El mosaico vegetal que da vida a la Albufera, el mayor humedal valenciano

El Parque Natural de la Albufera de València guarda uno de los paisajes más diversos del Mediterráneo. Su valor reside en las aves que sobrevuelan el humedal, pero también en la sorprendente variedad de plantas que tapizan sus aguas, sus marjales y sus dunas. Una flora que, en silencio, sostiene el equilibrio ecológico de un entorno en el que la vida se organiza en torno al agua.

Más de 800 especies vegetales típicas de humedales conviven en este espacio natural, muchas de ellas catalogadas como raras, endémicas o amenazadas. La vegetación sumergida y flotante crece en los llamados ullals, manantiales subterráneos de agua, cuya calidad es muy alta en relación a su entorno. En la actualidad, representan el refugio de la flora y la fauna de agua dulce que antaño ocupaba cientos de hectáreas en la laguna.

A lo largo del marjal se localizan unos 50 ullals en distintos estados de conservación. Algunos, como el de Baldoví o el de Sants, han sido restaurados gracias al proyecto europeo Life Ullals, que los ha convertido en zonas genéticas y de biodiversidad dentro del parque natural. En ellos florecen plantas como la malva acuática o la trencadalla y el lliri blau, símbolo del paisaje valenciano y especie vegetal protegida de interés comunitario.

En el recorrido por la flora propia de la Albufera, también se encuentran la azucena de mar, correhuela marina, cotonet, poteta de colom, salicornia o limonio.

Vegetación de zonas húmedas y encharcadas

De la vegetación que habita zonas encharcadas durante una gran parte del año o con aguas permanentes, sobresale el carrizo, una caña alta y delgada, que puede alcanzar metro y medio de altura y se reconoce por su espiga plumosa de tono gris amarillento que se mece fácilmente con el viento.

La espadaña o enea, común en los humedales, llega a los dos metros y presenta tallos largos en forma de espada que terminan en una mazorca cilíndrica. En su interior se refugian insectos, anfibios y pequeñas aves, y antiguamente se utilizaba para tejer asientos de sillas.

El junco de laguna es una planta perenne que supera los dos metros y forma densas agrupaciones en las charcas poco profundas. Sus tallos, lisos y redondeados, carecen de hojas y nacen de un rizoma fuerte que se extiende con facilidad. También destaca la siempreviva, de hojas estrechas y flores amarillas muy vistosas, conocida por su aroma intenso. En València se utiliza cada mayo para confeccionar el tapiz de la Virgen de los Desamparados, y en el pasado se empleaba en infusiones contra la fiebre.

Arbustos mediterráneos y flora tradicional

El lentisco es un arbusto perenne cuyas flores masculinas y femeninas crecen en plantas separadas. Sus frutos, primero rojizos y luego negros, son ricos en aceites y servían de alimento a los estorninos. De su tronco se extrae una resina llamada mastic, que griegos y romanos usaban como goma de mascar y que hoy se aprovecha en floristería.

Por su parte, el mirto o murta es un arbusto aromático de hasta cinco metros de altura, con hojas verdes y brillantes. Sus frutos, los murtones, se usan para elaborar un vino aromático, mientras que sus ramas y hojas se aprovechan para perfumar calles y fiestas populares.

Entre las especies más llamativas de primavera se encuentran el jaguarzo o estepa d’arenal, con flores amarillas que antiguamente se quemaban para ahuyentar los malos espíritus, y el palmito, una pequeña palmera de hojas en forma de abanico típica de las zonas litorales y soleadas. También florecen el cuernicillo de mar, la floreta de pascua, el pinzell, la corregüela marina, el alhelí marino y la viborera marítima, esta última con tallos que se curvan como una serpiente.

El Club Alcatí, una apuesta por el cuidado de la Albufera

Desde hace cuatro años, el Club Deportivo Empresarial Alcatí, impulsado por Grupo Economía 3, desarrolla su actividad en el corazón del Parque Natural de La Albufera de València con un importante compromiso con la conservación de este entorno y con el mantenimiento del equilibrio entre la naturaleza, la tradición y la cultura valenciana.

La iniciativa se sustenta sobre tres pilares: la defensa de la arquitectura tradicional, la puesta en valor de la gastronomía local y la preservación de la vela latina. A través de estas acciones, el Club contribuye a la protección del paisaje y a la transmisión del conocimiento ligado a este ecosistema único.

El Club ofrece un espacio de convivencia donde empresarios, directivos y emprendedores pueden reunirse, compartir experiencias y generar sinergias en un entorno natural privilegiado. Para ello, dispone de tres ubicaciones dentro del parque: la Casa y Motor del Tancat de l’Alcatí, la Barraca de Fang i Pallús y la Barraca del Tío Aranda, situada en El Palmar y considerada la más antigua de la zona. Esta última goza de un alto grado de protección patrimonial, equiparable al de monumentos tan destacados como la Lonja de la Seda o la Catedral de València.

Así, el Club Alcatí se ha convertido en un ejemplo de cómo la actividad empresarial puede integrarse de forma respetuosa en el entorno natural, contribuyendo a su cuidado y difusión, para que futuras generaciones sigan disfrutando de la belleza y la identidad de la Albufera.