La historia de la Fundación Colisée es peculiar, ya que dio sus primeros pasos hace 19 años como la Fundación Privada STS, nombre que tomaba de la empresa tarraconense de gestión de residencias que la fundó. En sus orígenes era una fundación pequeña que se dedicaba en exclusiva tutelar personas mayores con incapacidad judicial. Tal y como cuenta Vicente Moro, director de la fundación en nuestro país, ayudaban a gente que, por algún tipo de enfermedad, no podían tomar decisiones sobre sus vidas y no contaban con familiares que quisieran o pudieran hacerse cargo de ellos.
Durante 2020, el Grupo Colisée desembarca en España y compra varias empresas de gestión de residencias, entre ellas La Saleta en la Comunidad Valenciana y Grupo STS en Cataluña, pasando a estar al frente de la fundación. Este grupo de origen francés es una empresa de las que en el país vecino se llaman «con misión»; un tipo de firma que, además de hacer crecer su negocio, persiguen aportar un valor a la sociedad mediante toda una serie de certificaciones. Por ello decidieron potenciar la labor de la fundación, cambiando su nombre y trasladando a Valencia las oficinas centrales.
Fundación Colisée pasa entonces a ser de ámbito nacional, con el objetivo de crear programas que mejoren las condiciones de vida de personas mayores y gente con diversidad funcional. Desde hace ya cuatro años trabaja con este ámbito mucho más amplio. Hablamos con Vicente Moro acerca del trabajo que desarrolla la fundación.
Tres líneas de trabajo
-¿En qué se traduce todo ese trabajo que realiza la Fundación Colisée sobre el terreno, especialmente al comenzar a operar en ámbito nacional?
Con este cambio se estableció también un marco estratégico de la fundación hasta 2026, con tres líneas principales de trabajo. La primera se centra en los programas de atención directa a los beneficiarios. En segundo lugar el desarrollo e investigación en materia de cuidados, y, por último, la sensibilización.
Dentro de la primera línea estratégica tenemos un programa llamado «Historias Para Recordar», que tiene el objetivo de empoderar a las personas mayores a través de sus historias de vida. Lo que hacemos es seleccionar al azar a 20 personas mayores, escribimos sus historias de vida a través de un periodista y publicamos un libro con estas historia para demostrar que cualquier persona que llega a mayor tiene mucho que aportar a la sociedad.
Esas mismas personas participan después en un programa llamado «Profes Por un Día», en el que imparten charlas en colegios para demostrar a los más jóvenes que escuchar y aprender de las personas mayores es muy positivo y que se puede aprender mucho. En general, se trata de concienciar de todo lo que las personas mayores suman a la sociedad. Estos programas comenzaron en Cataluña en 2022, durante el año siguiente lo extendimos a la Comunidad Valenciana, y ahora lo estamos desarrollando en la Comunidad de Madrid.
Además de estos programas, nuestro trabajo también se enfoca en llevar a cabo acciones en el medio rural, especialmente a la hora de reducir la soledad no deseada de las personas mayores en este medio. Desarrollamos este programa en la comarca del Rincón de Ademuz, una zona de la España vaciada que cuenta con muchas aldeas y de gente que tiene problemas de soledad. En este sentido, trabajamos con una psicóloga que hace acompañamientos grupales para reducir esa soledad.
También contamos con el programa «Recibe más», con una atención muy personalizada enfocada en reducir la sensación de aburrimiento en las personas que se encuentran en residencias.
Personas valoradas por la sociedad
-Es importante remarcar que hablamos de sociedades cada vez más envejecidas y en las que el número de personas mayores va en aumento. ¿Cómo influye esta situación en la labor que desarrolláis desde la Fundación Colisée?
Nosotros trabajamos con el objetivo estratégico de que en 2050 más del 30% de la población española será mayor de 65 años. Es decir, varios millones de personas estarán en este periodo de envejecimiento y con una esperanza de vida cada vez mayor, que en la actualidad es de 85 años. Esto supone 20 años de jubilación en los que las personas mayores tienen que tener una calidad de vida acorde.
Los programas que hacemos buscan eso, visibilizar a las personas mayores en una sociedad en la que parece que cuando te jubilas dejas de existir y ya no tienes nada que aportar. Una persona es mucho más que su trabajo y por ello queremos que puedan participar, hacer voluntariado, ayudar a personas más jóvenes. En definitiva, que sean personas activas y valoradas por su sociedad.
Hablar entre generaciones
-En una sociedad cada vez más envejecida, a menudo las interacciones entre diferentes generaciones se plantea en términos de oposición. Aquellas generaciones más jóvenes contra las mayores. ¿Es importante una mayor comunicación intergeneracional?
Exactamente, muchos de nuestros programas buscan fomentar precisamente estas relaciones intergeneracionales. En los pueblos se da más este tipo de convivencia, pero en las sociedad urbanas de hoy en día es mucho más difícil que se dé. Hay que acercar a la gente, porque al final todas las generaciones se nutren unas de otras.
