Caras virtuales que transmiten sensaciones, un posible avance ante el autismo

Caras virtuales que transmiten sensaciones, un posible avance ante el autismo

Un grupo de investigadores de la Universitat Politècnica de València ha desarrollado un nuevo software que permite generar caras virtuales, avatares, capaces de transmitir al observador sensaciones preestablecidas, un avance que, entre otras ventajas, busca ayudar a las personas con autismo. Concretamente, esta novedosa herramienta podría ayudar en el tratamiento de trastornos que dificultan la percepción de las emociones ajenas, como el autismo, y también resultar útil en el sector de la mercadotecnia y la comunicación política, según los datos a los que ha tenido acceso Efe.

El trabajo de los investigadores valencianos ha sido publicado recientemente en las revistas PLoS One y Complexity y según explica el investigador del Instituto I3B de la UPV, José Antonio Diego Más, para el desarrollo de este sistema se partió de bases de datos públicas de caras clasificadas en quince sensaciones.«Se consideraron desde emociones tan básicas como tristeza o felicidad hasta percepciones más complejas como dominante, confiable o amenazante», señala este experto.

Mediante técnicas de procesamiento automatizado de imágenes, los investigadores de la UPV clasificaron los rasgos faciales para obtener taxonomías de cejas, ojos, narices, bocas o contornos de la mandíbula, entre otras facciones. Estos rasgos y sus posiciones relativas en la cara se asociaron a diferentes niveles de cada una de las sensaciones analizadas mediante técnicas de inteligencia artificial. «De esta forma, el sistema desarrollado permite tanto evaluar en qué medida una cara existente trasmite cada una de las sensaciones estudiadas como crear nuevas caras que provocan, en determinada medida, cada sensación», apunta José Antonio Diego.


Este software permite comprobar en qué medida y en qué grado se perciben correctamente o no determinada emociones

En el caso del autismo, por ejemplo, permite valorar la respuesta obtenida modulando el nivel de complejidad de las emociones trasmitidas al observador por las caras.«El objetivo es lograr que el avatar transmita una combinación de sensaciones determinada y conocida, desde las más simples, en la que solo una emoción es claramente perceptible, hasta niveles más complejos en los que se provocan simultáneamente varias sensaciones en el observador», añade.

De esta forma es posible valorar el grado en que cada emoción es identificada, así como la influencia de la complejidad de las emociones transmitidas, explica por su parte , investigadora del Cvblab-Instituto I3B, Valery Naranjo.

Aunque esta software podría desarrollarse en diversos sectores, por el momento la experimentación se centra en los trastornos del espectro autista.«Uno de los principales problemas de quienes lo sufren es la dificultad para interpretar las emociones. Algo que para el resto de personas es sencillo, como determinar la intención de alguien que se dirige a nosotros, para ellos es un problema complejo», apunta José Antonio Diego. Por ello, este software puede ayudar porque permite comprobar en qué medida se perciben correctamente o no determinada emociones, así como en qué grado.

Actores virtuales

Otro de los posibles campos de aplicación de esta herramienta serían los videojuegos, la política, el márquetin y la publicidad, según detalla este grupo de investigadores. «A través de unos determinados rasgos faciales, sería más sencillo que un actor virtual comunicase determinadas emociones», agrega Diego.

Y según el experto del Cvblab  de la UPV, José Felix Fuentes, hoy en día en los procesos de venta la presencia de actores virtuales es ya muy común. A su juicio, «si esos actores virtuales logran transmitir las sensaciones pertinentes aumentarán las ventas de la compañía que los utilice».

Además, el sistema tiene aplicaciones en investigación básica de la realidad virtual, al permitir, por ejemplo, analizar el juicio de realidad que un usuario le atribuye a un avatar en un mundo virtual, lo que se conoce como presencia social, según el director del Instituto I3B de la UPV, Mariano Alcañiz.

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