Una década de trayectoria recién cumplida del Parque Científico de Alicante (PCA) llega en un momento de expansión que no ha parado ni siquiera la pandemia del coronavirus, tal como pone de relieve su gerente, Olga Francés. Con 160.000 metros cuadrados de instalaciones a punto de urbanizar, con su centro de operaciones en construcción para albergar nuevas empresas, ya que está al 92 % de ocupación de espacio, todavía considera más relevante su máxima responsable ofrecer un freno para que el talento humano no se tenga que ir a Madrid o Barcelona, como pasaba tradicionalmente, por falta de un núcleo de “innovación” y de cooperación empresa-universidad como este.
El futuro a medio plazo también está asegurado, con terrenos disponibles hasta completar un millón de metros, superados los trámites en el Ayuntamiento de Alicante y –más complejos– la Conselleria, sobre todo, el informe de impacto ambiental.
“Nos hemos adecuado a los tiempos y a las necesidades de las empresas, cuando por el confinamiento no podíamos organizar actividades presenciales, hemos mantenido acciones para la financiación, por ejemplo, con el Banco Sabadell y con el Ivace, de forma online y, cuando ya podíamos hacerlos presencialmente, en julio, tuvimos dos eventos, uno de ellos un foro de inversores”, relata Olga Francés, acerca de la experiencia reciente durante la pandemia.
El único requisito que el PCA exige a cualquier empresa para formar parte de su ecosistema es que sea “innovadora”
El único requisito que se exige a cualquier empresa que quiera formar parte de este “ecosistema” del Parque Científico es que sea “innovadora”. Además de las EBT (Empresas de Base Tecnológica) procedentes de la Universidad de Alicante, también alberga compañías externas interesadas en el “conocimiento”, que representan su mayor potencial de crecimiento. En estos momentos se dan cita tanto firmas emergentes como consolidadas y de múltiples sectores, con un predominio –hasta ahora– de las de biotech de la Salud y de Inteligencia Artificial y, otras relacionadas con materiales sostenibles. Cuentan también con un centro de alto rendimiento deportivo.
“Todas ellas guardan relación con el talento que hay en la Universidad de Alicante, tanto de investigadores como de profesionales egresados”, precisa.
El “germen” del Parque Científico, en concreto de su Unidad de Innovación –las primeras instalaciones del complejo– partió de un programa de la Generalitat denominado Noemi, en 2007, y nació con un espíritu de “independencia” y “agilidad para adaptarse al entorno empresarial” para prestarles “servicios de valor añadido”.
Además, arrancaba para cubrir unas necesidades básicas. “Hoy en día, los investigadores y los doctorandos se plantean buscar sus oportunidades y se han asentado fuertemente los cimientos, tenemos la seguridad jurídica para que los proyectos se puedan presentar con garantías, y eso ha costado el tiempo que ha costado”, recuerda Francés.
Por fases, en 2014 se consiguió la “arquitectura contractual” para ese funcionamiento. Al año siguiente se formó el equipo en colaboración con “estructuras ya consolidadas de la Universidad”, para convertir el Parque Científico en una “ventanilla única, canal preferente que facilita las cosas a las empresas”.
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