Hasta un sexto sentido es necesario para enfrentarse a un victorino, que embiste al trote o al paso y al que no se puede perder de vista. La concentración es primordial para llegar a lo mas alto del escalafón.
Entrevistamos a Victorino Martín García, propietario y ganadero de Victorino Martín.
– ¿Cómo va la temporada taurina?
– Empezamos en Olivenza (Badajoz) con el indulto de un toro durante una corrida histórica. Después hemos lidiado en Fallas y en Castellón con gran éxito de público. La Feria de Abril y San Isidro, donde nuestro toro Garañuelo recibió el premio al mejor toro de la feria de San Isidro 2022. Hemos comprobado que hay muchas ganas de ir a los toros. Por lo que tenemos la esperanza de que 2022 sea el año de la vuelta a la normalidad.
Somos conscientes de que estamos en crisis y que, en momentos difíciles, lo primero que se resienten son los espectáculos. Si la gente no tiene para comer no va al teatro, al fútbol, a los toros…
«Si la gente no tiene para comer lo primero que se resienten son los espectáculos»
– ¿Cuáles fueron los inicios de la ganadería?
La ganadería fue fundada por el marqués de Navaserrada en 1912 en Jerez (Sevilla) y toma su antigüedad en Madrid en 1919. El marqués se muere a los ocho años de crear la ganadería (1920) y la compra José Bueno, un tratante de cochinos de Valladolid que se llevó la ganadería a la finca de Monteviejo en Moraleja (Cáceres).
Este señor no tenía hijos y le dejó la ganadería y la finca a su viuda que tenía cuatro sobrinos, lo que provocó que se dividiera en cuatro. Entre 1960 y 1965, de esas cuatro partes, mi padre, Victorino Martín Andrés, las compró una a una y todo lo hizo sin dinero. Con la venta de los productos que iba comprando fue pagando.
Al adquirir el último lote de ganadería en 1965 también se quedó con la parte correspondiente de finca que le había correspondido a ese heredero. En 1966 ya paso a su nombre y desde esa fecha hasta nuestros días, la ganadería está en manos de mi familia.
– ¿Y cómo ha evolucionado la ganadería a partir de ese momento?
Comenzamos con unas 300 hectáreas y ahora tenemos alrededor 2.500 y se nos conoce por la ganadería de Victorino.
La tauromaquia es Patrimonio Cultural Inmaterial en España. El patrimonio genético y la diversidad de encastes son aspectos que cuentan con un valor incalculable dentro de este mundo.
Mi padre recuperó este encaste, que si no hubiera sido por él no existiría. Y lo mismo hizo a finales de los años 90 donde apostó por otros dos encastes más en vías de extinción. Con lo cual, entre los tres hierros victorino tenemos alrededor de 2.000 reses entre hembras y machos.
– ¿Cuáles son los valores diferenciales de vuestra ganadería?
Se trata de toros de cara subida, que humillan más que los demás, que bajan más la cabeza y que embisten más despacio que los otros. Mientras que los otros encastes embisten al galope nuestra ganadería lo hace al trote o al paso. Con lo que conlleva más trabajo a la hora de lidiarlo.
– ¿Y qué opinan los toreros?
Son toros a los que les tienen mucho respeto porque son muy exigentes. Si delante de cualquier toro hay que estar con los cinco sentidos, para estar frente a un victorino es necesario un sexto. Es preciso mucha concentración.
Nuestra ganadería ha propiciado que muchos toreros escalen a la parte más alta del escalafón. Sin embargo, los otros dos hierros son muy distintos, pero son joyas genéticas que entre todos debemos mantener y los lidio en novilladas picadas o incluso en festejos populares.
– ¿La ganadería sigue estando en manos de la familia? ¿Se ha interesado algún fondo de inversión por ella?
Ha habido mucha gente interesada en comprar genética victorino pero no hemos vendido. Una ganadería de lidia es la enseña de identidad de una familia y así lo entendemos.
– ¿Cómo se cotizan los encastes?
Se trata de un mercado libre, no está regulado. Un toro para carne no vale prácticamente nada, alrededor de 500 euros. El toro de lidia varía su precio en función del tirón que tenga entre el público y su prestigio entre la afición.
Por otra parte, a la hora de vender genética está en función de lo que uno quiera pedir. De hecho, a nosotros nos han puesto por ella cheques en blanco sobre la mesa por un victorino, pero no hemos querido vender nunca.
