Hoy ponemos punto y final a este 2021. Y como es tradición en estas fechas, toca hacer balance del año que nos deja. Sin embargo, tan -más, incluso- importante como reflexionar sobre lo acontecido en los últimos doce meses es cargar las pilas para este nuevo ejercicio que comienza. Empezar el año con la energía y las ganas necesarias que nos permitan afrontar con garantías de éxito todos nuestros próximos retos y desafíos.
El 2021 ha sido un año complicado. Sí, otro más. La pandemia ha seguido causando estragos, ejerciendo el papel de actor principal en la ralentización de la recuperación económica que se ha producido. Especialmente en este último trimestre, con el caos que está causando esta sexta ola -y esperemos que última- a raíz de la variante ómicron.
Los palos en la rueda de 2021
Sin embargo, el coronavirus no ha sido el único palo en la rueda en el proceso de reparación de la economía que se ha abordado este año. La irrupción una descontrolada inflación -concepto que en Europa creíamos que había pasado a mejor vida- durante los últimos meses se ha erigido como una de las principales amenazas para este 2022. Especialmente impactante ha sido el encarecimiento en el precio de la luz. Trayendo este por la calle de la amargura a consumidores, empresas y, por último, a las Administraciones Públicas –ante la falta de mecanismos efectivos para dar solución a este contratiempo-.
Por último, los cuellos de botella que se produjeron a partir del verano en las cadenas de suministros –dando lugar a importantes problemas de desabastecimiento para muchas compañías- contribuyeron a que la economía creciera menos de lo previsto.
No obstante, y a pesar de que las expectativas con las que se inició el año han sufrido una revisión a la baja, el 2021 deja, también, aspectos muy positivos. El más importante, sin el mayor atisbo de duda, ha sido el progreso en la vacunación. Los avances en este sentido han servido para que la fecha de caducidad de esta maldita pandemia se encuentre mucho más cerca que hace doce meses.
¿Veremos la recuperación definitiva -esta vez sí- en 2022?
Es por eso que, pese a los múltiples desafíos que nos esperan este nuevo año y la magnitud de muchos de ellos, no es momento para abandonarse al pesimismo. Para eso, siempre hay tiempo. 2022 debe y tiene que ser el año de la recuperación. Esa tiene que ser, al menos, nuestra actitud en este inicio de año. Un 2022 que sea, entre otras muchas cosas, el primero en el que podamos celebrar unas navidades con la mayor y absoluta –nostálgica, también, desde hace ya dos años- normalidad.
¡Feliz año a todos y mis mejores deseos para este 2022!