Los españoles estamos dejando de consumir vino o, al menos, no consumimos ya tanto como antes. La caída tanto de las exportaciones como del consumo nacional del caldo ha provocado una acumulación excesiva de existencias en algunas zonas de España, que amenaza con desequilibrar el mercado.
Y es que las cifras hablan por sí solas: durante el 2022 las ventas de vino español en el extranjero cayeron un 9,2% -llegando a los más de 2.000 millones de litros-, a la vez que el consumo interno ha caído un 8,% interanual. Todo ello ha llevado a las organizaciones agrarias y algunas comunidades autónomas afectadas a solicitar al Gobierno la implementación de la medida extraordinaria.
Preguntamos a José Luís Benítez, director general de la Federación Española del Vino (FEV), por esta cuestión y las posibles soluciones que demanda el sector.
¿Qué ha ocurrido?
-¿Cómo hemos llegado a esta situación y cómo podemos solucionarlo?
La situación general es complicada desde hace meses debido a un cúmulo de circunstancias. Hay muchos problemas que afectan al sector del vino especialmente, como la subida de precios de los insumos, el de los envases… a ello hay que sumar las circunstancias motivadas por la coyuntura internacional, como el cierra hasta hace relativamente poco de mercados tan importantes como el de Asia o los problemas derivados del Brexit.
Todo esto ha generado que en algunas zonas particularmente expuestas al fallo de determinados mercados hayan tenido problemas de exceso de stock. Dicho de otra manera: las ventas no han evolucionado como se esperaba en relación a la oferta de producto existente.
Aunque no podemos hablar de una situación generalizada, la realidad es que los vinos, en particular los tintos, se han resentido particularmente. Esto ha ocurrido en España, pero también en países como Francia o Italia. Esto ha llevado a los excesos de existencias mencionados.
-¿También el consumo nacional ha descendido? ¿Hemos dejado de beber vino?
Los datos nos indican que así es. Es importante tener en cuenta que el vino no es un bien de primera necesidad, así que en situación de crisis, incertidumbre o aumento de precios, en seguida se resiente su consumo. No es como el pan, la harina o la fruta…
En un panorama en el que está teniendo lugar un importante aumento de precios de los alimentos motivado por la inflación, al que hay que sumar los incrementos de costes. Sin duda todo ello marca una influencia, pero es cierto que el vino nunca ha sido una primera necesidad…en este sentido el vino tiene una vulnerabilidad importante a las crisis de consumo por el incremento de precios.
No quiere decir que la gente abandone el vino, sino que donde antes se tomaban dos copas ahora se toman una. Yo creo que esto no es coyuntural y que acabará revirtiéndose una vez pase la situación de incertidumbre en la que nos encontramos.
-¿Qué posible solución hay? Dentro del sector se habla de llevar a cabo una destilación de crisis.
Sí, pero en la FEV pensamos que la destilación de crisis no puede ser una solución ni lo será. Lo que tenemos que hacer es trabajar y tenemos herramientas para ajustar la oferta a la demanda y ser inteligentes.
En concreto, debemos producir únicamente aquello que se va a vender. Incluso podemos producir menos de la demanda que exista para hacer subir el precio. Esto debería ser el futuro, pero eso es la teoría y la realidad es que tenemos unos stocks que están presionando.
Para esas zonas concretas y productos determinados puede ser que convenga hacer esa destilación para vender producto que no hay manera de vender. Pero fuera de esos casos específicos, no es una solución. Primero porque es muy cara y el dinero del coste se detraerá de otras cosas más necesarias.
Tampoco podemos estar todo el día pidiéndole al Estado y a Europa que nos soluciones los problemas. Al final debemos tener una responsabilidad y ser capaces de ajustar la producción. Es cierto que el sector del vino tiene unas dificultades que no tienen otros sectores, pero eso debería servir para ajustar la producció.
¿Nos oponemos a la destilación? No. Nos oponemos a que se utilice el dinero que cuesta cuando debería utilizarse en solucionar ese problema y generar valor. Necesitamos un cambio de mentalidad, más aún en un sector que tiene unas limitaciones muy marcadas. No se trata de producir más, sino de producir lo que se puede vender y, sobre todo, vender caro.
-¿Producir menos, pero de más calidad?
Bueno, no es una cuestión de calidad. Si hablamos del vino español, la calidad se le supone, como el valor en la mili. Hemos llegado a un punto en que no es cuestión de mayor o menor calidad, porque desde hace años los vinos españoles están a un nivel de calidad altísimo.
Es cuestión de imagen, que es lo que genera un valor, y en eso es en lo que hay que trabajar.
La Rioja y Extremadura, entre las más perjudicadas
La Rioja y Extremadura son las dos comunidades autónomas que más han alzado la voz para reclamar la destilación de crisis y sus gobiernos han hecho una solicitud formal al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) para poder activar la medida con financiación de fondos propios y comunitarios.
La Junta de Extremadura también ha escuchado a sus agricultores y productores, que incluso se manifestaron en las calles, y ha detallado en su petición al ministerio que en el caso de que Bruselas apruebe la medida, la Administración regional destinará 1,3 millones de euros para destilar 4,3 millones de litros de las bodegas.
En esta región se calcula que hay un 22 % de excedentes en vino tinto sobre la media de las cinco últimas campañas y la destilación de crisis se abriría para los tintos sin denominación de origen ni indicación geográfica protegida. Hasta la fecha, la vendimia en verde es la única medida autorizada por el MAPA para aliviar la tensión producida en algunas regiones por un nivel de existencias de vino elevado, en el marco del Programa de Apoyo al Sector Vitivinícola de España (Pasve) y con una dotación presupuestaria inicial de 15 millones de euros para 2023.