J. Monzonís, OTYM: «El textil debe diseñar, producir y vender en mercados clave»
«Cualquier texto legal nacional o europeo, por sí mismo, no va a cambiar la realidad de esta o de cualquier otra Industria», esgrime José Monzonís, director general corporativo del Observatorio del Sector Textil y la Moda (OTYM) con el que analizamos el efecto de la Ley de Industria en el sector textil.
Ingeniero industrial por la Universitat Politècnica de València (UPV), Monzonís cuenta con más de 30 años de experiencia en compañías multinacionales de la Industria Petroquímica, Ingeniería y Energía (EERR); en la administración -en áreas de energía, industria y tecnología- y sus corporaciones publicas -en financiación, infraestructuras y gestión del agua- y, más recientemente, en diversas organizaciones empresariales de la moda, textiles y el hábitat.

En su opinión, debería establecerse un Pacto por la Industria que favorezca la innovación tecnológica, la inversión productiva y «la reconstrucción de cadenas de suministro fiables desde sus etapas de extracción, procesado y tratamiento de materias primas en donde Europa ha ido perdiendo posiciones», asegura.
También aboga por una industria textil europea multilocalizada para aprovechar oportunidades en cualquier parte del mundo y, en especial, en Asía. «No se trata de fabricar allí para vender en el mercado europeo», matiza. «El reto de la Industria está en diseñar, producir y vender en esos mercados que son, sin duda alguna, los de mayor crecimiento mundial», recalca.
– La nueva Ley de Industria está generando un intenso debate en el sector. ¿Cuáles son los principales cambios que introduce y cómo pueden afectar a las empresas textiles?
La actualización de la actual Ley de Industria fue uno de los compromisos de reformas pactados con la Comisión Europea asociados a los fondos europeos. El Proyecto de ley recoge conceptos actuales como cadenas de valor, ecosistemas o clústeres sobre los que seguir enfocando las políticas de innovación, sostenibilidad y competitividad. E introduce, a su vez, el concepto de reto estratégico con carácter transversal.
El sector español del textil y la moda -que supuso el 2,9% del PIB español en 2022- forma parte integral de diferentes cadenas de valor internacionales, entre las que la moda y el hogar son significativas, si bien no son las únicas. Sus manufacturas forman parte, a su vez, de uno o más ecosistemas y, cada uno de ellos, agrupa a empresas de uno o más clústeres territoriales que cuentan con potentes centros de investigación, formación académica y profesional e industria auxiliar. Aunque hay retos comunes a todos ellos, también hay específicos por ecosistema como, por ejemplo, para el de automoción, aeronáutica y navegación, el de las energías renovables o el de agroalimentación.
El Proyecto de ley introduce también la figura de proyecto estratégico para facilitarles fondos, tramitación y autorizaciones en línea con iniciativas similares en comunidades autónomas, que podrían beneficiar a una mayor circularidad del sector con mayores facilidades para, por ejemplo, futuras plantas de reciclaje químico.
Así como establece una reserva estratégica de capacidades nacionales de producción industrial de la que, sin duda, deberán formar parte los productos textiles y de calzado destinados a la salud, defensa y protección.
Y, finalmente, incluye referencias al papel de las compras públicas innovadoras sobre la Industria. A la que deberían unirse las compras públicas ecológicas y, en algunos casos, europeas.
30.000M€ y 210.000 empleos
– La competitividad es uno de los grandes desafíos del sector textil. ¿Cree que esta normativa ayudará a reforzar la posición de la industria en el mercado global o podría suponer nuevas barreras?
Tal vez, por primera vez, hemos unificado las posiciones de una parte importante de la industria de la moda, textiles y el hábitat que, en conjunto, facturan 30.000M€ y dan empleo a 210.000 personas. Sus empresas -más de un 95% de pymes familiares con una amplia vocación exportadora- tienen retos comunes: incrementar su tamaño empresarial medio, competencias organizativas y posicionamiento (mercados); ampliar su intensidad tecnológica (productividad); y, a su vez, una mayor circularidad.
Cualquier texto legal nacional o europeo, por sí mismo, no va a cambiar la realidad de esta o de cualquier otra Industria.
La Ley debería formar parte, en mi opinión, de una batería más amplia de medidas de política industrial -de un Pacto por la Industria- basado, por un lado, en favorecer la innovación tecnológica, la inversión productiva -e, incluso, su multilocalización- y la reciprocidad comercial de una forma integral, holística y sistémica y, por el otro, en la reconstrucción de cadenas de suministro fiables desde sus etapas de extracción, procesado y tratamiento de materias primas en donde Europa ha ido perdiendo posiciones.
