La historia de internet está plagada de cuentos con moraleja. Historias de catástrofes que nunca llegaron a producirse, como el virus del milenio, o innovaciones muy elogiadas que cambiaron el futuro y que se han desvanecido hasta convertirse en una mera puntada en el tapiz de la huella digital del mundo.

La naturaleza de la tecnología y su ciclo de autoperpetuación significa que siempre habrá «un próximo gran invento». En este sentido, un paso adelante es el nacimiento de ChatGPT y sus posteriores actualizaciones, como GPT4.

La alarma de la cautela

Desde finales de 2022, ChatGPT ha sido eso. El caballero blanco para resolver los males de la sociedad moderna. Dependiendo de la fuente de noticias que leas, se supone que mejorará la manera en la que estudiamos, escribimos, investigamos, codificamos, trabajamos, creamos y evolucionamos en nuestros puestos de trabajo. Hay más ventajas, por supuesto, porque su uso potencial es infinito, pero también hay motivos para hacer sonar la alarma de la cautela.

Para empezar, ya hemos oído historias semejantes antes. La gente de cierta edad recordará la fanfarria con la que llegó Wikipedia. También iba a revolucionar nuestra forma de aprender e investigar. También iba a cambiar el mundo. ¿Y lo hizo? Me temo que no del todo.

Lo que ocurrió con Wikipedia es lo que ocurrirá casi con toda seguridad con ChatGPT y las innovaciones que le sigan: evolucionó hasta convertirse en una herramienta útil, pero ya está. ChaGPT es una herramienta que nos ayuda en nuestro día a día junto a otras herramientas increíbles que se han desarrollado en los últimos años, como Alexa o el servicio de entrega al día siguiente. Por sí sola, ¿cambiará nuestra forma de actuar? Casi seguro. Pero, ¿cambiará el mundo? Casi seguro que no.  Al igual que Wikipedia, iremos conociendo sus límites.

Un mundo lleno de IA

Quizá la pregunta clave es: ¿hacia dónde y hasta dónde catapultará a la sociedad? El entusiasmo en torno a ChatGPT proviene de lo que es, no necesariamente de lo que hace. Es un producto de inteligencia artificial (IA) que se ha convertido en algo que todos pueden usar, por lo que nos ha abierto los ojos a la realidad de un mundo que se caracterizará por su utilización.

El hecho es que la IA ya se aplica en sectores como el de la atención médica (para la detección temprana, el escaneo y análisis de imágenes y el cuidado predictivo, por nombrar algunos ejemplos) y el de la fabricación (por ejemplo, para aumentar las capacidades de producción y reducir las emisiones), pero esas aplicaciones están limitadas solo a unos pocos elegidos, de ahí que se haya reaccionado de manera exagerada al lanzamiento de ChatGPT.

La realidad es que ya estamos en un mundo donde usamos la IA, en el que ChatGPT es simplemente el siguiente capítulo y no será el último. Sin embargo, es una señal muy clara de hacia dónde nos dirigimos. El genio ha salido de la botella en lo que respecta a los efectos positivos que puede tener la IA, pero, más allá de la excitación y el apetito por utilizarla como un viajero digital para llegar al siguiente punto más rápidamente, la sociedad necesita aprovecharla adecuadamente.

Esto significa que hay que empezar con la educación. Ya estamos viendo informes del uso de ChatGPT en exámenes. En una prueba reciente, superó los exámenes de Derecho de cuatro cursos de la Universidad de Minnesota y otro examen de la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, según un reportaje de la CNN.

Como era de esperar, también se están desarrollando herramientas para detectar e impedir su uso. En este juego del gato y el ratón, los alumnos querrán utilizarlo tanto porque no pueden como porque no deben. Esta situación envía un mensaje equivocado y podría decirse que alimenta el fuego del escepticismo en torno a la IA. Sabiendo que está aquí para quedarse, deberíamos aceptar ChatGPT y otras herramientas de IA en la educación y explicar a los estudiantes cuál es la mejor manera de interactuar con ellas. Básicamente, debemos utilizar todas las herramientas disponibles para hacer el trabajo mejor y más rápido, porque este es el mundo laboral al que se incorporarán.

Aprovechar la IA para hacer algo mejor

El mismo mensaje se aplica a las empresas. Es demasiado simple sugerir que este tipo de avances de la IA por sí solos acabarán con el puesto de trabajo X o Y. El hecho de que ChatGPT pueda crear anuncios de trabajo, textos de marca o cartas legales no significa que las empresas deban despedir a sus equipos de RRHH, marketing y jurídicos. Ni mucho menos. Estas personas son más esenciales que nunca, porque sus años de experiencia, su diversidad, sus habilidades humanas y sus personalidades únicas no solo se necesitan para hacer el trabajo hoy en día, sino que son la base de la sociedad del mañana.

Las empresas más inteligentes y las que al final saldrán ganando serán las que sepan manejar este tipo de innovaciones. Las que las aprendan, las incorporen a sus actividades cotidianas y las que hagan evolucionar las competencias de sus equipos en consecuencia y al ritmo de cualquier novedad. El nuevo 365 Copilot de Microsoft es otro ejemplo de este tipo de tecnología que se integra rápidamente en las herramientas empresariales existentes.

Las empresas líderes serán las que adopten la IA para hacer algo mejor de lo que hacen hoy sin desprenderse de las personas ni de las habilidades necesarias para adaptarse a este mundo en constante cambio.

Otra forma de verlo es que los primeros desarrolladores de código máquina no desaparecieron porque inventáramos los compiladores: lo que ocurrió en realidad fue que cada vez más gente podía acceder al poder de la informática a medida que la codificación se hacía cada vez más fácil con cada generación; con IA generativa como GPT4, que ahora genera código y crea sitios web a partir de bocetos, se conseguirá que aún más gente se dedique a crear.

Entender las limitaciones

Por supuesto, llegaremos a un punto en el que será suficiente en lo que respecta a la IA. Quizá dentro de unos años lleguemos a ese momento e identifiquemos este periodo como el inicio de ese viaje, pero aún queda mucho para eso. Cómo será es una vieja cuestión. Una cuestión moral y social demasiado profunda para tratarla aquí, aunque el profesor Stuart Russell lo hizo con éxito en sus conferencias Reith de 2021.

Todo lo que tenemos ahora es una nueva tecnología, ni más ni menos. ChatGPT es un sistema informático que ayuda a dar grandes pasos en el campo de la comunicación y eso es un avance asombroso, pero utilizar esta herramienta y combinarla con otras junto al método científico y la inteligencia humana es donde está la verdadera emoción.

En poco tiempo ya estamos descubriendo sus defectos y límites. Para aprovechar el potencial de la IA y cambiar nuestras vidas a mejor debemos pensar críticamente en todas las combinaciones y aplicaciones que tiene su uso. Una vez más, debemos ver cómo la tecnología hace avanzar a los humanos. Pero, para ello, primero tenemos que comprender sus limitaciones y tener claro que siempre estamos en medio de la historia, nunca al final.