Sábado, 04 de Mayo de 2024
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Si tuviese que elegir una cualidad, sería la perseverancia

Socio Director General de Ahora Soluciones
www.ahora.es

Ignacio Herrero

Ignacio Herrero

Hoy me toca escribir el artículo de colaboración de diciembre, de los que comprometí con ECONOMÍA 3 para este ejercicio. Creo que en total llevo siete u ocho. En realidad, estoy muy agradecido a esta publicación, por la posibilidad que me da de compartir alguna reflexión (que de eso suelen ir, más que de opinión), porque, con la esperanza de que a algunos les puedan ser de utilidad, el primer beneficiado soy yo. No por lo que pudiera cobrar, que son colaboraciones desinteresadas, sino porque me sirven de reflexión.

Me sirven para pensar más despacio y buscar respuestas, causas, motivos o desahogos. Y eso, para mí, que estoy acostumbrado a ir muy deprisa, a hablar bastante y a opinar en ocasiones demasiado, es como un encuentro íntimo y sosegado con el paisaje de robles, carrascas y castaños en “el valle del silencio”; es un regalo.

Aunque quizás, por eso, también me da cierto “respeto”, ya que, si algunas de mis ideas pudieran parecer banales, vacuas o desatinadas, no me queda aquella excusa de “lo dije sin pensar”; pero ni me importa errar (si es para aprender), ni soy de buscar coartadas. Con todo ello quiero agradecer, ya que es el último de este ejercicio, algunos correos de elogio o aprobación que me han llegado de lectores del medio, trasladándome su agradecimiento porque entendían o percibían que estaban escritos desde la experiencia e implicación personal -así ha sido-, y también agradezco los que me hicieron llegar alguna crítica.

Historia de la bailarina

Hoy me quiero fijar en una historia que me encontré hace poco “por internet”; se titula “Historia de una bailarina”. Una de esas lecturas rápidas de las que se puede extraer una buena conclusión o moraleja. La verdad es que hay muchos libros, blogs o webs específicos en los que se pueden encontrar interesantes reflexiones: la historia de la carpa japonesa, la de la estrella de mar, el maestro y el anillo, y otras muchas que ponen de relevancia alguna buena cualidad.

Como ésta me gustó y no la conocía, simplemente quiero compartirla:

Una joven había tomado clases de ballet durante toda su infancia y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que le ayudaría a convertir su afición en profesión. Deseaba llegar a ser una primera bailarina y quería comprobar si poseía las cualidades necesarias, de manera que, cuando llegó a su ciudad una gran compañía de danza, fue al teatro y habló con el director.

“Quisiera llegar a ser una gran bailarina”, le dijo, “pero no sé si tengo el talento necesario o qué me hace falta para conseguirlo”. “Hazme una demostración”, le dijo el director. Pero apenas había bailado unos segundos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. “No, usted no tiene las condiciones necesarias”, le dijo.

La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile en lo más profundo de un armario, y no volvió a calzarlas nunca más. Pasó el tiempo, formó una familia y desarrolló su carrera profesional en un puesto muy alejado de sus sueños de la infancia. Años después asistió a una función de ballet y, a la salida, se topó con el viejo director, ella lo saludó y le recordó la charla que habían tenido años antes, mantuvieron un breve dialogo insustancial, pero al final, antes de despedirse, le preguntó:

– ¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?

– Apenas la miré cuando usted bailó delante de mí; simplemente le dije lo que digo a todas.

– ¡Pero eso es imperdonable! Ud. arruinó mi vida. Pude haber llegado a ser primera bailarina.

– No lo creo. Si hubieras tenido las dotes necesarias y una verdadera vocación para bailar, no habrías prestado ninguna atención a mi comentario.

En otro post leí: “En la vida, no solo el valiente, el más talentoso o el más veloz triunfa; tarde o temprano, el que siempre vence es el que cree que es posible”. Efectivamente, si tuviese que elegir una cualidad sería la perseverancia. Bien conocida es la respuesta de Edison cuando le preguntaron si no se desanimaba por los cientos de fracasos en su intento de hacer una bombilla: “No me equivoqué mil veces. Tan sólo descubrí mil formas de cómo no hacer una bombilla”.

Si miramos a nuestro alrededor, alguna de las más grandes empresas que vemos cuentan con, al menos, un momento en su historia no tan lejana, en la que casi desaparecen. Y si están aquí es por la tenacidad, la firmeza, la constancia de sus soñadores, describiendo como tal a las personas que se las imaginaron e impulsaron, porque crearla…; eso es obra de muchos.

Después de todo, entre el genio y el loco sólo hay un hecho objetivo y diferencial: haberlo conseguido.

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