Si lo enfocamos desde el punto de vista laboral, también trabajamos para reducir el edadismo en las empresas. Existe un porcentaje de personas mayores de 50 años que tienen cuatro veces más dificultades para encontrar trabajo que una persona joven, cuando en el mundo laboral es tan importante contar con la frescura, las ganas y los nuevos conocimientos de los jóvenes, como de la experiencia y el saber hacer de los mayores.
En España existe todavía un prejuicio contra las personas mayores a la hora de contratarlas, porque parece que ya no aportan a la empresa. Las experiencias que hemos hecho entre distintas generaciones han culminado por crear una sinergias increíbles, sin rivalidad y dando lugar a una valoración entre ellos que les ofrece un gran enriquecimiento mutuo.
Problemáticas, preocupaciones y derechos
-¿Podríais poner algunos ejemplos de los casos de éxitos que habéis cosechado en la fundación?
Acabamos de lanzar hace muy poquito unas becas junto con la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) para que personas mayores de 65 años puedan estudiar. Buscamos que aquellos seniors que quieran seguir formándose, o que no pudieron ir a la universidad en su momento, puedan formarse ahora. Con ello demostramos que no existe edad para hacer cualquier cosa y que cumplir años no debe ser un impedimento ni una limitación.
También trabajamos en distintas líneas de desarrollo y con diversas universidades, como la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) o la (Universidad Complutense de Madrid), apoyando sus investigaciones. Fruto de este trabajo han surgido iniciativas como el desarrollo de plantillas 3D personalizadas para evitar las caídas de personas mayores con fragilidad.
En cuanto a la sensibilización, hicimos hace un mes en Burgos una muestra de cine sobre los derechos de las personas mayores para hablar de cuales son las problemáticas, preocupaciones y dar a conocer en qué consisten estos derechos. Creemos que el cine es una manera muy didáctica de hacer que la gente se acerque a las salas de cine para hablar de este tema.
La tecnología ayuda, pero no sustituye
-Nos encontramos en un momento de cambio en los que se está produciendo una digitalización acelerada en la sociedad. ¿Qué papel juega la tecnología en todas las actividades que realizáis, especialmente teniendo en cuenta que trabajáis con personas mayores? ¿Tiende esta sociedad a dejar atrás a las personas mayores?
Existe cierto prejuicio con respecto a la tecnología y las personas mayores. Se habla mucho de brecha digital, y es cierto que en algún grupo de personas mayores esta situación existe, pero hay muchas personas que están totalmente digitalizadas. No debemos asumir que son cosas que van necesariamente unidas, hay gente de 80 años que están perfectamente integradas en el mundo digital.
Lo que hay que hacer es apoyar esta formación. Esta convicción nos ha llevado a desarrollar, en colaboración con la Fundación Adecco, un programa de formación en tecnología para los internos en residencias de mayores.
La tecnología ayuda, pero nunca podrá ser la que sustituya el trabajo que todos debemos hacer. Hay quien se piensa que instalar una Alexa en casa es acompañar a sus mayores. Esto no funciona, la soledad se combate con acompañamiento especializado. Tiene que haber un afecto humano.
Un gran reto por delante
-¿Cuáles son los principales problemas a los que os enfrentáis a la hora de llevar a cabo vuestra labor, en qué pediríais que os ayudase la Administración y la sociedad civil?
Tanto la Administración como la sociedad civil deben ser conscientes del reto que supone el rápido envejecimiento de la población. Tenemos que ser conscientes de que España es el segundo país más envejecido del mundo, pero en unas décadas pasaremos a ser el primero. Tenemos una población mayor muy grande y debemos buscar formas de reducirla, ya sea con un aumento de la natalidad o con la llegada de población joven de otros países. De otra forma será muy difícil que salgamos adelante como sociedad.
Esto nos lleva irremediablemente a un segundo punto: no tenemos más remedio que integrar a esta población mayor en la sociedad. En la actualidad invisibilizamos mucho a las personas mayores, se les ve siempre como una carga. Hablamos de cuánto van a costar las pensiones y del coste que tiene el envejecimiento, cuando deberíamos plantearlo como un activo. Esto cambiará con el nuevo perfil de personas mayores que se van a jubilar en los próximos años, una clase de personas mucho más activa y reivindicativa.
Son retos muy grandes los que tenemos por delante y, por desgracia, creo que llegamos tarde. Por eso pedimos una ley que regule específicamente los derechos de las personas mayores. Yo lo imagino un poco como el consejo de mayores de las tribus, a quien todo el mundo consultaba cuando había algo importante que decidir, porque era quienes más experiencia tenían.
Colaborar con la Fundación Colisée
-¿Cómo pueden ayudar todas aquellas personas que quieran colaborar con la fundación?
Todas las entidades sociales aceptamos y agradecemos cualquier apoyo, hay mucho que hacer en la sociedad. Para participar hay varias opciones, una de ellas es ayudar en nuestros programas de acompañamiento a mayores en centros residenciales. Es un programa muy agradecido en el que muchas veces los voluntarios nos transmiten que han aprendido más de las personas a las que acompañan que lo que creen aportar.
También se pueden hacer socios de la fundación y apoyarnos con aportaciones económicas que nos ayudarán a mantener y ampliar estos programas. Hay mucho trabajo por hacer y el apoyo económico es importante para seguir haciéndolo.