– ¿Qué precio tiene un toro de lidia?
Hemos calculado que su coste de producción ronda los 4.500 euros y en estos momentos, teniendo en cuenta el precio de los piensos y las materias primas, ha subido a los 6.000 euros. Pero depende de muchos factores. Incluso hay ganaderos que tienen los toros como un artículo de lujo y los venden a pérdidas.
El precio está relacionado con los ingresos económicos que se producen en la plaza. Si eres un ganadero taquillero y llevas gente a la plaza los ingresos serán mayores; o si tu ganadería está en carteles de grandes ferias podrás vender más caro que aquel que lidia por los pueblos y no cuenta con casi público. En definitiva, el valor de tu ganadería lo marca tu prestigio y la cantidad de gente que movilizas.
– ¿Qué peso tiene Victorino Martín en el ámbito internacional?
Solo hemos lidiado dos veces en Sudamérica, una en 2015 en Venezuela y el año pasado en Colombia que fue un éxito redondo. En México tenemos mucho prestigio porque su ganadería tiene una composición genética similar a la nuestra. De hecho, muchos ganaderos de este país han venido a España para intentar comprarnos genética.
En Francia, donde su temporada es una continuación de la española y se aprecia mucho el toro, tenemos mucho prestigio y hemos lidiado mucho.
– ¿Lidiáis fuera de España este año?
Es probable que repitamos en Colombia. En cuanto a Francia, todavía no lo sabemos porque tenemos la camada prácticamente vendida, con lo que de momento no.
Y llegó la pandemia
– ¿Cómo os afectó la pandemia?
Fue terrible, lo teníamos todo en contra. Nuestro primer hándicap es que la actividad taurina es estacional, comienza el 15 de marzo y nos confinaron el 14. En esas fechas, los ganaderos llevábamos casi seis meses de parón invernal y gastando dinero para preparar los festejos. El toro se lidia con entre cuatro y cinco años y hay que prepararlo durante toda su vida pero en el último año es el período en el que más coste requiere.
Cuando íbamos a recoger todo lo invertido durante el año anterior comenzó el confinamiento y hemos pasado casi dos años sin ningún ingreso. No teníamos muchas opciones, o destinábamos los animales al consumo de carne, con lo cual su valor era la décima parte de su coste de producción y, además, si matabas vacas perdías una cabaña con un valor genético incalculable.
De hecho, ha habido ganaderos que sacrificaron camadas enteras perdiendo un dineral, incluso algunos redujeron su número de madres, perdiendo genética. Otros han sacrificado toda la cabaña. Han sido dos años muy duros sin ninguna ayuda económica o muy escasas.
En 2021 lidiamos en algunas ferias con aforo reducido y fue un desahogo para poder sacar animales que estaban cerca de los seis años ya que el toro que se lidia en las plazas debe tener más de cuatro y menos de seis años.
– ¿Y cómo defendistéis vuestra ganadería?
Aguantamos. Antes de tirar la toalla, nos gastamos los ahorros y nos hipotecamos para mirar hacia adelante. Era la única salida, no había otra forma.
– Contáis con una bodega…
Efectivamente, producimos vino blanco y aceite. Ambos productos son ecológicos y de variedades peculiares y con denominación de origen. En el caso del vino, lo elaboramos con la variedad Eva de los Santos; mientras que el aceite es de manzanilla cacereña.
Esta bodega se suma a las visitas guiadas donde enseñamos cómo vive el toro bravo y ofrecemos la posibilidad de degustar productos de la tierra.
– ¿En qué consisten dichas rutas turísticas?
A lo comentado anteriormente se suma un museo que recoge el gran número de distinciones, premios y trofeos que en Victorino hemos cosechado a lo largo de los años; y una yeguada de caballos lusitanos con una genética muy interesante.
– En este punto en que nos encontramos, ¿consideras que la ganadería es rentable?
La ganadería nunca ha sido rentable, salvo en nuestro caso y alguna excepción más. Por ello, y a pesar de que es un momento delicado, seguimos pensando en estar en primera línea para que seguir siendo rentable. De todas formas, no es solo una cuestión económica sino de sensibilidad y de sentimiento.
Otro aspecto importante es la riqueza emocional. Es decir, eres más feliz aunque ganes menos dinero y la ganadería peca de esta cuestión y no solamente las reses bravas, el mundo del campo en general, ahora que está tan en boga. Se trata de una filosofía de vida, donde no solo se busca la rentabilidad, sino también la calidad de vida, el contacto con la naturaleza… De hecho, creo que si solo se tuviera en cuenta la rentabilidad la ganadería brava desaparecería.
