Bienestar y liderazgo: las claves de 600 directivos en sus viajes por trabajo

Los altos directivos viajan con frecuencia, y en muchos casos varias veces al mes, lo que puede suponer un reto para su equilibrio entre vida personal y profesional. La presión de mantener la productividad lejos de la oficina, sumada a las exigencias del liderazgo, puede derivar en problemas de salud como agotamiento, ansiedad, alteraciones del sueño e incluso trastornos cardiovasculares. Diversos estudios han mostrado que el estrés laboral sostenido y los desplazamientos frecuentes afectan tanto a la salud física como a la mental.

Aun así, en los últimos años ha crecido la tendencia entre los líderes empresariales a marcar límites claros y adoptar rutinas que priorizan el bienestar, incluso en plena agenda de trabajo. Mantener horarios fijos, programar descansos y elegir medios de transporte que permitan concentrarse son algunas de las estrategias más comunes para reducir el impacto del estrés.

Este cambio responde a una mayor conciencia sobre el coste real de un ritmo de trabajo sin pausas. En el entorno corporativo, cada vez está más claro que la salud del directivo repercute directamente en la salud de la organización.

Bienestar y desconexión como ventaja estratégica

Un estudio reciente elaborado por TravelPerk sobre hábitos de viajes ejecutivos —basado en una encuesta a 600 altos directivos de España, Reino Unido, Estados Unidos y Alemania— confirma que muchos líderes han dejado de ver los desplazamientos como una carga inevitable y buscan integrarlos en su estilo de vida. Algunos viajan acompañados de familiares o amigos, otros alargan su estancia para disfrutar del destino y un porcentaje creciente prioriza alojamientos que favorezcan el descanso y la alimentación saludable.

Estos hábitos están alineados con prácticas de bienestar más amplias: desde rutinas de ejercicio para combatir el jet lag, hasta técnicas para conciliar el sueño en entornos desconocidos. Al llegar a destino, muchos prefieren primero refrescarse o contactar con sus seres queridos antes de acudir a reuniones, evitando así el estrés inmediato.

El cambio de paradigma se refleja también en la elección del alojamiento: el 43 % prioriza un entorno tranquilo para descansar, seguido de un buen desayuno (40 %) y opciones de comida saludable (34 %). Nada más llegar a destino, lo primero que hace el 21 % es ducharse o refrescarse, y un 17 % aprovecha para contactar con sus seres queridos. Solo el 3 % va directamente a la oficina, frente al 7 % de los empleados más jóvenes. Está claro: los líderes están poniendo su bienestar en el centro para mantener su rendimiento durante los viajes laborales.

Aunque cada persona adapta sus estrategias, la coincidencia es clara: la desconexión parcial y el cuidado personal no son un lujo, sino una herramienta para mantener un rendimiento constante sin agotar las reservas físicas y mentales.

Viajar por trabajo ya no es una actividad en solitario

Los viajes de negocios han dejado de ser una experiencia solitaria. Un 73 % de los altos ejecutivos ha viajado acompañado en alguna ocasión, ya sea por su pareja (53 %), hijos (22 %), amigos (21 %) o incluso su mascota (7 %). En contraste, solo un 55 % del resto de empleados ha hecho lo mismo (pareja 36 %, hijos 14 %, amigos 14 % y mascotas 11 %).

El informe también destaca que uno de cada cinco ejecutivos (21 %) extiende sus viajes unos días más para disfrutar del destino, y un 16 % opta por alojarse en casa de amigos, familiares o compañeros, demostrando una clara tendencia hacia una forma de viajar más flexible y personal.

Rendimiento óptimo incluso fuera de la oficina

Casi la mitad de los CEOs (49 %) establece horarios estrictos mientras viaja, combinando de forma eficaz la productividad con momentos de descanso.

La consistencia es clave: el 44 % elige medios de transporte que favorezcan la concentración, como los vagones silenciosos de tren, y un 37 % invierte en WiFi a bordo. Estas decisiones no solo buscan aprovechar el tiempo, sino mantener el ritmo de trabajo y la conexión con sus equipos, incluso a kilómetros de distancia.

El riesgo de no desconectar

Especialistas en salud laboral advierten que no aprovechar las vacaciones o las pausas para desconectar realmente puede agravar el impacto del estrés acumulado. En algunos casos, al cesar la presión, el cuerpo reacciona con fatiga extrema, dolores de cabeza o resfriados, un fenómeno conocido como «síndrome de las vacaciones» o leisure sickness.

Este problema tiene su origen en la activación constante del sistema de respuesta al estrés, que, al relajarse, deja al descubierto la inflamación o el desgaste físico acumulado. La solución pasa por un descanso planificado, con reducción progresiva de la carga mental y hábitos que favorezcan la recuperación, como la actividad física moderada o el sueño reparador.

En un contexto en el que la salud y el liderazgo están estrechamente vinculados, la capacidad de un directivo para gestionar su tiempo, viajes y desconexión no solo impacta en su bienestar personal, sino también en la sostenibilidad de su empresa.