Martes, 30 de Abril de 2024
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Leticia Poole, Universidad Europea: "El Estado se está poniendo las botas con la inflación"

Leticia Poole, UE: «El Estado se está poniendo las botas con la inflación»

España se sitúa por debajo del nivel prepandemia en renta por habitante. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), si se ajusta el ingreso per cápita por el Índice de Precios al Consumidor (IPC), se observa que el ingreso por individuo es un 2,7% menor al registrado antes de la pandemia del COVID. También apunta que las familias pagan 10.000 millones más en intereses.

Pese a que el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves mantener -por quinto mes consecutivo- los tipos de interés en el 4,5%, la decisión no ha sido unánime. El Consejo, pese a mantener una posición cautelosa, advierte señales que apuntan a una mejora de la situación. Por el momento, la población española enfrenta una situación de progresiva pérdida de capacidad adquisitiva.

¿Nos hemos empobrecido los españoles? ¿En qué momento se encuentra el mercado laboral español? ¿Ha funcionado la reforma laboral? De esta y otras cuestiones hablamos con Leticia Poole Derqui, profesora de Economía y Hacienda Pública de la Universidad Europea de Valencia.

Panorámica de la situación

España se sitúa por debajo del nivel prepandemia en renta por habitante. Según los datos del INE, se observa que el ingreso por individuo es un 2,7% menor al registrado antes de la pandemia. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Durante las dos primeras décadas del siglo, nuestro país ha experimentado un incremento de población de casi ocho millones de personas. Sin embargo, este aumento poblacional no se ha traducido en un incremento de la población activa, que en la actualidad está en el 37%. Es una tasa bajísima y, especialmente, si se compara con Alemania, donde trabaja el 57% de la población.

Tenemos dos datos que nos dan una primera imagen panorámica: un aumento de la población que no consiste en personas activas y productivas, ni en una mayor tasa de natalidad, sino que es un aumento de la inmigración. Cuando hablamos de renta per cápita, dividimos la renta por el volumen de población, por lo que este aumento del denominador podría ser una de las causas que explique esta bajada de la renta.

El segundo elemento para explicar esta situación es el mercado de trabajo. Es importante resaltar que no sólo aumenta la población, sino que disminuye el porcentaje de población activa. Debemos preguntarnos qué falla en el mercado laboral para que no esté absorbiendo este aumento migratorio. El salario mínimo ha subido un 45% en los últimos tres años y, a su vez, hemos creado todo un sistema de subsidios para las personas con necesidad. Hay, además, un alto porcentaje de población migrante que parte de cero.

Eso es un coctel explosivo para la gente que tiene una productividad marginal, inferior al salario mínimo, y que no logra ser contratada. A eso hay que añadir que existe una serie de incentivos perversos debido a los subsidios.

No debería haber problema con que crezca la población debido a la inmigración, pero para ello no hay que tener un sistema laboral que no penalizara la contratación de personas con baja productividad. Muchas de estas personas están trabajando en negro o están cobrando un subsidio. El salto entre trabajar o no, a menor ingreso, se reduce para las personas con rentas mínimas. Lo que pierdes de subsidio no se ve compensado a lo que ganas de salario.

¿Cómo se penaliza la contratación?

-Tenemos además una de las tasas de paro entre la gente joven más altas de Europa. 

Lo achaco a que nuestro mercado laboral es profundamente perverso, ya que penaliza la contratación de este tipo de perfiles. Por una parte debido a la barrera que supone este salario mínimo, teniendo en cuenta que el coste del trabajo no es únicamente lo que paga el empresario, sino también el coste laboral del despido. Todo ello hace que tengamos un mercado laboral ineficiente.

No hemos sabido sacar provecho de nuestra política demográfica y traducir el aumento poblacional en un aumento de nuestra capacidad productiva o de participación en el mercado laboral.

Estos problemas repercuten en muchas direcciones. Uno de esas derivadas se observa en el problema de la vivienda en España. Debemos tener en cuenta que nuestro país ha aumentado su población en ocho millones de personas sin haber aumentado la producción de vivienda.

¿Perdemos capacidad adquisitiva?

-¿Estamos perdiendo capacidad adquisitiva, además?

Todas las franjas de renta han perdido capacidad adquisitiva y posición competitiva en comparación a los países de nuestro entorno. Los hogares españoles ganan lo mismo hoy que en el año 2020. En el año 2002, la renta mediana y media era de 30.000 y 40.000 euros respectivamente. No la mantenemos a estos niveles en la actualidad, hay una desviación que se observa en todos los tipos de renta, con un coste de vida mayor que entonces.

