A nivel enciclopédico, 1989 siempre será el año en que cayó el Telón de Acero y se aceleró el final de la Guerra Fría. Pero, además, en el 200º aniversario de la Revolución Francesa, los tanques del ejército chino aplastaban la revolución estudiantil de la Plaza de Tiananmén; el ayatollah Jomeini moría mientras sus fieles seguían con la misión de acabar con Salman Rusdie por haber escrito Los versos Satánicos; y la gran plaga del sida no dejaba de cobrarse jóvenes víctimas, entre las que se contaban Robert Mapplethorpe y Keith Haring. Hoy ambos comparten sala en el museo creado hace 30 años a orillas del Mediterráneo: el IVAM.
El IVAM inicia la conmemoración de su nacimiento por partida doble, con la inauguración de la gran exposición 1989. El fin del siglo XX -unas 200 obras de 80 artistas fechadas en aquel año- y la más pequeña, pero significativa, Caso de estudio: 1989. IVAM, que retrata con elementos de muy distinta naturaleza la València que fue capaz de poner en pie un centro artístico de referencia: «El proyecto cultural más importante de las últimas décadas en esta tierra y también de los más importantes del país», según lo definió su director, José Miguel G. Cortés.
1989. El fin del siglo XX
«En 1989 pasaron tantos acontecimientos que perdimos la inocencia», indicó G. Cortés. «En nuestra mente hubo un antes y un después. Se iniciaba una nueva época».
Sandra Moros, conservadora del IVAM, y Sergio Rubira, subdirector de Colección y Exposiciones, han comisariado ambas muestras. La primera, ubicada en la enorme Galería 7, ha necesitado utilizar, por primera vez en mucho tiempo, la parte superior de la sala. Moros resaltó la complejidad del proyecto, que incluye obras que provienen de centros de todo el mundo, bajo la premisa de que «no lo hemos estructurado en bloques temáticos«, sino a través de ecos y resonancias, relaciones y analogías, que aluden a los hechos fundamentales que protagonizaron 1989 bajo una panorámica «fragmentada y fragmentaria».
Rubira aclaró que «la aceleración de los acontecimientos en el tiempo» provocó que quienes los vivieron «fueran incapaces de asimilarlos por completo» a lo largo de aquel año. Por eso, «era difícil encontrar obras que los reflejaran; los artistas carecían de la suficiente distancia».
Sin embargo, otras cuestiones venían de lejos y llegaron a su apogeo al final de los 80. De especial interés fue, en palabras de Rubira, «la guerra cultural surgida a partir de la crisis del sida, que evidenció la separación entre la política y la cultura». El conservadurismo político de occidente en aquel momento, con un triunfante reaganismo implantado en EE.UU., pretendió «establecer un juicio moral» sobre la trágica epidemia, «mientras la cultura hablaba de ética individual y libertad sexual». Este problema latente se materializó en casos de censura como el cierre de la exposición de Mapplethorpe en la galería Corcoran de Washington«por atacar la moral pública». Por tanto, la enfermedad es uno de los temas más relevantes de la exposición, con obras inspiradas en las experiencias de Vittorio Scarpati, Nan Goldin, el video Keith Haring pintando el mural Tots Junts Podem Aturar la Sida, los espeluznantes autorretratos del fotógrafo Mark Morriscoe en su lecho de muerte y, por supuesto, obras del propio Mapplethorpe.
El cambio de época se subraya en la muestra a través de los relojes minimalistas de Artschwager y Allighiero & Boetti o en naturalezas muertas como la bola de rosas de James Lee Byars. «Se trata de un bodegón vivo que evolucionará con la exposición cuando las rosas terminen cayendo, formando una pirámide», matizó Rubira.
Otras ideas destacadas en la muestra son conceptos como la multiculturalidad, término que empezó a formarse por aquel entonces, cuando tocaba a su fin la época post-colonialista. Muchos artistas del otro lado del Telón de Acero comenzaron a desarrollar sus carreras en Europa Occidental o EE.UU. Fue una de las consecuencias positivas de lo que posteriormente se conocería con el nombre de globalización, que en su reverso terminó reduciendo las particularidades propias de cada lugar y profundizado en las desigualdades entre personas y territorios.
El impresionante trabajo de montaje de la exposición no ha olvidado incluir ejemplares de publicaciones de la época que ofrecen al espectador la posibilidad de acercarse, aún más, a aquellos hechos históricos de primera magnitud.
Caso de estudio:1989. IVAM
«El IVAM fue el primer museo que nació con un sólido proyecto artístico», manifestó G Cortés. «Posteriormente, se abrieron muchos otros museos, pero sin una colección adquirida y esperando ver con qué se rellenaban. Para que el IVAM se convirtiera en una realidad, se conjugaron elementos singulares como una clara voluntad política, un apoyo social e institucional muy significativo, y todo ello liderado por la figura de Tomás Llorens». Llorens fue el primer director del museo cuando el proyecto se aprobó el 31 de diciembre de 1986, pero G. Cortés quiso extender la exposición Caso de estudio:1989. IVAM como«un elogio a todas las personas que lo hicieron posible».
La muestra parte de la documentación que el museo conserva en su archivo y se ha llevado a cabo con la colaboración del el Centro de Investigaciones Colaborativas (CIC), un grupo de profesionales del sector artístico, así como estudiantes de máster o doctorandos de Historia del Arte de la Universitat de València y de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València, que ha indagado sobre el proceso de formación del IVAM. De este modo, señaló Moros, «pudimos contar con una visión externa a la nuestra».
La comisaria comentó que «la exposición muestra cómo se establecen los pilares de la Colección del IVAM desde 1984, que es cuando empieza a gestarse la idea del museo. Se incluyen carteles de algunas de las primeras exposiciones del museo, como las dedicadas a Joaquín Sorolla, Claes Oldenburg o Antonio Saura, trípticos publicitarios, las fotografías de las inauguraciones y los montajes, las actas del Consejo Rector y otros documentos que muestran que el IVAM «fue todo un ejempo de modernidad para la época». Maquetas del proyecto y fotos de la construcción del recinto obra de García Poveda «El Flaco» también circulan por la pequeña sala.
Además, se ha realizado una brillante labor de contextualización para recordar cómo era la València que dio a luz al museo: carteles de plazas emblemáticas de la Ruta del Bakalao como la discoteca ACTV, prensa local de la época, e incluso ¡aquellos bonobuses de cartón! Un espacio perfecto para provocar más de un intenso déjà-vu en las mentes de los adolescentes de finales de los 80.
Caso de estudio. 1989. IVAM ha sido pensada también como una exposición viva que, a partir de abril, acogerá charlas, reuniones y actividades. Tras los entrantes de los meses anteriores, el primer plato del cumpleaños está servido. Lo pueden disfrutar hasta el 19 de mayo, pero no olviden hacer hueco porque se servirá un suculento menú.