Profesiones en peligro de extinción

Profesiones en peligro de extinción

2015-junio-mesa-UEV-Grupo-VerticalAnte este planteamiento, Isabel Bonilla hizo hincapié en que “los conocimientos sí caducan, lo que no caducan son los valores y las competencias de las personas”.

También insistió en que “las empresas necesitan gente flexible, creativa, comprometida y que se adapte rápido a los cambios para dar respuesta a las necesidades de sus clientes y solo serán capaces de hacerlo si cuentan con equipos que reúnan estas competencias. Por ello, la universidad tiene el reto de capacitar a los alumnos en dichas habilidades o competencias fundamentales”.

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Isabel Bonilla puso también sobre la mesa de debate que “más de la mitad de las ofertas de Infojobs –uno de los portales de internet que más ofertas recoge– no son para universitarios, sino para egresados de Formación Profesional”.

Teniendo en cuenta –reiteró– que nos hemos dedicado a ‘producir universitarios’ sin prever las necesidades del mercado laboral, deberíamos planificar, al igual que lo hace la empresa teniendo en cuenta sus ventas. Ante esta situación, la sociedad española tiene un reto importante que salvar ya que hemos dejado pasar años en los que deberíamos haber ‘fabricado’ lo que la sociedad española necesitaba y no se ha hecho”.

Ante la aparición o desaparición de nuevas profesiones, Isabel Bonilla explicó que determinados sectores como la alimentación o los servicios “están ya adaptándose a lo que la sociedad global está demandando”. En concreto, “esta está pidiendo capacidades que permitan a los trabajadores adaptarse constantemente a las necesidades del mercado laboral, un reto al que debemos hacer frente tanto las empresas como las instituciones educativas. Igualmente, desde las propias empresas damos ejemplo, con nuestro forma de hacer las cosas, a nuestros empleados generando valores en la sociedad y en nuestro ámbito de actuación”.

En opinión de Enrique Fernández, “la crisis ha modulado la necesidad y el volumen de profesionales de unas profesiones más que otras”.

En consecuencia, incidió el rector de la UEV, “las profesiones necesitan y necesitarán en un futuro ir adaptándose, al igual que sus profesionales, para dar respuesta a los retos cambiantes introducidos, sobre todo y tal y como comentaba Alberto Gutiérrez, por las nuevas tecnologías que están modificando los hábitos de vida y la forma de relacionarnos y comportarnos”.

Con lo cual, insistió, “en la sociedad del conocimiento cada vez va a ser más necesaria una formación a lo largo de toda la vida profesional, tanto si la persona quiere ser competitiva como los propios países”.

Es decir, –esclareció– “en el caso de la formación universitaria no bastará con estudiar una carrera. El trabajador pasará varias veces por la universidad, no necesariamente para cursar otro grado, pero sí para especializarse, una especialización en la que cada vez cobran una mayor importancia las empresas”.

Otro punto en el que incidió Enrique Fernández fue en la necesidad de enlazar la formación a lo largo de toda la vida, la especialización y la adaptación de las profesiones y sus profesionales con las competencias y la mentalidad global.

Sobre la FP, el rector de la UEV puso sobre la mesa unos datos que reflejan el “retraso histórico” que sufre España en formación en comparación con otros países de la OCDE. En concreto, si segmentamos la población de 25 a 65 años y teniendo en cuenta su nivel de formación nos encontramos con que el 45 % de los españoles en esa franja de edad tienen solo la formación básica (el doble que la media de la OCDE); un 22 %, FP y Secundaria (mientras que en Alemania ese porcentaje se eleva hasta el 59 %, la mitad de la población en esa franja de edad son titulados de FP de grado medio); y un 33 % tiene formación terciaria (universitaria o equivalente; en la media de la OCDE).

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Isabel Bonilla, de Bo Growth

Ante estos datos, Isabel Bonilla advirtió que en España “no hemos sido capaces de desterrar el mal estereotipo que tiene la FP. Por ello, te encuentras en la universidad jóvenes que están estudiando una titulación que no les agrada y que no hubieran cursado si hubiera estado mejor vista la FP”. 

Por ello, el rector perseveró en la necesidad de concienciar a los jóvenes de que la formación es importante al igual que la cualificación y que no basta con los estudios básicos, hay que seguir avanzando ya que “debemos tener muchos más jóvenes estudiando Secundaria y en FP, una situación que ayudaría al país a ser más competitivo y a reducir las tasas de abandono temprano, ya que uno de cada cinco jóvenes españoles, hasta 16 años, no acaban los estudios básicos”.

En conclusión, –resumió el rector–, “debemos reducir el abandono temprano, aumentar la cifra de estudiantes de Secundaria y FP y no debemos reducir el número de estudiantes universitarios (que se situaba en el 33 %)”.

