¿Se puede enseñar a emprender?
La investigación sobre emprendimiento es habitual en las principales revistas de negocios y empresa. Sin embargo, su utilidad no está limitada a ninguna área en particular, ya que cubre una amplia gama de dominios multidisciplinarios que abarcan desde la psicología y la sociología hasta la medicina y la política. Esto es así porque los problemas complejos con múltiples facetas, como el mercado o el dinamismo económico y social, pueden abordarse a través del análisis de individuos que piensan y actúan de manera empresarial.
Por ello, la educación es clave y no hay que mirar muy lejos para encontrar un ejemplo de esto. En Marina de Empresas, el ecosistema emprendedor situado en la Marina de València, se hace hincapié en la formación, la incubación, la aceleración y la inversión. Como consecuencia, ha habido un aumento significativo de la actividad empresarial y de los negocios formados; más de 300 empresas ya han sido impulsadas creando más de 600 puestos de trabajo, y esto es sólo la punta del iceberg de lo que está por venir a largo plazo.
Emprendimiento como un proceso
El emprendimiento es un proceso y, en muchos sentidos, una reflexión consciente basada en valores o estructuras psicológicas, afectivas y motivacionales abstractas. Por lo tanto, supone esencialmente una toma de decisiones deliberada, un proceso inmerso en la noción de intención. La intención emprendedora puede definirse como una construcción cognitiva que condiciona comportamientos futuros basados en creencias y deseos individuales. La premisa es que, si podemos estimular la intención y asegurar su mantenimiento, podemos fomentar el emprendimiento de una manera mucho más efectiva y eficiente.
El emprendedor ¿nace o se hace?
Recientemente he analizado este concepto estudiando el potencial que tienen estas intenciones de modificarse a lo largo del tiempo. En particular, me he centrado en un grupo de estudiantes de disciplinas relacionadas con la empresa a nivel de postgrado en Irlanda que evalúan sus intenciones en dos momentos diferentes separados por cuatro meses. El estudio se centró en la generación de conocimiento y experiencia emprendedora a través de la participación en cursos basados en el espíritu emprendedor, con contenidos prácticos y aplicados, que pueden tener influencias momentáneas o más duraderas. La principal contribución de este estudio es la reconceptualización de las intenciones emprendedoras como una determinación de la voluntad dinámica que experimenta cambios en la intensidad que dependen de las circunstancias, tanto contextuales como experienciales.
“El emprendimiento es un proceso y, en muchos sentidos, una reflexión consciente basada en valores o estructuras psicológicas, afectivas y motivacionales abstractas”
¿Qué significa para la educación emprendedora?
Parece que la exposición continua a la formación de calidad en emprendimiento es clave para que se familiaricen y así generar interés en los estudiantes para que puedan aumentar su capacidad de manejar el proceso.
Es necesario más realismo y perspicacia en cuanto a la forma en que nos involucramos en la educación para el emprendimiento, puesto que es posible que nuestra pedagogía pueda tener resultados no deseados, beneficiando a algunos e impactando perjudicialmente en otros. Por ejemplo, según investigaciones recientes, cabe considerar la manera de superar o atenuar la influencia negativa ejercida por la ausencia de exposición a comportamientos e intenciones emprendedores. También hay que tener en consideración el impacto negativo que puede derivar de una sobre exposición, resultando en una saturación de conocimientos emprendedores en perjuicio de otras áreas.
También los gobiernos deben tratar de fomentar un conjunto de elementos sobre emprendimiento a edades más jóvenes en los niveles de primaria y secundaria. Aunque se está ganando terreno, no se está haciendo lo suficiente para aumentar los niveles de base a través de contenidos y actividades estimulantes (invirtiendo así a largo plazo), mediante los cuales los estudiantes pueden hacer la transición a la educación superior con valores y creencias emprendedoras firmes.
Además para los propios emprendedores puede ser útil considerar diversas estrategias que permitan percepciones positivas hacia distintas situaciones. Por ejemplo, dichas estrategias pueden incluir: un análisis introspectivo que puede fomentar la asimilación, el uso de la práctica metacognitiva para permitir decisiones más informadas, o la búsqueda de una participación continua en el espíritu emprendedor que permita una evaluación realista de su viabilidad, disminuyendo cualquier impacto negativo derivado de una excesiva autoconfianza.
Es evidente que la exposición a ideas y experiencias emprendedoras tiene un gran potencial para influir positivamente en la mentalidad que tienen nuestros estudiantes para convertirse en emprendedores. Esto es significativo ya que demuestra que cualquier persona tiene el potencial de seguir este camino y no está reservado solo para aquellos que “nacen” con una habilidad natural y con cierta genética.
¿Por qué es esto importante? Porque, si podemos guiar eficazmente a los individuos para que sean emprendedores, aumentaremos la probabilidad de creación de nuevas empresas y, en consecuencia, el retorno socioeconómico de la inversión educativa será diez veces mayor.