Podríamos poner el caso del litio, baterías y automóvil eléctrico (que estaba siguiendo una pauta parecida a la que sucedió con la cadena de valor de paneles fotovoltaicos). Pero también podemos poner el ejemplo de la dependencia de la industria farmacéutica europea de principios activos y otros medicamentos esenciales concentrados en China e India. Algo parecido pasa con las fibras textiles, tanto sintéticas como naturales, pues sobre el 80% de las que utiliza la industria europea proceden de Asía.
Pacto por la Industria
– ¿A qué se refiere cuando habla de Pacto por la Industria en esos términos?
A que es estupendo tener como objetivo promover el talento -y el Proyecto de ley lo hace- si bien no avanzaremos si no establecemos, por ejemplo, incentivos sociales para captar, formar y entrenar a muchos más jóvenes -ellos y ellas- en las competencias STEM fundamentales para la Industria en sus niveles académicos y profesionales.
Y, al mismo tiempo, si no facilitamos la incorporación de emigrantes cualificados. Y no solo en esta Industria. Si hablamos de potenciar la Industria Europea de Defensa me pregunto si, una de causas de los retrasos en la producción de los submarinos S-80 en Cartagena, no será la falta de personal cualificado. Porque no es el único caso.
O a que puedan aportarse incentivos públicos a la inversión productiva -y el Proyecto de Ley introduce nuevos Perte para ecosistemas estratégicos- sin el efecto multiplicador sobre la inversión que generan factores tales como la estabilidad regulatoria, seguridad jurídica, previsibilidad, flexibilidad y agilidad. Y, por contra, si se siguen presionando al alza los costes empresariales sin aumentos de productividad paralelos; si no limitamos las cargas administrativas sobre las empresas -el Proyecto de ley habla de ello; o si no logramos un mercado energético eficaz, adaptable y competitivo.
O a que es, por supuesto, encomiable fomentar la seguridad y calidad de los equipos, productos e instalaciones a través de regulaciones, estándares y normas -y el Proyecto de Ley lo establece como objetivo- sin abordar, en paralelo, la armonización drástica del mercado único europeo, la defensa de la propiedad intelectual frente a los fraudes y el refuerzo de los sistemas nacionales de vigilancia normativa en frontera, puntos de venta y plataformas digitales para impedir la competencia desleal de importaciones.
Impulso de tecnologías limpias
– La sostenibilidad y el cuidado del medioambiente también están entre sus prioridades. ¿Cómo cree que la Ley de Industria influirá en la transición hacia modelos más circulares y respetuosos con el medioambiente?
La circularidad, sostenibilidad y descarbonización no deberían verse como un «mantra» sino como lo que son en realidad: palancas para sostener en el tiempo el progreso económico, el desarrollo social y el bienestar globales a través de, por ejemplo, la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación empresarial. Y la Industria textil europea quiere formar parte de la solución a ese reto.
El consumo de prendas textiles en Europa no es más allá del 20% del consumo mundial en número de piezas. Pero debemos desarrollar nuevos estándares en ecodiseño, trazabilidad y pasaporte digital y, a la vez, seguir impulsando tecnologías limpias que compartir con el resto del mundo.
Hemos avanzado mucho en la sostenibilidad de los procesos industriales -las normas europeas se encuentran entre las más rigurosas que podemos encontrar en esta rama de actividad-. Ahora debemos dar pasos en su mayor circularidad incluyendo la gestión de residuos posconsumo.
En efecto, el Proyecto de Ley incluye la circularidad entre sus principios. Al igual que también lo ha hecho recientemente la Comisión Europea, en su propuesta de 26 de febrero para el impulso de una Industria Limpia, aunque un tanto enfocado en materias primas críticas de las que carecemos.
Los retos organizativos, tecnológicos, económicos y sociales que supone la gestión de los residuos -como una parte integrante de las economías circulares- son enormes.
Pero, también en esto, el sector está dando grandes pasos como la iniciativa colectiva de responsabilidad ampliada del productor RE-Viste que busca impulsar un ecosistema de recogida, clasificación y tratamiento de esos residuos eficaz, eficiente y adaptable a los nuevos mercados de materias primas secundarias.
Pero, por otra parte, esta Industria tiene la fortuna de contar con centros tecnológicos, fabricantes de maquinaria e industrias químicas auxiliares de ámbito internacional.
Cómo sobrevivir al nuevo tsunami tecnológico
– La digitalización es clave en la modernización industrial. ¿Qué papel juega en la transformación del sector textil y cómo puede impactar la nueva ley en este proceso?
Prácticamente ninguna actividad va a poder desligarse del nuevo tsunami tecnológico alrededor de la IA generativa que, en la práctica, es una etapa evolutiva de los procesos basados en datos (desde la recogida, comunicación, almacenamiento, procesamiento y optimización hasta la predicción, simulación y toma de decisiones).
