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Institutos tecnológicos y empresas colaboran en servicios a la tercera edad

Institutos tecnológicos y empresas colaboran en servicios a la tercera edad

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Centros tecnológicos de Redit y empresas que trabajan en el ámbito de las personas mayores, coinciden en que se trata de un nicho de mercado de creciente desarrollo y, por lo tanto, con nuevas necesidades en campos como la alimentación, la movilidad, la prevención y el ocio. Sin embargo, apuntan a que se trata de un negocio complicado a la hora de obtener un rendimiento económico y, por esta razón, han destacado la importancia de la inversión en este sector. Y para ello reclaman una mayor comunicación que divulgue los productos y servicios desarrollados para este segmento.

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Rakel Poveda, investigadora y tecnóloga del IBV, insistió en el encuentro organizado entre Redit y Economia3, en la importancia de comunicar bien los productos desarrollados, para que esa información llegue al potencial usuario. “En el IBV tenemos una vía de comunicación y potenciación que va desde la parte más científico técnica a la de difusión del producto. Incluso apoyamos en este apartado a las empresas que lo solicitan.Del mismo modo, disponemos de un servicio específico sobre cómo llevar a cabo esa comunicación para que llegue con un lenguaje acorde a la gente mayor, ya que este colectivo puede llegar a rechazar un producto, además de por su estética, por la forma en que se dirigen a ellos”.

En esta misma dirección, Javier Galdón, subdirector general de SAI Wireless, remarcó que para las empresas es muy importante recalcar que hay un centro tecnológico detrás de un determinado proyecto “ya que aporta imagen de marca, seriedad y fiabilidad al producto. A su vez, a los centros tecnológicos también les interesa que esa labor de investigación se vea reflejada en un producto final que está en el mercado y que es aceptado por el público”.

En esta misma línea, José García, director de I+D+i en Ainia, esclareció que este instituto cuenta con una fuerza comercial propia y “ayudamos a las cerca de 1.300 empresas con las que trabajamos o a la Administración para que estas lleven el producto al mercado. Interaccionamos con el usuario final a través de nuestro centro de estudios del consumidor, Consumolab. Gracia a él convertimos al usuario final en protagonista. Con Consumolab, ofrecemos a las empresas unos servicios especializados que tienen un enorme valor porque identifican claramente los atributos de valor que identifica el consumidor en los productos y sus innovaciones y que también nos ayudan a nosotros en el desarrollo de nuestra propia I+D+i”. 

Rakel Poveda, José García y Noemí Rando 

Noemí Rando, de Aiju

Noemí Rando, de Aiju

Rakel Poveda coincidió con José García  y con Noemí Rando, coordinadora de Proyectos de Ocio Terapéutico para la Salud en Aiju, en que funcionan exactamente igual que estos institutos. “Tenemos agentes comerciales que visitan a la empresa para analizar sus necesidades y la apoyamos incluso en el apartado de comunicación; trabajamos y mantenemos alianzas con asociaciones y fundaciones de personas mayores y los incorporamos a los proyectos, bien sea con la empresa directamente o con proyectos de investigación propios”.

Por su parte, Noemí Rando corroboró también que estos últimos años y como consecuencia de la crisis, “la empresa se ha centrado en sacar al mercado un proyecto innovador ajustándose a las necesidades del usuario, un hecho que ha provocado que demanden nuestra colaboración”. 

Además de la crisis –añadió Javier Galdón–, la potencialidad de la tecnología actual ha propiciado que busquemos necesidades que cubrir y, para ello, acudimos a los centros tecnológicos a solicitar su ayuda para ver qué podemos hacer juntos con esa tecnología”.

Los participantes en la mesa también analizaron la importancia de la I+D+i orientada a la competitividad y reflexionaron sobre el papel de los centros tecnológicos. Todos ellos coincidieron en señalar  que la labor que desarrollan es fundamental pero que deben contar con ayudas de la Administración para seguir generando conocimiento con el fin de ir por delante de las empresas.

El papel de los institutos tecnológicos 

José García se mostró de acuerdo con la importancia de la I+D+i para la competitividad y con la labor que se realiza en este sentido desde los centros tecnológicos. En su opinión “los países que avanzan son aquellos que apuestan por la innovación de una manera sostenida. Por ello, los centros tecnológicos tenemos un papel absolutamente relevante”. García recalcó que la obligación de un centro tecnológico es estar junto a la empresa “y debemos estar a la vanguardia de la innovación para aportarles valor, a la vez que orientados a la sociedad”, apuntó.

