La crisis del coronavirus ha obligado a Grupo IVI en España a parar su actividad cerca de un mes y medio, periodo en el podrían haber nacido entre 1.500 o 2.000 niños solo con la ayuda de sus clínicas y teniendo en cuenta que el 10% de los bebés que nacen en España se debe a la reproducción asistida.
A finales de abril retomaron su actividad y, a día de hoy «no estamos al 100%, pero nos encontramos en unos niveles bastante aceptables», reconoce Antonio Requena, su director Médico. De hecho, subraya que están sorprendidos porque «estamos teniendo una recuperación muy positiva. En cuanto a primeras visitas estamos en los mismos niveles que en 2019 y lo mismo ocurre con el volumen de tratamientos». A pesar de todo, califica este año como «difícil» y «nos servirá para prepararnos para que en 2021 sigamos creciendo como lo estábamos haciendo hasta ahora».
El Grupo IVI cuenta con más de 65 centros en todo el mundo. En España está presente prácticamente en todas las provincias y, en el extranjero, en Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos,
Italia, Panamá, Portugal y Reino Unido. A principios de 2017, IVI llega a Estados Unidos de la mano de RMANJ. La fusión que dio lugar a IVI-RMA Global, consolida a IVI como el mayor grupo de reproducción asistida del mundo.
– ¿Cómo se ha visto afectado el Grupo IVI por la crisis de la COVID-19?
Se ha visto afectado como la mayoría de las clínicas en España que se dedican a la reproducción asistida. A partir de marzo comenzamos a reducir los tratamientos de reproducción y no comenzamos a hacer otros nuevos. Cuando comienza a expandirse la pandemia por Europa, en aquellos momentos, todavía no había demasiados datos sobre qué podía pasar con los embarazos y los tratamientos de reproducción. Con lo cual, las sociedades científicas europea y española mandaron comunicados en los que recomendaban que debíamos ser cautos y no se hicieran transferencias de embriones, ni se empezaran nuevos tratamientos.
Además, y coincidiendo con la parte más dura del confinamiento, esas dos semanas en las que solo funcionaron los servicios esenciales, hubo una ordenanza por parte del Gobierno en la que se instaba a que las clínicas de reproducción parasen los tratamientos.
«Una mujer podía planificar su gestación si quería, mientras que una paciente de reproducción asistida tenía que esperar porque estaba todo parado»
Con lo cual, nuestras clínicas del Grupo IVI cedieron a los hospitales casi todos los respiradores que teníamos en los quirófanos ya que era lo que más hacía falta en ese momento. En esta situación estuvimos hasta finales de abril. A partir de esta fecha, las sociedades científicas comienzan a contar con más datos. No se observa que los recién nacidos en China tuvieran algún problema, tampoco se ve que hubiera transmisión del virus de la madre al feto y tampoco que las mujeres embarazadas tuvieran más riesgo de contagio, ni más problemas si se contagiaban.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco prohíbe la gestación de forma espontánea. Con lo cual, en este punto, las pacientes que necesitaban un tratamiento de reproducción asistida quedaban un poco discriminadas. Una mujer podía planificar su gestación si quería, mientras que una paciente de reproducción asistida tenía que esperar porque estaba todo parado.
A finales de abril comenzamos a mover nuestra actividad y a día de hoy, no te puedo decir que estamos al 100%, pero estamos en niveles bastante aceptables.
– ¿Ha habido alguna paciente en concreto que se haya podido ver más afectada por esta situación de confinamiento?
Aunque se paró todo, solo hubo un perfil de paciente que se pudo ver más perjudicado y son aquellas a quienes se les diagnostica un cáncer y tienen que empezar pronto con quimioterapia o radioterapia y que normalmente lo que hacen es guardar óvulos antes de empezar con el tratamiento. Con lo cual, estas mujeres no podían demorarlo y quizá han sido las que se han podido ver más perjudicadas.
Por otra parte, la esterilidad es una enfermedad y tenemos grupos de pacientes donde el tiempo juega de forma negativa pero no es una inmediatez de vida o muerte.
Nosotros sabemos que hay una cierta premura en una mujer que tiene una baja reserva de óvulos o tiene una edad avanzada, a lo mejor no puede esperar un año pero no pasaba nada por retrasarlo un mes.
Por tanto, paramos todos los tratamientos porque nos quedamos sin respiradores y porque el Real Decreto no contemplaba excepcionalidades.
«Hemos sabido retransmitir a las pacientes que no hay ningún riesgo en los tratamientos de reproducción»
Hemos estado cerrados prácticamente un mes y medio y espero que no haya habido muchas pacientes que hayan tenido esa urgencia y que les haya afectado demasiado. El resto de pacientes, afortunadamente, una vez que hemos retomado la actividad ha habido una respuesta muy positiva por parte de las pacientes que querían reanudar sus tratamientos.
– Cuando han comenzado la actividad, ¿han dado prioridad a algún tipo de paciente?
Nuestras clínicas no tienen lista de espera. Por tanto, no hemos tenido que priorizar demasiado. Pero si tenemos una paciente que quiere preservar sus óvulos por un cáncer se les da cita al día siguiente. Es algo que tenemos protocolizado desde hace mucho tiempo y se ha seguido haciendo así una vez que hemos abierto nuestras puertas.
¿Vuestra experiencia con respecto a la pandemia les ha servido para ponerla en práctica en otros países en los que están presentes?
Ha servido, efectivamente, para aquellos países que iban por detrás de nosotros en la evolución de la pandemia. Por ejemplo en Londres, Estados Unidos o Latinoamérica. En Chile, nuestros compañeros están llegando al pico de la pandemia, Buenos Aires lo tiene bastante controlado y en Estados Unidos, muchos de los protocolos que hemos generado aquí, les han servido a ellos para adaptarlos a su propia realidad.
