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Crónica del funeral de Estado por la DANA: Rabia, un nuevo comienzo y un fin

Un año después de la catástrofe, el país se reunió en Valencia para recordar a quienes se llevó la lluvia, en una ceremonia de duelo marcada por la dignidad y la tensión.

Crónica del funeral de Estado: Rabia, un nuevo comienzo y un fin

Los Reyes y demás Instituciones del Estado durante el homenaje a las víctimas de la DANA. Fte: Casa Real.

Publicado a 30/10/2025 12:08 | Actualizado a 31/10/2025 12:24

Dos hermanos caminan por la terraza del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, lugar escogido para celebrar el funeral de Estado en memoria de las 237 víctimas de la DANA, instantes antes de que comience la ceremonia. Su abuela fue una de ellas. Dentro del recinto había cierta confusión: familiares, personal de seguridad, autoridades y periodistas se arremolinaban en los accesos. El ambiente, como en todo funeral, era sobrio y triste, pero en este, además, se percibía algo distinto en el aire.

Apenas quince minutos antes del inicio del acto, antes de entrar al recinto, el Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, charlaban con una decena de familiares, representantes de las principales asociaciones y ponentes en la ceremonia. Mientras tanto, las personalidades comenzaban a acceder al recinto. Las familias esperaban ya sentadas desde hacía rato; en los rostros se podía adivinar fácilmente quién era familiar y quién político.

El funeral arrancó con un plano picado. El escenario se organizaba en torno a un monolito central sobre el que reposaban 237 rosas blancas, una por cada vida perdida. Con el Rey y el presidente del Gobierno todavía conversando fuera con los familiares de las víctimas, el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, accedía al recinto. Y hasta ahí duró el silencio, que se vio interrumpido por una oleada de gritos de los familiares al president. «Rata cobarde», «asesino» o «traidor». La situación era tensa y confusa, las críticas se lanzaban en todas direcciones, pero Mazón estaba ya sentado, solo, y hubo de encajar el estallido de la rabia y las críticas de los afectados, que lo encomendaban a la jueza de Catarroja.

El president Carlos Mazón durante las críticas de las víctimas al inicio de la ceremonia. Fte: RTVE.

La entrada del Rey en la sala devolvió la calma al espacio. Los gritos cesaron y comenzó la ceremonia con la lectura de los nombres de los fallecidos. A continuación actuó la artista valenciana María Bertomeu, «La María«, que interpretó su canción «Mon Vetlatori». Los sentimientos seguían a flor de piel, pero en el interior del auditorio de la Ciudad de las Artes y las Ciencias el ambiente era ya distinto y los fallecidos, ahora sí, recuperaban su protagonismo en el acto.

Tomaron entonces la palabra tres de sus familiares en representación de todos: Andrea Ferrari, Naiara Chuliá y Virginia Ortiz; a quienes el agua arrebató una madre, un esposo y un primo. En sus discursos, a las palabras de recuerdo a quienes ya no están, se sumaron las peticiones de apoyo a quienes ha golpeado la DANA. Mensajes valientes, emotivos y sentidos, que tuvieron como colofón las palabras de Ortiz, que recordaba entre aplausos que «no fue este fenómeno el causante de la catástrofe que hemos sufrido. Es quien omite su deber a sabiendas de que su omisión pone en riesgo vidas humanas quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes».

A los testimonios y las sucesivas piezas musicales les siguió el discurso de Felipe VI. El Rey quiso recordar «sobre todo a las víctimas de aquella tragedia, porque cada nombre, cada historia, cada persona, forma parte de una memoria que nos pertenece a todos y que entre todos debemos y queremos preservar». A las palabras de su Majestad les siguió el deseo de que estas llegasen «como un abrazo para quienes tanto perdieron, para quienes ayudaron y siguen haciéndolo, para quienes tratan de sobreponerse, para quienes aún buscan sus fuerzas en los recuerdos».

Al concluir la ceremonia se formaron algunos corros de familiares en torno al Rey Felipe y la Reina Letizia, que hablaban con ellos. También alrededor del presidente del Gobierno, mientras los representantes públicos comenzaban a abandonar el espacio, entre ellos Carlos Mazón. Fue entonces cuando se desató la segunda oleada de críticas al abandono institucional durante la riada, que terminaron en un cántico de «Mazón dimisión». Todo había acabado, pero ese algo continuaba estando en el ambiente y la tristeza y la tensión se palpaban. Algo había sucedido, cumplido justo un año de la catástrofe de la DANA, en un funeral de Estado que quizá se convirtiese también en uno político.

Raimon decía que en nuestra tierra la lluvia no sabe llover; pero a la salida del acto el agua caía de forma amable, casi como un llanto que parecía querer cerrar un ciclo. Junto a los demás familiares, los dos hermanos abandonaban el edificio. Todos habrán de seguir su camino, con la pérdida a cuestas y la certeza de que también la vida busca rehacerse. El funeral fue, a su modo, un cierre al drama que hemos vivido y el comienzo de la vida que hemos de vivir.

Firma
Fotografía de Borja RamírezBorja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
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