En estos próximos años será importante acelerar la visión utilitaria de esas aplicaciones generativas en el sector, extender la trazabilidad de sus productos por razones diversas -incluyendo normativas- y sensorizar, monitorizar y automatizar -incluyendo robótica- sus procesos en retail, confección e industria textil para ganar en flexibilidad, eficiencia y agilidad. Para abordarlo hace falta estrategia, negocios rentables, mayores incentivos a la reinversión y competencias profesionales adecuadas.
Si a la IA unimos otras disciplinas -computación cuántica, aplicaciones biotecnológicas o nuevos materiales avanzados- asistimos a una nueva revolución a la que esta Industria no será ajena.
– Desde el Observatorio Sector Textil, ¿cómo están apoyando a las empresas para adaptarse a estos cambios normativos y mejorar su competitividad?
El Observatorio fue constituido por las dos principales organizaciones del textil y la moda españolas, Confederación Moda España y Consejo Intertextil Español, en noviembre de 2021 para acompañar a sus cadenas de valor -del retail, confección e industria textil- en su transformación hacia una mayor circularidad, sostenibilidad y descarbonización.
Vamos codo a codo con ambas organizaciones con un triple objetivo: servir de brújula estratégica al sector ante los cambios legislativos, actuar de herramienta de colaboración público-privada y colaborar, desde esa posición, en la definición, planificación y desarrollo de programas públicos de fondos para facilitar su transformación. E impulsamos ese triple objetivo convocando foros público-privados de reflexión, promoviendo la interlocución con grupos de interés y generando espacios para la colaboración empresarial.
Acompañamiento por parte del sector público
– La reindustrialización es uno de los grandes objetivos de la ley. ¿Puede el textil recuperar parte de su capacidad productiva en España o la deslocalización sigue siendo un factor determinante?
La Industria textil europea debe ser innovadora, tecnológica, sostenible y, en su caso, multilocalizada para aprovechar oportunidades en cualquier parte del mundo y, en especial, en Asía. No se trata de fabricar allí para vender en el mercado europeo. El reto de la Industria está en diseñar, producir y vender en esos mercados que son, sin duda alguna, los de mayor crecimiento mundial.
Hay conocimientos, tecnologías y equipos en nichos aprovechables. Pero, nuevamente, necesitamos que las administraciones públicas faciliten el crecimiento empresarial, acompañen compartiendo los riesgos y, por qué no decirlo, prestigien, ilusionen y respalden.
– La normativa introduce nuevos criterios en materia de financiación y apoyo a la innovación. ¿Qué oportunidades pueden aprovechar las empresas textiles en este sentido?
El Proyecto de ley deja esos criterios a sus futuros desarrollos. Es importante que esta Industria participe en el Foro de Alto Nivel que debe asesorar al Ministerio competente en la elaboración de la futura Estrategia Española de Industria y Autonomía Estratégica, sus Planes Anuales y Programas.
– La colaboración entre empresas, administración y centros tecnológicos es fundamental en este nuevo escenario. ¿Cómo se puede fortalecer esta sinergia para impulsar la industria textil?
No es ningún secreto: reforzando las políticas clúster que vienen haciéndose desde hace años. Pero, como indicaba antes, esas políticas no serán todo lo efectivas que debieran serlo si, por ejemplo, no se acompañan de medidas transversales que favorezcan el emprendimiento, la reinversión de los beneficios y el crecimiento del tamaño medio empresarial a través de la reducción de barreras administrativas, mercantiles, laborales y fiscales.
Esta Industria carece de un número suficiente de medianas empresas para que la innovación fluya eficaz, eficiente y, sobre todo, rápidamente en sus clústeres (sobre todo la basada en tecnologías disruptivas como la IA generativa).
Nuevas reformas para facilitar el crecimiento empresarial
– A corto y medio plazo, ¿cuáles son las claves para que el sector textil supere este momento decisivo y se consolide como una industria más innovadora y sostenible?
A lo largo de toda la entrevista hemos ido desgranando muchos de los retos colectivos del sector y, en su caso de su Industria manufacturera. Y, aun así, cada empresa tiene sus propios retos para sobrevivir, adaptarse o prosperar. Porque al final todo se resume en cuentas de resultados, balances de situación y flujos de efectivo sólidos.
La última cuestión es si vamos a impulsar en Europa y, más especialmente en España, reformas para facilitar el crecimiento empresarial, reforzar los mercados de capitales y fomentar fondos privados de ahorro con los que hacer frente a los futuros gastos en la defensa europea o si vamos a confiarlos exclusivamente en mayores impuestos, déficits anuales y deuda pública que puedan impactarnos negativamente en el medio y largo plazo.