La llegada del 2024 dibuja un horizonte de innovación y desarrollo para un puñado de sectores estratégicos de la economía, llamados a ejercer de palanca del ansiado crecimiento. La evolución tecnológica que hemos experimentado a lo largo de los dos últimos años sitúa a las fintech españolas, necesariamente, en el núcleo de esa revolución que está transformando hábitos sociales y la forma de entender las finanzas en nuestro tejido empresarial. Y pese a que los retos que afronta el sector son numerosos, los valores que van a marcar su eclosión orbitarán en torno a varios pilares esenciales.

La apuesta tecnológica subirá enteros. Ya no basta sólo con vivir en un entorno corporativo digitalizado ni con haber optimizado operativas de forma reciente. Si 2023 nos trajo una Inteligencia Artificial (IA) generativa que parecía caída del cielo, este año resultará determinante para su aplicación profesional. No son pocos los mercados y sectores, como el Industrial, llamados a experimentar una verdadera revolución como consecuencia de ello, y las fintech deben ejercer de punta de lanza.

El Cloud será otro de los grandes protagonistas del 2024. Las operativas en la nube no representan, ni muchos menos, un elemento novedoso, pero su consolidación como tecnología de primer orden terminará de culminar en los próximos meses. Un reciente estudio publicado por la consultora Qlik en colaboración con AWS ponía de manifiesto que 9 de cada 10 empresas a nivel global albergan ya planes para migrar sus datos SAP a servidores en la nube. De todas ellas, el 40,2% prevé hacerlo a la largo del presente año, con un consiguiente ahorro de costes próximo a los 120.000 dólares anuales de media por compañía.

Precisamente una de las figuras -nacida del Cloud- con mayor potencial es el SaaS. El modelo Netflix extrapolado al software de alta gestión se abre paso en el ecosistema fintech impulsando a numerosas compañías a multiplicar su eficiencia. El pago por uso ha cambiado ese viejo paradigma que determinaba que para contar con sistemas punteros hacía falta ser un gigante, pero también ha emergido como un poderoso aliado de las cuentas de resultados. Así lo corrobora el último informe KPMG Global Tech 2023, que revela que el 61% de las empresas españolas que se apoyan en el SaaS han incrementado sus beneficios durante los últimos dos años gracias a ello.

El mismo estudio señala que la perspectiva mayoritaria de los directivos en nuestro país apunta a un escenario futuro en el que resultará necesario generar mayores beneficios a partir de inversiones más reducidas. El 38% de ellos, tal y como se refleja, considera factible responder a ese gran reto con la implementación de tecnologías emergentes que se encuentran actualmente en uso. Los líderes empresariales ganan conciencia en torno a la dinámica evolutiva y preparan las fichas para el tablero competitivo de 2024.

Quizá uno de los aspectos que más nos frene de cara a apostar con mayor firmeza por este tipo de soluciones es el de la ciberseguridad. El financiero no deja de ser uno de los sectores más atacados por hackers y delincuentes digitales, contribuyendo a la sensación de vulnerabilidad de muchas organizaciones frente a un panorama en el que blindarse se presenta como en una tarea compleja. No se puede negar la necesidad general de mejora en dicho asunto para 2024, aunque el mercado está dando pasos importantes en ese sentido. El riesgo cero posiblemente nunca existirá, pero las garantías de seguridad cada vez presentarán estándares más elevados.

La financiación alternativa también afronta el nuevo año como el de su impulso definitivo en España. Tras la caída general de la inversión en el sector durante los últimos meses a nivel global, resultará más necesario que nunca apoyarse en fórmulas flexibles y adaptadas a las necesidades. Las rondas cada vez son menos accesibles y el capital extranjero choca a menudo con las restricciones de unos marcos regulatorios estrictos. El auge de este tipo de modelos puede beneficiar a las fintech en dos sentidos muy diferenciados: como recurso propio y como producto orientado a clientes.

Por todas estas cuestiones, el vertiginoso ritmo del avance posicionará a las fintech ante la necesidad de salir de sus zonas de confort particulares, analizar con ojo clínico los entornos y arriesgar para mantenerse a la vanguardia de la innovación. De lo contrario, el peligro de perder competitividad a medio plazo se palpará como una realidad. Las oportunidades en 2024 serán amplias como el mirador de un rascacielos, pero resultará necesario olvidarse del vértigo para poder vislumbrar con nitidez la verdadera profundidad del paisaje.