Ni ballet ni inglés: la extraescolar para los niños que quieren ser inventores
Además de sus propios centros, la Academia de Inventores lleva a los colegios una actividad extraescolar que fomenta la creatividad y el espíritu emprendedor de los niños y niñas que sueñan con convertirse en inventores
El CEO de Academia de Inventores, Luis Martín. Imagen: Academia de Inventores.
Ballet, inglés, teatro, fútbol… casi todos hemos participado en alguna actividad extraescolar durante la infancia, con mayor o menor entusiasmo. Sin embargo, para Luis Martín, estas opciones tradicionales se han quedado algo «denostadas», pues a menudo se perciben más como un lugar donde «aparcar» a los hijos que como una verdadera experiencia para despertar su curiosidad. De esa reflexión nació su deseo de crear una escuela en la que los niños pudieran soñar, desde pequeños, con lo que él mismo anhelaba de niño: ser inventor.
Hace cinco años, Martín, junto a otros dos socios, también ingenieros, decidió fundar Academia de Inventores, una escuela de educación STEAM que ya cuenta con sedes en Zaragoza, Madrid y València. Su misión es formar a los inventores del futuro mediante clases, talleres, campamentos y kits educativos.
Actualmente, además de contar con centros propios, Academia de Inventores está llevando su método de aprendizaje a distintos colegios de España a través de una actividad extraescolar en la que los niños no solo adquieren conocimientos útiles para su futuro profesional, sino que también se divierten creando e inventando.
Academia de Inventores, un «conservatorio» de ciencia y tecnología
Martín y sus socios soñaban con ser inventores de niños, pero sus padres los apuntaron al conservatorio. «A mí, por ejemplo, me apuntaron a flauta travesera y, al final, lo acabé dejando porque no era lo que me apasionaba», recuerda el CEO de Academia de Inventores. Esta experiencia le inspiró para crear esta academia privada, diseñada y tematizada para ofrecer un aprendizaje más motivador.
«Queríamos crear un espacio que fuera como un conservatorio, pero para niñas y niños con inquietudes científicas», explica Martín en una entrevista con Economía 3. El objetivo al fundar Academia de Inventores era, precisamente, ofrecer a los niños un lugar donde pudieran explorar sus intereses científicos y tecnológicos desde pequeños, algo que él mismo echó en falta durante su infancia.
Así nació el espacio, primero en Zaragoza, estructurado en torno a cuatro áreas: mecánica, robótica, ciencia y programación, donde los niños pueden aprender de manera práctica y divertida mientras desarrollan habilidades para el futuro.
Aprender de forma lúdica
Al inicio del proyecto contaron con el apoyo de la Editorial Edelvives, que entró como inversora y les permitió llevar a cabo un proyecto más ambicioso de lo que inicialmente habían previsto. La primera academia física se abrió en Zaragoza, y desde entonces la iniciativa se ha expandido con nuevas sedes en Madrid y València, alcanzando a más de 2.500 alumnos de forma presencial.
En estos momentos, los esfuerzos están puestos en la expansión de su división de actividades extraescolares a colegios de toda España. Estas actividades no son talleres convencionales: los alumnos trabajan en equipo, desarrollan proyectos propios y aplican la innovación desde bien pequeños. No se trata solo de montar robots o realizar experimentos, sino de prototipar ideas, aprender a resolver problemas y adquirir competencias que serán útiles para su futuro profesional.

Niños en una actividad. Imagen: Academia de Inventores.
Si en un conservatorio hay asignaturas como solfeo o coro, aquí las materias son mecánica (comprender cómo funcionan las cosas construyéndolas con sus propias manos), robótica (dar vida a las ideas con tecnología), ciencia (experimentar y despertar la curiosidad) y programación (para desarrollar lógica y creatividad digital).
Learn by doing
La premisa principal de la actividad es learn by doing, aprender haciendo, mediante proyectos trimestrales o anuales. En la semana de mecánica, por ejemplo, los alumnos trabajan en modelado 3D. La siguiente se centra en ciencia, donde aprenden qué es la repetibilidad de un experimento. Después llega la programación, en la que se inician en Python o MicroPython.
«Venir a nuestra extraescolar no solo significa aprender a construir un invento, sino también adquirir una serie de habilidades y herramientas que, si acaban siendo ingenieros, científicos o biólogos, les serán muy útiles. No se trata solo de jugar a montar robots», cuenta el CEO.
De esta forma, los niños se adentran poco a poco en cada disciplina, avanzando con experimentos que, aunque puedan parecer inconexos al principio, terminan encajando. En el proyecto final comprueban que todo lo aprendido tiene sentido y funciona.

Niños realizando un invento con frutas. Imagen: Academia de Inventores.
En uno de los niveles, por ejemplo, los pequeños construyen una mini aspiradora con luces, controlada por un interruptor. «Puede parecer algo simple, pero ver cómo se materializa lo que han aprendido es lo que les motiva a seguir explorando y descubriendo hasta dónde pueden llegar», relata.
El lema de la escuela es: «Si un niño tiene una idea loca, que pueda prototiparla». Así, los alumnos terminan sintiéndose verdaderos inventores porque han creado algo que puede fallar, romperse, mejorar o personalizarse. «Esto hace que vengan a cada sesión con tantas ganas como sus padres. De hecho, si no hacen los deberes, algunos padres los ‘chantajean’ con no traerlos. Seguro que eso en inglés no pasa», bromea Martín.
Emprendimiento y desarrollo sostenible
Además de conocimientos técnicos, los niños desarrollan habilidades blandas como comunicación, confianza en sí mismos y espíritu emprendedor. De hecho, la Academia también incorpora temáticas de emprendimiento, intraemprendimiento y Objetivos de Desarrollo Sostenible, preparando a los alumnos para enfrentarse a retos del mundo resal.
«Los alumnos de 15 o 16 años ya no tienen un proyecto guiado, sino que son ellos mismos los que crean un proyecto. Por ejemplo, hace dos años, un grupo decidió hacer un brazo robótico para ayudar a personas con artrosis. A partir de ahí, si su fin es más social, nos presentaremos a un concurso de impacto social. Si su fin es más de emprendimiento, enfocaremos su aprendizaje a que puedan presentarlo en un concurso de emprendimiento», asegura.
La Academia, además, ha demostrado ser un laboratorio para evaluar el interés en STEAM, especialmente entre niñas. Hasta los 12 años, la participación es equilibrada, pero a partir de esa edad la participación femenina disminuye significativamente. Por ello, están colaborando en un proyecto europeo dotado con 3 millones de euros que busca reducir la brecha de género en las habilidades de STEAM, sobre todo en la parte de educación secundaria.
Laura SanfélixGraduada en Periodismo por la Universitat de València, con un máster en Periodismo Político Internacional y otro en Comunicación y Marketing Político. He desarrollado mi trayectoria profesional en medios como Europa Press, así como en el ámbito de las agencias de comunicación. En la actualidad, escribo sobre información económica y empresarial en la web y la revista de Economía 3.
El IESE clausura su 38 edición del PDD en Valencia con gran presencia de mujeres
Redacción E3
La VIU celebra el acto de apertura del curso académico 2025/26
Redacción E3
El MEET, la feria de empleo de ESIC, reúne en Valencia a más de 80 empresas
Redacción E3