– ¿Cuántos niños podrían haber nacido si no se hubieran paralizado los tratamientos?
En este tiempo podríamos haber hecho unos 3.500 ciclos todo el Grupo en España. Eso implica que podrían haber nacido entre 1.500 o 2.000 niños, aunque se trata de una cifra aproximada. De todas formas, si tenemos en cuenta que un 10% de la población nace gracias a los centros de reproducción y hemos parado todos los centros en España significa que sí que va a repercutir en el número de nacimientos este mes y medio en que hemos estado parados.
– ¿Cómo ha afectado a Grupo IVI, desde el punto de vista empresarial, la crisis de la COVID-19?
Es un año difícil para todas las empresas. Estamos sorprendidos porque estamos teniendo una recuperación muy positiva. De hecho, en cuanto a primeras visitas estamos en los mismos niveles que el año pasado y estamos llevando a cabo un volumen de tratamientos bastante similar a lo que correspondería con estas fechas si no hubiera pasado nada.
Nos queda todavía que se reactive todo el mercado extranjero. En concreto, las pacientes de Francia, Inglaterra o Italia que no están viniendo a nuestras clínicas y que esperamos que con la apertura de las fronteras vayan llegando.
Otro aspecto importante es que hemos sabido retransmitir a las pacientes que no hay ningún riesgo en los tratamientos de reproducción y, como hablábamos anteriormente, si una paciente se puede embarazar de manera espontánea porque no lo va a poder hacer si necesita la ayuda de algún tratamiento. De todas formas, nos queda ver cómo afrontamos el verano y cómo acabamos el año.
Pienso también que este es un año de subsistencia, como para el resto de empresas privadas, y de intentar llegar a la meta. Además nos servirá para prepararnos para que en 2021 sigamos creciendo como lo estábamos haciendo hasta ahora. Por tanto, quiero ser cauto. Estamos contentos ya que afortunadamente los pacientes están retomando sus tratamientos.
– ¿Qué supone para vosotros haber perdido esa paciente internacional en este periodo de tiempo?
Hay clínicas españolas que tienen más relación con las pacientes extranjeras como la de Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla, Málaga… Depende del porcentaje de clientes extranjeros que tuviese la clínica.
En concreto, hay clínicas como la de Barcelona donde sabemos que está llevando a cabo un porcentaje de ciclos por debajo de lo esperado. Quizá es la que más está afectada por esta crisis sanitaria. Pero, por otro lado, estamos recibiendo ya muchas llamadas de pacientes extranjeras, sobre todo pidiendo cita e incluso preparándose para tratamientos.
En este sentido, creemos que cuando se abran las fronteras y se permita la movilidad entre países europeos se van a recuperar un poco los tratamientos que no se están haciendo en estos momentos.
De todas formas, somos bastante optimistas porque pensamos que va a ocurrir igual que lo que ha pasado con nuestras pacientes en España, que si tienen planificado intentar ser madres lo van a hacer igual y posiblemente lo hagan en el mes de julio.
– ¿Habéis prestado servicio de telemedicina a vuestras pacientes?
Ya lo estábamos prestando. Pero sí que es verdad que lo hacíamos de forma un poco tímida porque nuestra especialidad conlleva una exploración ginecológica, una ecografía… Pero durante la época del confinamiento sí que hemos estado en contacto tanto con pacientes antiguas como con las nuevas a través del servicio online.
A estas pacientes que han contactado con nosotros vía online les hemos ofrecido la posibilidad de venir para hacerse una exploración completa en esa primera visita y seguir adelante.
Mi idea es que tenemos que seguir trabajando todo el apartado de telemedicina. Muchas consultas, sobre todo en ciudades grandes como Madrid donde a veces a la paciente le cuesta tener que desplazarse de un punto a otro y donde va a agradecer mucho que para una consulta o para un resultado se pueda realizar online. Esta va a recibir la misma información de calidad que si se hace de forma presencial.
– ¿Cómo se han preparado las clínicas para transmitir esa sensación de seguridad de la que hemos hablado anteriormente?
Hemos hecho un proceso de desescalada. Cuando comenzamos empezamos haciendo un estudio serológico a las pacientes para saber si eran inmunes o no al virus y si estaban infectadas antes de empezar el tratamiento. Después les hacíamos una prueba PCR, justo antes de que la paciente fuera al quirófano.
Después hemos llevado a cabo todas las medidas de seguridad propuestas por el Ministerio de Seguridad: mascarillas, guantes, distancia de seguridad y lo mismo en quirófano.
Somos conscientes de que la cantidad de personas infectadas es baja. Por ello, hemos dejado de hacer serología, seguimos haciendo PCR, ya no son obligatorios los guantes, pero se siguen manteniendo las mascarillas y las distancias de seguridad.
Cuando lleguemos a la nueva normalidad es posible que dejemos de hacer serologías y PCR porque el porcentaje de personas que tienen en este momento la enfermedad es mínimo.
Lo que sí que hacemos es un triaje, es decir preguntarles, antes de venir a consulta, si han tenido fiebre, si han estado en contacto con algún enfermo por la COVID-19, etc.
¿Habéis hecho algún tipo de investigación relacionado con la COVID-19 relacionado con vuestro campo de actuación?
Hay en marcha un estudio donde estamos haciendo encuestas a las pacientes que están embarazadas, si durante el primer trimestre han pasado la enfermedad ver qué pasa. Los datos que tenemos no son nada alarmantes, todo lo contrario.
También estamos llevando a cabo algún pequeño estudio sobre gametos, óvulos y espermatozoides pero están en una fase muy inicial.