Siendo una asociación de carácter voluntario, Aemon se ha mantenido dignamente durante la crisis. “No somos una entidad de conservación, cuya pertenencia sería obligatoria, como una comunidad de propietarios, así que tenemos que ganarnos al asociado. Desafortunadamente hay empresas insolidarias que no se asocian pero sí se benefician de los logros conseguidos por la asociación, aspecto que esperemos se corrija cuando entre en vigor la futura Ley de Gestión de Áreas Empresariales”, señala Camps.
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Uno de los trabajos que se ha desarrollado es comparar cuánto se aporta al ayuntamiento y qué se recibe del mismo. “Una tarea –añade Camps– de ir puerta a puerta preguntando, porque los ayuntamientos no dan el dato desagregado”.
En ese trabajo de campo surgió que una sola empresa pagaba 36.000 euros de IBI al año. “Con eso hay para pagar a dos empleados municipales durante todo el año y tendríamos los polígonos limpios y con todo en orden”, agrega Camps.
Y como ejemplo de esa falta de interés recuerda que pasaron semanas hasta que los servicios municipales retiraran un árbol caído durante un vendaval y que impedía el tráfico normal por la calzada. “Pero si tenemos hasta asociados que ellos mismos reparan los contenedores de basura”, concluye Camps, “porque los contenedores más chungos son los que nos mandan a los polígonos”.