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La falta de formación mantiene una tasa de paro estructural alta

Redacción E3
Publicado a 27/04/2018 13:56

Una fuerte reducción en la tasa de paro estructural es impensable. Esta fue una de las conclusiones de la conversación que Economia3 tuvo el privilegio de mantener con Emilio Ontiveros y Joaquín Estefanía, invitados al coloquio «Una mirada a la economía a través del cine«. La Nau acogió el acto, organizado por Fundación Cañada Blanch y con Montserrat Domínguez como moderadora y que dejó claro que el cine se ha convertido en un de los vehículos que mejor explican los fenómenos económicos.

La caída de la ocupación, que ayer hizo pública la EPA, y su posible repercusión en frenar el aumento salarial que se está reclamando desde diversos frentes, fue uno de los temas que se abordaron en la conversación. Al respecto, el catedrático de la UAM Emilio Ontiveros señaló la economía española «tiene un problema muy serio en la distribución de las rentas. España, con la excepción de Grecia, es el único país europeo donde los salarios son inferiores al inicio de la crisis. Ha habido una distribución regresiva de las rentas, donde los salarios tienen la participación menor y no están creciendo en términos reales».

La falta de formación mantiene una tasa de paro estructural alta

En este sentido, el que fuera director de El PaisJoaquín Estefanía señaló que es posible que «un porcentaje alto, quizás de dos dígitos, no van a encontrar nunca puestos de trabajo porque se han quedado obsoletos. Lo peor es que el empleo que se crea es de mala calidad, es empleo precario».

A este respecto, Emilio Ontiveros puso énfasis en que a la llegada de la crisis, no se pusieron medidas rápidas para reorientar la cualificación de las personas desempleadas, casi todas del sector de la construcción residencial y la promoción inmobiliaria. «En otros países vieron que el futuro iba por la vía tecnológica, el gobierno se encargó de invertir para cualificar a la gente. Por eso su paro estructural es bajísimo».

La nueva economía, añadió, debe basarse en el conocimiento. Ontiveros aseguró que el empresariado medio está mejorando «y hay recursos financieros. Lo que falta son decisiones de asignación. Es un problema de elección. Aquí todavía no se ha entendido que asignar recursos públicos a la sociedad del conocimiento se traduce en mejores beneficios incluso para los contribuyentes que lo financiamos».

Ontiveros añadió que además de un problema social y humano, es un problema económico, porque está inhibiendo decisiones de consumo duradero de las familias o inversiones, como la de vivienda. «Hasta las asociaciones de empresarios más sensatas reconocen que una economía donde los salarios no crecen pueden incubar un malestar que puede afectar a la propia actividad empresarial», aseguró el catedrático.

«Las economías que no remuneran adecuadamente el esfuerzo de la gente tienen un germen suicida. Y eso lo dice Warren Buffet, que no es sospechoso de ser un revolucionario», afirmó Ontiveros. Recordó que hasta el momento hemos tenido buenas EPA’s y ocurra lo que ocurra, «los salarios tienen que crecer».

Emilio Ontiveros quitó importancia al escandaloso desequilibrio entre salario medio y las retribuciones que reciben los consejeros y alto directivos. «Desde el punto de vista de la renta nacional, asistimos a una distribución regresiva entre las rentas del trabajo y las rentas del capital. Además, dentro del trabajo se está dando la mayor desigualdad, dependiendo del sector de actividad y las competencias de los trabajadores, asistimos a una dispersión salarial sin precedentes», añadió. Entre esos sectores citó medios de comunicación y servicios financieros, «donde la digitalización está carcomiendo posibilidades de trabajo».

Reconoció que aunque se está creando empleo, «no es un empleo de calidad, según los parámetros de la OCDE: combinación de salario medio con duración media del contrato. Esa relación en España es de las peores de Europa».

Para Ontiveros, «quienes más sufrieron la crisis no fueron los que la generaron y la postcrisis no depara compensaciones a los que más la sufrieron. Esto es una bomba de relojería».

Globalización y populismos

Sobre los efectos de la globalización, el fundador de AFI lo tiene muy claro. «La globalización nos afecta a todos. A los españoles, sí. Pero también a los daneses, a los suecos, a los holandeses … y el efecto no ha sido el mismo. Y eso tiene que ver con lo que yo llamo mecanismos redistributivos del sector público. No hay que culpar a las grandes multinacionales, sino a los que no arbitran mecanismos redistributivos. Lo que es regresivo es oponerse al libre comercio, a la libre circulación de las personas, de servicios, de capitales o de información».

Puso como ejemplo economías europeas que han sabido combatir los efectos más negativos de la globalización, mejorando su competitividad, «pero que también están a la cabeza en redistribución. Es decir, en cohesión social. No es verdad que la globalización sea enemiga de la cohesión social».

En contraste, Joaquín Estefanía se mostró contrario «a esta globalización que en algunos aspectos avanza mucho y en otros no avanza tanto. Este ritmo distinto genera muchos perdedores que generan mucha desafección. No nos hemos parado a reflexionar cómo gobernar la globalización y sigue su marcha y generando mucha desafección política y económica». Esta desafección, en su opinión, es la que está generando «una crisis de representatividad política y una deriva autoritaria».

Estefanía llegó a calificar de «fascista» la involución que se produce en algunos países del Este de Europa. «El peligro de la aparición de esos populismos, de esos partidos de extrema derecha no es que ganen las elecciones, que también, sino que contagian sus propuestas a las fuerzas políticas del centro del sistema».

La forma de abordar la globalización por parte de los países es decisiva a la hora de generar confianza en el sistema democrático, según Ontiveros. «Cuando los países han puesto mecanismos para hacer frente a la competencia, para seguir siendo competitivos, no se han empobrecido y no han generado desafección». 

La eclosión de la extrema derecha en la antigua Europa del Este, por ejemplo, se debe en parte a la falta de experiencia democrática. La incapacidad para abordar la globalización, que conlleva el empobrecimiento de la población, «resucita caciquismos y propuestas autoritarias como las que vemos en Polonia o Rusia».

 

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