Washington y Pekín pactan en Madrid el futuro de TikTok tras años de tensiones

Madrid amanecía esta semana como epicentro de un pulso que trasciende la economía y sitúa a nuestro país como protagonista de la geopolítica global. En el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, se daban cita durante la semana las delegaciones de Estados Unidos y China para una nueva ronda de negociaciones sobre aranceles, exportaciones y, sobre todo, el incierto futuro de TikTok.

A medio día del lunes, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, confirmaba haber alcanzado un acuerdo con China sobre la red social TikTok para que su propiedad quede en manos estadounidenses, aunque ha rehusado dar detalles de la operación.

«El marco del acuerdo es que (TikTok) cambie a una propiedad controlada por Estados Unidos, pero eso lo tendrán que confirmar los líderes el viernes. Nosotros ponemos un marco, ellos tendrán que confirmar el acuerdo», ha dicho Bessent en referencia a la llamada que mantendrán los presidentes Donald Trump y Xi Jinping.

«No vamos a hablar de los términos comerciales del acuerdo porque es entre dos partes privadas, pero los términos comerciales ya se han acordado», ha añadido Bessent en declaraciones a los medios de comunicación a las puertas de la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Un acuerdo que «va a encantar a los jóvenes estadounidenses»

Minutos antes de las declaraciones de Bessent, el presidente de EE.UU. anunciaba en su red social un acuerdo que iba a «encantar» a los jóvenes estadounidenses. Trump había establecido de plazo hasta el 17 de septiembre para que la matriz china de TikTok (ByteDance) vendiera la filial de la red social en EEUU, ya que no veía con buenos ojos que el Gobierno de Pekín pudiera tener acceso a datos de millones de ciudadanos.

Bessent y el representante de Comercio de EEUU, Jamieson Greer, han explicado que el pacto ha sido posible gracias a la intervención de Trump y a la «gran consideración que tiene por el presidente Xi», porque, «cuando tienen respeto el uno por el otro, las delegaciones también se respetan».

Según han explicado, en las reuniones de Madrid se han concentrado en TikTok para asegurar un principio de acuerdo «que respete completamente las preocupaciones de seguridad nacional de EEUU», pero asegurando al mismo tiempo que «los chinos tengan una inversión justa» en suelo estadounidense.

«No es ningún secreto que existen serios problemas en comercio, economía y seguridad nacional entre los Estados Unidos y China», ha destacado Greer, que ha considerado que el «respeto mutuo» ha sido clave para salvar las desavenencias respeto a TikTok.

No obstante, ha habido tiempo para tocar más superficialmente otros temas como el blanqueo de dinero, las importaciones de minerales o «el mal momento» que está pasando del fabricante de semiconductores Nvidia en China, donde está siendo investigado por presunta violación de las leyes antimonopolio.

Las negociaciones comerciales para un acuerdo arancelario continuarán con una quinta ronda de conversaciones previsiblemente dentro de un mes en un lugar aún por determinar.

España, escenario de la batalla por TikTok

España, anfitriona de esta cuarta cita tras las celebradas en Ginebra, Londres y Estocolmo, se ha mostrado satisfecha de que su capital sea sede del encuentro. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha agradecido la «confianza» de Washington y Pekín, y ha subrayado que la política exterior española busca tender puentes allí donde otros países levantan muros.

Pero mientras Madrid despliega su alfombra diplomática, Trump vuelve a utilizar los micrófonos como arma de presión. «Quizás la dejemos morir, o quizás… no sé, depende de China», declaró el presidente estadounidense al ser preguntado por el destino de TikTok.

No es un gesto menor: durante su primer mandato fue uno de los críticos más duros de la aplicación, al acusarla de ser un canal para que Pekín accediera a datos sensibles de los usuarios. Hoy, sin embargo, la defiende con un matiz electoralista: la red social le ha servido como plataforma para conectar con un electorado joven que lo mira con recelo en otros frentes.

Una historia de choques y pulsos

El conflicto que rodea a TikTok no nació en Madrid ni empezó este septiembre. El primer encontronazo se remonta, en realidad, a la primavera de 2024, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la ley conocida como Protecting Americans from Foreign Adversary Controlled Applications Act. Aquel texto obligaba a ByteDance a desprenderse de TikTok si quería seguir operando en suelo estadounidense. Washington lo justificó en nombre de la seguridad nacional; Pekín lo interpretó como un ataque directo contra su influencia tecnológica.

La reacción de la empresa china no tardó en llegar. Ese mismo mayo, TikTok presentó una demanda contra el Gobierno estadounidense. Alegaba que la ley atentaba contra derechos fundamentales de sus usuarios, incluida la libertad de expresión. El pulso judicial escaló hasta la Corte Suprema, que en enero de 2025 falló en contra de la plataforma, avalando la constitucionalidad de la norma.

La decisión, lejos de cerrar el capítulo, abrió un periodo de incertidumbre en el que la aplicación llegó a ser retirada temporalmente de las tiendas digitales antes de ser restituida tras negociaciones políticas.

Septiembre, la frontera definitiva para TikTok

El calendario marcaba entonces el 19 de enero de 2025 como fecha límite para la venta o cierre de la aplicación en Estados Unidos. Trump, recién regresado a la Casa Blanca, se encontró con el dilema de ejecutar el veto o ganar tiempo. Optó por lo segundo. Una serie de órdenes ejecutivas sucesivas fue extendiendo los plazos, con el argumento de dar espacio a las negociaciones con Pekín.

La última prórroga, firmada en junio de este año, estableció el 17 de septiembre como la frontera definitiva. Desde entonces, cada avance o retroceso en la mesa de negociación ha estado teñido por la sombra de esa cuenta atrás. TikTok se convirtió en un símbolo de la disputa: no solo una aplicación de entretenimiento, sino un tablero donde se cruzan la seguridad nacional, el comercio internacional y la influencia política en la era digital.

Madrid como punto de inflexión

La coincidencia de fechas otorga a la reunión de Madrid un carácter casi dramático. Lo que allí se discuta podría marcar no solo el destino de una aplicación utilizada por millones de jóvenes estadounidenses, sino también la dirección de las relaciones económicas entre las dos mayores potencias del planeta.

El trasfondo es claro: Washington busca garantías sobre los datos de sus ciudadanos y el control de las cadenas tecnológicas críticas, mientras Pekín acusa a Estados Unidos de instrumentalizar la seguridad nacional como excusa para frenar a sus empresas. Entre tanto, Europa observa desde la primera fila cómo la tensión entre ambos gigantes se libra en suelo europeo.

Lo que está en juego no es únicamente si TikTok seguirá funcionando en los teléfonos de millones de adolescentes estadounidenses. Es, en esencia, si la diplomacia puede imponerse a la desconfianza y si el diálogo puede todavía evitar que la tecnología se convierta en la primera víctima de una nueva Guerra Fría.