En alusión a lo anterior, Luis Rico lo definió como un tema cultural. “A mi generación se nos ha dicho siempre que debemos ir a la universidad, sin embargo, no todo el mundo debería ir, ya que cada uno puede elegir cómo quiere desarrollarse profesionalmente”.

Por su parte, Luis Rico ilustró que desde las instituciones se dice que su generación es la mejor preparada de la historia pero la que menos oportunidades está teniendo. Ante esta situación, se preguntó qué es lo que han hecho mal para llegar a esta situación y pidió al Gobierno y a las instituciones que dejen de lado los datos macroeconómicos y las encuestas de la EPA y se acerquen a un aeropuerto para comprobar la cantidad de “talento” que se ha formado en España y que  está saliendo hacia otros países.

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Luis Rico, de DHL

Luis Rico se mostró partidario de que exista una colaboración entre estudiantes y empresas. A su juicio, “el que haya una crisis económica en España, no quiere decir que no debas luchar por tu futuro en tu país, se trata de una cuestión de actitud. El egresado debe analizarse a sí mismo, al mercado laboral y centrarse en conseguir sus objetivos. En definitiva debe saber reinventarse”.

En cuanto a la actitud, argumentó que en DHL el propio empleado puede desarrollar su proyecto profesional fijándose unos objetivos para alcanzar sus metas”. Para ello, matizó, “necesita proactividad e iniciativa pero sobre todo que las instituciones educativas le proporcionen las herramientas necesarias para que pueda enfrentarse a los diferentes retos que debe salvar en el mercado laboral”.

Por su parte, Alberto Gutiérrez coincidió con Enrique Fernández en que “hay profesiones donde la naturaleza del mercado está obligando a reducir el número de personas como es el caso del sector de la construcción”.

Sobre las actitudes, concretó que “actualmente, si quieres ser competitivo y no quedarte fuera del mercado es necesario hablar idiomas, tener iniciativa, haber visto algo de mundo, estar muy abierto al cambio y ser muy flexible”.

A todo lo dicho anteriormente sobre el apartado de las actitudes, Isabel Bonilla incorporó un elemento nuevo a todo lo comentado por el resto de participantes y es que “hoy en día, las empresas buscan personas que se comprometan del todo –desde los trabajadores menos cualificados hasta la cúpula directiva– y que tengan capacidad de aportar valor con sentido crítico y constructivo. Se trata de intraemprendedores: un emprendedor dentro del propio proyecto empresarial”.

Ahora bien, –precisó– “conseguir este objetivo desde las instituciones educativas no es fácil porque tiene que ver con el valor personal e intrínseco de la persona. Por ello, las organizaciones educativas se encuentran ante el reto de formar profesionales que tomen decisiones, disfruten con lo que hacen y les guste lo que han elegido hacer, ya que los profesionales comprometidos dan lo mejor de si mismos desarrollando su labor”. Y lo mismo ocurre en sentido contrario, –precisó–. “Aquella empresa que quiera ser global, competitiva, etc., solo lo conseguirá si sus plantillas están integradas por personas comprometidas”.

Por su parte, Enrique Fernández incidió en que “lo que varía en el siglo XXI es la velocidad del cambio y para dar respuesta a ese cambio, los jóvenes que están actualmente en la universidad –la generación “y” o Millennial– deben desarrollar una serie de competencias como son la capacidad de adaptación al cambio, la flexibilidad, la paciencia y la tolerancia al estrés o a las presiones, entre otras. Toda ellas se pueden desarrollar desde la universidad porque existen metodologías”.

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Enrique Fernández, de la UEV

Enrique Fernández enumeró otras competencias que también se trabajan desde la universidad como son las habilidades comunicativas, el trabajo en equipo, la responsabilidad para con los valores de la empresa, los valores éticos y la responsabilidad social corporativa. “Creemos que es importante a futuro no solo formar a grandes profesionales sino a profesionales buenos y comprometidos con la sociedad”, aclaró.

Ante la importancia de que el trabajador debe hacer aquello que le gusta para estar comprometido con la empresa, expuesto por Isabel Bonilla, Luis Rico se preguntó si un joven de 17 años tiene claro a lo que se va a dedicar. A su juicio, “una persona con esa edad debe tener más alternativas donde elegir y no debe decantarse solo por la universidad porque es donde le han aconsejado que debe ir. Tiene que saber lo que le gusta y tener otras opciones para poder encaminarse”.

Para ilustrar esta situación, Luis Rico hizo referencia a los test psicológicos que se hace a los alumnos de 14 años en los colegios para vislumbrar su futuro profesional. En su opinión, “habría que replantear esta situación abriendo un poco el abanico hacia otras opciones laborales ya que tenemos que incorporar un gran número de profesionales que no puede absorber ahora mismo el mercado laboral”.