Para el responsable de SAI Wireless, “los centros tecnológicos deben tener una labor social y no pueden funcionar como una empresa, porque para eso ya estamos nosotros. Con lo cual, si estos no cuentan con esa ayuda que les permita ir un paso por delante de lo que demandamos las empresas y llevar a cabo una vigilancia tecnológica permanente nos estamos haciendo la competencia. Por ello, los institutos deben contar con la financiación y una tranquilidad de supervivencia bien controlada y bien direccionada”.

Javier Galdón, de SAI Wireless

Javier Galdón, de SAI Wireless

Galdón valoró como fundamental la labor que se realiza desde los centros tecnológicos “sobre todo en esa escala a tres bandas –Universidad, centros tecnológicos y empresa–”. En su opinión, “la Universidad tiene que proveer a los centros tecnológicos de esas personas que tengan ese conocimiento”.

En cuanto a la relación centro tecnológico-empresa, “habría que buscar nuevas fórmulas gracias a la cual el centro tecnológico sea partícipe también de lo que desarrolla junto con la empresa, participe en los resultados de la comercialización con un porcentaje y sea un partner más de la empresa. A su vez, habría que estudiar la manera de reducir el coste de I+D para la empresa”, recalcó Galdón.

Francisco Ibáñez, director de Proyectos en Brainstorm, también corroboró la importancia de la I+D pero hizo hincapié en la necesidad de que “la empresa y la Administración compartan el riesgo en las nuevas líneas de desarrollo de producto”.

Brainstorm cuenta con un motor gráfico al que hay que buscarle nuevas funcionalidades, “esto nos obliga a estar innovando cada año”, aclaró Ibáñez. Además, han trabajado con Aiju para emplear dicho motor gráfico en el desarrollo de juegos, aplicaciones de rehabilitación virtual, etc. “Pensamos que son tiempos difíciles para lanzar nuevas líneas de negocio pero gracias a los proyectos que hemos desarrollado conjuntamente hemos comprobado que nuestro motor es bueno y que puede ser competitivo contando con los partners adecuados”, recalcó.

En esta misma línea, continuó Ibáñez, “para lanzar este tipo de productos necesitamos contar con el partner adecuado y con la ayuda de los centros tecnológicos para que nos facilite la entrada en un sector nuevo”. 

Relación Empresas – Institutos 

En cuanto a la relación de Brainstorm con los centros tecnológicos, “nosotros trabajamos con Aiju como partners. Ellos investigan los requerimientos de los usuarios y delimitan el enfoque del producto y nosotros lo diseñamos y desarrollamos para que ellos después lo validen”, despejó Ibáñez.

Francisco Ibáñez, de Brainstorm

Francisco Ibáñez, de Brainstorm

Por su parte, la representante de Aiju argumentó que, en su caso, la crisis “nos ha ayudado a acercarnos a las empresas para ofrecerles investigación que ya teníamos hecha. Es decir, se está produciendo una bidireccionalidad entre las empresas y nosotros. Estamos saliendo al exterior para aprender y realizando acciones comerciales para explicar qué podemos hacer. Además y debido al carácter familiar del sector juguetero nos hemos convertido en su departamento de innovación”.

Noemí Rando recalcó también la buena relación que mantienen con otros institutos y en concreto con el IBV. “Ya que la actual línea de envejecimiento se puso en marcha gracias a Ludiman, un proyecto conjunto”. Rando también explicó otro trabajo que han realizado junto con el ITI y el IBV como es una guía sobre aspectos cognitivos, físicos, ergonómicos, etc., con el fin de hacer interfaces para personas mayores. Rakel Poveda defendió también la importancia de los centros tecnológicos y  matizó que “son un ente diferente a la Universidad y a la empresa”.

En esta misma línea, Poveda argumentó que el principal objetivo del IBV siempre ha sido, a la vez que se ha ido generando conocimiento, tranferirlo y aplicarlo a las demandas de las empresas para que estas vayan creciendo, innovando y desarrollando nuevos productos. “Lo complicado es conciliar, en situaciones de crisis como la actual, el interés empresarial que necesita una solución concreta, con la innovación que debe ser a más largo plazo”, reiteró Rakel Poveda.

La investigadora del IBV también apuntó la falta de apoyo institucional como una dificultad “para poder llevar a cabo nuestra función que es apoyar a la empresa. Ya que sin ayudas, la innovación se reducirá”. En cuanto a las experiencias del IBV con otros institutos que ya se expusieron a lo largo del debate, Rakel Poveda subrayó que los centros son complementarios en muchas cosas. “Siempre hemos tenido muy claro dónde está el conocimiento de cada uno, cuál es nuestro valor como técnicos y cuál es el del resto de los centros. No somos institutos estancos”.    

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