La Fundación Friedrich Naumann por la Libertad ha presentado junto a EsadeEcPol (Centro de Política Económica de Esade), un informe, a partir de los datos extraídos por YouGov, de una encuesta realizada en los países del mediterráneo. En concreto, los datos se han extraído sobre los jóvenes de España, Italia, Portugal, Líbano, Marruecos, Túnez y Jordania.
El informe, titulado «La juventud mediterránea frente a los desafíos de la crisis permanente. Datos clave sobre los ingresos, emancipación, vivienda y retos de futuro», arroja luz sobre los retos y oportunidades únicos a los que se enfrentan los jóvenes -entre 18 a 35 años- en estos países, observando las condiciones que tienen en estas regiones y analizando las perspectivas de éstos.
Hablamos con Odilia Abreu, Coordinadora del proyecto Diálogo Mediterráneo de la Fundacion Friedrich Naumann.
Una crisis permanente
-Me gustaría comenzar resaltando un dato que ponéis en vuestro estudio: “La transición a la edad adulta de los nacidos entre 1980 y 2005 se ha visto profundamente afectada por las recurrentes crisis económicas y sociales”. ¿En qué se traduce eso para estas generaciones?
Es muy importante el punto que mencionas y también el motivo por el que nosotros hablamos de una crisis permanente que ha llevado a que esta generación tenga un futuro hipotecado.
Hablamos de que un 48% no tiene capacidad de ahorro, menos de la mitad de los jóvenes considera que pueda cubrir sus gastos básicos -el 42%-. Solo el 30% de los jóvenes se considera capaz de afrontar emergencias económicas, mientras que el 40% enfrenta dificultades para ahorrar a corto plazo.
Ponemos el foco especialmente en la vivienda, donde el 65% de aquellos que han podido comprar una vivienda han necesitado apoyo familiar. Hay muchos estudios que se han dedicado a etiquetar esta generación, pero la clave para entenderlo son las expectativas a futuro de estos jóvenes.
¿Cómo pueden construir una alternativa de futuro teniendo un punto de partida en desventaja? En el estudio les hemos preguntado y de forma general son muy pesimistas. Ahí influye la educación y es fundamental hablar de que es una generación con un claro pesimismo colectivo, pero que este está fundamentado.
Una formación adecuada
-Existe actualmente un debate social acerca de la forma en que las últimas generaciones se relacionan con el trabajo. ¿Existe un nexo entre ambas casuísticas?
Sin duda. Una de las claves del estudio va acerca de las propuestas de mejora, que van muy vinculadas a la formación que es clave para el mercado laboral. Los jóvenes encuestados afirman que en su mayoría no han tenido una formación adecuada al mercado laboral.
Además, estas generaciones han entrado con desventaja al mercado laboral debido a las crisis permanentes y este no les ha permitido tener lo que las generaciones pasadas lograron a través del trabajo. Hablamos de una edad media de emancipación de 28 años donde los jóvenes no ven que su trabajo pueda permitirles tener calidad de vida.
El mercado laboral claramente ha aprovechado la situación actual, ya sea por el envejecimiento de la población -pese a que esto debería hacer que las cosas fuesen justamente al revés-, como por la ausencia de políticas públicas efectivas para el acceso al mercado laboral de los jóvenes.
Echamos de menos un trabajo de colaboración público-privada para facilitar la entrada de los jóvenes en el mundo laboral.
Cuestión de percepción
-Como bien mencionas, uno de los problemas más grandes que vamos a tener a medio y largo plazo es el de enfrentarnos a sociedades profundamente envejecidas. Pese a ello, los jóvenes se encuentran con dificultades para acceder al mundo laboral. ¿Por qué cree que ocurre eso?
Porque hay un punto de percepción. No hemos logrado cambiar la percepción negativa que algunos tienen de esta generación. En ocasiones se piensa que exigen demasiado, que para qué voy a contratar a esta persona si puedo contratar a alguien con menos formación y pagarle menos.
Debemos cambiar esta percepción, porque no es cierto que esta generación exija demasiado, sino que exigen aquello a lo que de verdad tienen derecho, que son condiciones dignas de vida y perspectivas de futuro.
Con respecto al envejecimiento de la población, no ha sido encauzado de la forma más correcta desde los poderes públicos. Esto puede servir en ocasiones de argumento para aprovechar de esa mano de obra joven. En el sur de Europa existe esta tendencia de falta de conciencia a nivel de políticas públicas para enfrentarse al envejecimiento de la población.
Un ejemplo es el “brain drain” que estamos sufriendo en países como España y Portugal, donde los jóvenes formados se están yendo por falta de oportunidades. En lo que se traduce esto es en que no hay una recuperación de la inversión que el Estado ha hecho en mano de obra cualificada.
Emancipación tardía
-Los países del sur son algunos de los más envejecidos de Europa. Paralelamente en estos países la emancipación es notablemente tardía en estos países… ¿existe una relación entre ambas casuistas?
Es cierto que lo que conlleva este aumento de la edad de emancipación retrasa todo un ciclo. El hecho de que no puedan comprar vivienda influye mucho, la perspectiva de los jóvenes sobre su futuro con respecto a este tema es muy pesimista.
El hecho de que los jóvenes no se emancipen o que lo hagan de forma precaria se traduce directamente en que no pase por sus planes formar una familia y eso hace que comprometamos las generaciones futuras.
Tres frentes de acción
-No parece que tenga mucho futuro que con esas perspectivas no se esté haciendo nada para cambiar esta situación. ¿Qué puede hacerse?
Es cierto que el informe es pesimista, pero yo diría que es también muy realista, puesto que es la percepción de los jóvenes y está respaldada por estudios. Por eso hemos querido ponerlo en valor, porque queremos aportar propuestas para ayudar a los jóvenes.
La primera pasaría por las infraestructuras de capital humano, la segunda el soporte económico de partida y la tercera consiste en el acceso a la vivienda.
Nos hemos enfocado mucho en las infraestructuras de capital humano, que se traducen en enfocarnos en el fomento de la calidad académica y la investigación. También en la formación profesional adaptada a las necesidades del mercado y la orientación profesional optimizada. Esto debe pasar por un trabajo público-privado, en que el Estado debería sentarse con las empresas para gestionarlo.
El soporte económico de partido se centraría principalmente en jóvenes provenientes de hogares con bajos ingresos, una contribución conjunta por parte de los empleadores. Paralelamente, habría que facilitar el emprendimiento, ya que España conlleva una carga financiera y administrativa muy fuerte a jóvenes emprendedores que no tienen el apoyo suficiente para ponerlos en marcha.
Por último, a nivel de acceso a la vivienda, debe haber una fuerte inversión en vivienda pública. Deben poder simplificarse las licencias y haber una oferta de incentivos que haga que aumente el nivel de vivienda pública.