Si hacemos la comparación con el resto de países de la Unión Europea (UE), la tendencia se observa todavía más clara. Según los últimos datos del INE, la renta mediana era en 2022 de 17.162 euros por persona en España, mientras que en la zona euro es de 23.600.

Hemos perdido la convergencia que habíamos ganado los años anteriores

Hemos perdido la convergencia que habíamos ganado los años anteriores. Solamente Italia ha mostrado un comportamiento similar, y aún así mantienen su renta mediana alrededor de los 21.000 euros, así que todavía están mejor que nosotros.

-¿Cuándo se ha producido de forma más acusada esta pérdida de renta?

Debido a la inflación, que es una de las grandes culpables, se ha producido durante los últimos cinco años. Hay que tener en cuenta que la presión impositiva ha ido aumentando de manera muy acusada. Hay una serie de impuestos creados escondidos en los precios que pagamos, como los derechos de emisión de gases de efecto invernadero. Existe un estudio del Banco de España que cifra en un 20% el aumento del precio de la luz derivado de este tipo de impuestos en 2022.

Este aumento impositivo redunda en los impuestos que pagamos por todo. Unido a los problemas que hemos mencionado al principio, se vuelve un cóctel explosivo.

La situación, ¿viene para quedarse?

-Más allá de esos factores estructurales, existen otros factores coyunturales que, como la inflación, perjudican el nivel de renta. ¿Han venido para quedarse o son un fenómeno pasajero?

La inflación se ha creado debido a varios factores. El primero es el incremento de la masa monetaria en circulación que se produjo, ya antes, pero especialmente durante la pandemia. Ese aumento es, al fin y al cabo, un impuesto. Ahora hemos tenido unos años de reajuste en los cuales el Banco Central Europeo (BCE) está retirando progresivamente la cantidad de dinero para tratar de domesticar la inflación.

Sin embargo, eso ha redundado también en un incremento de la deuda pública de los países, que, en el caso de España, ya supera el 100% del PIB. Para domesticar la inflación, suben los tipos de interés y el coste de servicio de la deuda. En mi opinión existe un interés por parte del Gobierno de reducir el volumen de la deuda vía inflación, ya que en la medida en que esta aumente, se reduce el valor real de la deuda.

El mecanismo tradicional de los gobiernos para reducir deuda de sus países ha sido generar inflación. Es más, la inflación beneficia a los ingresos públicos. El volumen del incremento de la recaudación en España se ha producido sobre tres bases: un incremento de recaudación gracias al IVA, el incremento de la recaudación por IRPF y con la subida de las cotizaciones. El Estado se está poniendo las botas con la inflación.

El mercado laboral, ¿va bien?

-Pese a esta complicada situación, los últimos datos de creación de empleo están siendo positivos. ¿Cómo se explica esto?

En 2023, con récord de personas afiliadas, hay 400.000 horas menos trabajadas que en 2007 y 2008. El promedio de horas trabajadas, datos a tercer trimestre de 2023, desestacionalizados, es el más bajo de todo el siglo y supone una hora y media menos a la semana que cuando se dio el récord de ocupados en 2007, con una media de 32,8 horas. ¿De qué sirve entonces subir el salario mínimo si se hace menos del 80% de la jornada?

En 2023 se firmaron 15.444.205 contratos. Y, sin embargo, el crecimiento de afiliados neto ha sido de poco más de medio millón de personas. Es decir, para que la seguridad social suba un afiliado hay que firmar 28,6 contratos. Entonces, si como dicen los contratos tipificados como “indefinidos” suponen al mes el 40%del total, y no se destruyeran al poco tiempo si, hablaríamos de que se hubieran tenido que crear mas de 5 millones de empleos y no medio millón.

En resumen, nueve de cada diez contratos indefinidos no lo es realmente. La precariedad laboral sigue ahí. Y la creación de empleo no es más que el reparto del empleo ya existente entre más gente. La reforma laboral de Yolanda Díaz es un absoluto fracaso.

La media de la duración de un contrato en febrero de 2024 ha sido de 48,5 días, mientras que antes de la reforma laboral, en 2021, era de 58 días. La contratación temporal de menos de una semana ha pasado de ser del 22% en 2022 al 38,3% actual. Y el resto, más de un 50% del total, duran menos de un mes. No, el mercado laboral no va bien.

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