Respecto a las competencias, Luis Rico expuso porqué una multinacional como DHL contrató a un recién licenciado como él. Entre los factores que influyeron en esta decisión se encuentran las competencias adquiridas tras su paso por la UEV como son el trabajo en equipo, dotes de liderazgo, habilidades comunicativas, proactividad… Por ello, –afirmó– “creo que el modelo educativo está evolucionando junto con el mercado laboral y tanto las universidades como las escuelas de negocio deben adaptarse a dicha evolución”.

Alberto Gutiérrez se decantó también por la actitud. “De hecho, uno de los valores de Aquaservice es la actitud positiva”. A su juicio, “un gran porcentaje de trabajos los podemos hacer cualquiera y, teniendo en cuenta que actualmente una gran mayoría de los candidatos están tan formados como Luis Rico, la actitud es lo más importante”.

Por otra parte y en relación a hacer lo que a uno le gusta, que fue comentado tanto por Isabel Bonilla como por Luis Rico, Alberto Gutiérrez puntualizó que ellos lo llaman pasión por lo que se hace y “las empresas tenemos la responsabilidad de crear un entorno donde la gente tenga pasión por su trabajo”.

A su vez, puntualizó Gutiérrez, “la universidad tiene que concienciar a sus alumnos de que por el simple hecho de que hayan ido a la universidad no son más listos que el de al lado y estos deben saber también que el cliente es lo más importante junto con el empleado”.

¿Trabajadores con iniciativa o respetuosos con la jerarquía?

Isabel Bonilla explicó que “la crisis nos ha hecho darnos cuenta de que muchas ideas y soluciones las podemos encontrar en la propia compañía y que si escuchamos a los trabajadores resolveremos problemas que antes esperábamos que vinieran de fuera. Por ello, también es importante que el trabajador sienta pasión por lo que hace y esté comprometido con la compañía”.

De todas formas, reconoció Isabel Bonilla, “hay empresas grandes y estructuradas donde es necesario que estén definidos los puestos de trabajo y que hayan manuales de procedimientos”. A pesar de todo, –precisó– “las empresas están abriendo la mano a las ideas, a la opinión y a cierta creatividad, tendencias inteligentes que deben ir a más y que se deberían fomentar en el futuro”.

En línea con lo anterior, Isabel Bonilla precisó que “no se trata de libertinaje, sino de una libertad con límites. Por ello, es importante recoger esas ideas de los empleados que permitirán al empresario mejorar y generar esa confianza para que, dentro de un entorno controlado, los trabajadores puedan desarrollar esa creatividad en pro de un bien común. Es decir, es necesario dar libertad a los trabajadores a sabiendas de que pueden cometer algún tipo de error pero si no se consiente, se anula la iniciativa y la creatividad”.

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Alberto Gutiérrez, de Aquaservice

En esta misma línea, Alberto Gutiérrez matizó que depende mucho de la cultura de la empresa. “Hay compañías que fomentan más la jerarquía y la disciplina y otras se decantan más por la iniciativa y el empredimiento. También influye el tamaño. Es mucho más fácil que se dé el emprendimiento y la iniciativa en una pyme que en una gran empresa donde es necesario establecer reglas y procedimientos y constituir una cierta estructura”.

De todas formas, –incidió–, “lo más complicado es crear una cultura en la que haya canales de comunicación, tanto formales como informales, bien estructurados para que tanto la iniciativa como la comunicación lleguen desde el último escalafón de la compañía al resto”.

Por su parte, Enrique Fernández subrayó que “en el futuro, las empresas que quieran crecer de manera sostenible deberán incorporar perfiles innovadores que sean responsables y que crean y respeten los valores de su organización”.

De hecho, en la UEV, –continuó– “formamos tanto en valores como en competencias y estas se engloban bajo el paraguas de perfil emprendedor –iniciativa, creatividad, innovación, flexibilidad, energía, empuje…–. Todas ellas sirven no solo para montar un negocio sino para lanzar propuestas emprendedoras”.

A juicio de Luis Rico, “cada trabajador debe conocer cuál es su rol dentro de la compañía y qué tareas debe desarrollar”. Sin embargo, –clarificó– “es importante dotar de flexibilidad a los profesionales porque estarán más motivados. Además, sería un error por parte de la empresa no aprovechar el talento de sus propios empleados”.

Según refleja un informe, elaborado por DHL sobre la satisfacción de los empleados, los profesionales consideran necesario abrir vías de comunicación dentro de la empresa para que pueda haber una mayor implicación de los puestos inferiores en las decisiones más generales. “Es evidente que los responsables de una compañía son los que más toman las decisiones. Pero, es importante dejar que los empleados se impliquen en esas decisiones y aporten su visión”, incidió Luis Rico

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