe aprovechar para construir entornos laborales más diversos.

Firma
Fotografía de Laura SanfélixLaura SanfélixGraduada en Periodismo por la Universitat de València, con un máster en Periodismo Político Internacional y otro en Comunicación y Marketing Político. He desarrollado mi trayectoria profesional en medios como Europa Press, así como en el ámbito de las agencias de comunicación. En la actualidad, escribo sobre información económica y empresarial en la web y la revista de Economía 3.
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