“Que no nos discrimen”
– Como presidente de la Fundación del Toro de Lidia, ¿qué reivindicaciones tenéis?
Que no nos discrimen y nos reconozcan lo que aportamos a la sociedad. Por ejemplo, en 2019 el Estado ingresó por encima de los 500 millones de euros; mientras que en los PGE, al toro le dan 60.000 euros.
Somos el segundo espectáculo de masas y no aparecemos ni en la TV pública ni en la privada y generamos riqueza en aquellos municipios y ciudades donde hay espectáculo taurino. Se calcula que la feria de San Isidro, donde la plaza roza el lleno durante un mes, genera un impacto económico cercano a los 100 millones de euros en Madrid. Sin embargo, en España nunca hemos puesto en valor lo nuestro. Ahora ya vamos aprendiendo y lo hacemos mejor pero siempre hemos vendido muy mal nuestros productos y hemos tenido hasta complejos a la hora de valorarlos, reconocerlos y defenderlos. El mundo del toro, como una de las tradiciones más genuinas de nuestros país, no está valorado y parece que nos dé vergüenza y no lo publicitamos.
En esta sociedad ocupamos un lugar importante, creamos riqueza en el campo y en la ciudad, lo conservamos, fijamos población en zonas desprotegidas, generamos empleo y llenamos de contenido las poblaciones rurales. El 60 % de los municipios de España programan algún tipo de festejo taurino y sin embargo no existimos y estamos discriminados de forma ideológica. De hecho, durante la pandemia protegieron a los artistas y excluyeron a los toreros y lo mismo ha ocurrido con el bono cultural, que se ha puesto en marcha.
– ¿Qué medidas deberían implantarse para la consecución de tus peticiones?
El producto agrario tiene un IVA reducido y el único que paga un 21 % de IVA es el toro de lidia, mientras que si lo destino a carne es del 10 %. Sin embargo, el espectáculo taurino tiene un 10 % de IVA. Con esta situación están provocando una complejidad fiscal.
De todas formas, lo primero que deben hacer nuestros gobernantes es cumplir la ley, que reconoce a la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial. Su obligación es protegerlo, difundirlo y promocionarlo y no se hace.
Últimamente se han intentado politizar los toros y estos no entienden de política, no son ni de izquierdas ni de derechas, son del pueblo pero parece que para ciertos partidos políticos ser taurino es una seña de identidad.
Tampoco se ha conseguido que la Unesco reconozca la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y aunque reunimos todos los requisitos, el Gobierno jamás ha elevado esta petición a la Unesco.
Nos gustaría también que se protegieran los encastes en peligro de extinción. Se trata de joyas genéticas que debemos preservar y sin embargo se protegen y se dan ayudas a núcleos genéticos de otras razas de nuestra cabaña animal.
Al toro no se le da ninguna ayuda y será, sin lugar a dudas, la cabaña genética de mayor valor y sin embargo no se defiende desde Estado, lo hacemos los propios ganaderos de Motu proprio.
Nos gustaría que nos incluyeran en los PGE como a otro espectáculo cultural más.
– ¿Cómo ves el futuro de la tauromaquia?
Soy optimista, lo veo positivo. Pienso que el mundo del toro está muy arraigado entre la población española. De hecho, los jóvenes están mirando hacia la fiesta. Tenemos algo único, un espectáculo auténtico que causa emociones y sentimientos que no te provocan otras manifestaciones culturales.
Es verdad que en el mundo hay una gran corriente animalista, que quieren cambiar el mundo tal y como lo conocemos; nos quieren prohibir el consumo de carne, el uso de los animales tanto para ocio como para investigación… Pienso que esta corriente no va a triunfar a la larga porque supondría la destrucción del mundo tal y como lo entendemos ya que pretende igualar a los animales con el hombre, pero hay que hablar claro y explicárselo a la gente.
Pienso que el mundo del toro, con lo que representa, con los valores que tiene y con la riqueza económica que genera tiene un futuro prometedor. Lo único es que tenemos que luchar por explicar a la sociedad lo que somos, lo que representamos y lo que significa el rito del sacrificio del toro, que muchas veces se critica sin conocerlo, simplemente por mensajes negativos que han mandado otras personas interesadas.