Viernes, 26 de Abril de 2024
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I+D en la Pyme

I+D en la Pyme

Directora de I+D en S2 Grupo. www.s2grupo.es

Anna Esparcia

«I am in industry”. Bastan esas cuatro palabras para ganarme la atención de toda la sala. Sesudos académicos y desharrapados estudiantes, o mejor a la inversa, todos me miran con la curiosidad del zoólogo que contempla por vez primera ese espécimen raro del que ha oído hablar, pero nunca ha tenido la suerte de contemplar en vivo.

Estoy en un congreso sobre computación genética y evolutiva (más vale que no pregunten o la explicación será más larga de lo que desearían); concretamente, en la sesión “Problem Understanding and Real-World Optimisation”. Sin embargo, todos los ponentes vienen del mundo académico y lo más “real world” que conocen es el problema del viajante. ¿Les suena?

En este entorno, donde me encuentro como el proverbial pulpo en el garaje, se habla mucho de atraer a la industria, de entender sus problemas y, por supuesto, de resolverlos. Bien es cierto que esto no es así en todos los ámbitos académicos.

Industria e investigación

Desde la industria, al menos en España, se percibe al académico como un funcionario que trabaja lo justo e interesado exclusivamente en publicar sobre una temática muy específica, y hay que decir que esto es cierto en algunas (siempre demasiadas) ocasiones.

Sin embargo, en el ámbito de la ingeniería, del que provengo, lo normal es que los investigadores aspiren a que el producto de su trabajo repercuta positivamente en la sociedad, y esto, normalmente, sucede a través de la industria.

Curiosamente, nuestros medios de comunicación tienden a hacerse eco, en la mayoría de los casos, de los avances en medicina y biología realizados por científicos españoles, obviando que esos avances han sido posibles gracias a avances tecnológicos previos y que, si finalmente benefician a la sociedad, será también a causa de ellos. La investigación en ingeniería y tecnología en España está fuera de los focos de la atención mediática.

2013-oct-OPI-S2Grupo-ILUSTRAComo anécdota les contaré lo que suelo decirle a mi hija: en las películas, el malo siempre es el ingeniero. Afortunadamente, esto está cambiando gracias a Phineas, a Ferb y a Bob Esponja: aunque siempre hay un malo ingeniero que inventa cosas para destruir el mundo, también están los ingenieros buenos, que inventan cosas divertidas…, y normalmente inútiles. Por otra parte, Arenita -la amiga de Bob Esponja-, no dice que es ingeniera, sino científica. En fin…

Aparte del problema de imagen de la investigación tecnológica, cuando se habla de I+D en la industria, se hace referencia, por lo general, a empresas grandes, que cuentan con “deep pockets” y pueden permitirse el despilfarro.

Estas grandes empresas, raramente españolas, pueden crear sus propios laboratorios, que funcionan como entidades casi independientes, o bien establecer acuerdos con los MIT, los Inria y los Fraunhofer de este mundo. Pero en la Unión Europea hay más de 20 millones de Pymes, y en España más de 3 millones. ¿Están las pequeñas y medianas condenadas a quedar fuera de la I+D?

Si queremos que esto no ocurra y beneficiarnos de la investigación fundamental o aplicada, tendrá que ser, en gran medida, a través de la universidad o los centros tecnológicos. Con algunas excepciones, esto no suele conseguirse: en ambos lados te cuentan malas experiencias. ¿Por qué?

El mundo académico y el industrial hablan lenguajes distintos y tienen, aparentemente, motivaciones y objetivos distintos, pero quiero pensar que están condenados a entenderse.

Por otra parte, y a la vista de la situación en los últimos años, no podemos esperar que en ese proceso haya mucho soporte de las administraciones nacional o autonómica.

Programas europeos

¿Qué vías de contacto nos quedan con la I+D académica? Probablemente la más importante sea a través de los proyectos europeos, hasta ahora el 7º Programa Marco de la UE (FP7) y en adelante el Horizonte 2020. Al menos, en el primero (esperemos que también en el segundo) la Comisión Europea ha incentivado la participación de las Pymes, promoviendo que todo consorcio de proyecto europeo cuente al menos con una. Esto facilita las cosas, pero la competencia es feroz.

En mi experiencia, para “entrar en Europa” con una mínima probabilidad de éxito, es necesaria una inversión previa, principalmente en horas de trabajo de preparación.

Es posible, aunque poco probable, que los “novios” surjan solos: que algún consorcio en ciernes se acerque a nosotros y nos solicite que participemos en él, pero no puede uno estar sentado esperando a que suceda. Lo más fácil y más costoso al mismo tiempo es tirar uno mismo del carro. Y para ello hace falta, primero, creérselo, y luego,pensárselo. No sólo hay que encontrar una idea innovadora, sino que ésta tiene que tener posibilidades de convertirse en un retorno.

Y luego tenemos que buscar los mejores socios posibles, que no siempre serán conocidos nuestros y, por lo general, estarán fuera del ámbito de la Comunitat Valenciana (triste, pero es así).

Pero, sobre todo, hay que creérselo: nuestra idea no conseguirá tener un retorno si no apostamos por ella desde el principio. Existen también otras vías, que no por no tener una compensación económica a corto plazo son menos importantes. Se trata de ir a las fuentes mismas de la información: los congresos y las revistas.

En el congreso del que les hablaba al principio tuve ocasión de contactar con varios expertos en distintos temas relacionados con la inteligencia computacional, a los que expliqué uno de los problemas en los que trabajamos en la actualidad. Y aunque no diré que de repente se hizo la luz sobre el tema, sí que es verdad que contribuyeron a disipar la ‘niebla’ en mayor o menor medida.

Por lo que respecta a las revistas, llevo años haciendo campañas para conseguir que nuestro personal esté al tanto de las últimas publicaciones; el éxito depende mucho de las personas concretas, pero continuo insistiendo. ¿He hablado ya de la cabezonería como aspecto fundamental en I+D?

Inglés, inglés, inglés…

No quisiera terminar esto sin tocar uno de mis temas favoritos para hacerme mala sangre: el nivel de inglés (bajísimo) que tenemos en nuestra Comunitat. Nos guste o no, no se puede hacer I+D sin un nivel suficiente de inglés.

Me cuesta entender las pullas que aún se continúan haciendo a una determinada personalidad pública a costa de este tema cuando, en general, el nivel es mucho peor. Y no me sirve que me digan que esa persona tiene un cargo público y, por tanto, una obligación; la obligación es de todos, y si queremos hacer I+D en la empresa, aún más.

Hace unos meses hice una serie de entrevistas a una decena de jóvenes de último curso de varias ramas de ingeniería, a los que se avisó de antemano que la entrevista sería en inglés. ¿El resultado? No comment… ¿Y estos son los que en algunos medios llaman “la generación sobradamente preparada”?

Como conclusión diré algo que aquí solemos repetir con frecuencia: la I+D en la empresa es una actitud basada en una visión de futuro, no es una forma de obtener una subvención a corto plazo.

Una PYME apostando por la I+D puede ser un pulpo en un garaje, pero si no está uno dispuesto a convertirse en el pulpo en el garaje, nunca llegaremos a tener un garaje de pulpos…

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