¿Nunca os ha dado por recorrer una gran terminal de noche, cuando no hay ni un alma rondando? Puede ser increíble lo que uno puede llegar a encontrarse en Barajas, Charles de Gaulle o JFK. Enormes pabellones vacíos donde seréis los únicos caminando de un extremo a otro, sacando los frutos secos de turno de la máquina expendedora, saliendo a tomar el fresco mientras la brisa de la madrugada roza vuestros pómulos, o poniéndose a trabajar. Sí, siempre podréis aprovechar esos tiempos muertos para adelantar trabajo o pensar en un proyecto que tengáis entre manos.
La inspiración de esas largas terminales podrá seros de mucha ayuda, la tranquilidad de la noche podrá inspiraros, y el ajetreo del día os llenará de nuevas ideas que plasmar en vuestros trabajos. Los aeropuertos son maravillosos, y no menos lo son las personas que a la cola de los mostradores esperan sin mayor sospecha de que alguien pudiera estar inspirándose en ellas para redactar el próximo artículo del diario local o para diseñar el manual corporativo de una empresa. Magnífico, ¿verdad? Pues esto no sólo pasa en las mastodónticas terminales aéreas, pues algo por el estilo podréis vivir en las terminales de autobús de toda o mismamente en las estaciones de tren.
Bellas estas últimas, y no menos misteriosas también; pues donde una gran mole interrumpe la tranquilidad de la media noche para prepararse para la mañana, siempre habrá el viajero sin rumbo que, con mirada al horizonte y lápiz en mano, tratará de vislumbrar la esencia de cada uno.
Ventajas de trabajar mientras se espera un avión, un tren o un autobús
Más allá de las sensaciones místicas que uno puede llegar a tener perdiéndose entre la gente o en medio de los silencios, en una gran terminal de barajas o en una estación de autobús de la meseta castellana, hay razones prácticas por las que recomendaría a todo el mundo a aprovechar esos espacios de tiempo entre viaje y viaje para trabajar. Y con trabajar no me refiero necesariamente a realizar vuestras tareas de la oficina, sino también a vuestros proyectos personales. Tened en cuenta que nunca uno tiene la oportunidad de salir de su ambiente corriente para tener una larga experiencia que altere los sentidos y os pueda dar nuevas ideas. Pues bien, vamos a ver algunas de las ventajas de trabajar en los tiempos muertos entre viaje y viaje:
- Concentración
Sí, como suena. En alguna ocasión deberíais probar a estar durante una noche en la terminal internacional de un gran aeropuerto, trabajando sentados en el suelo o en una silla mientras al lado tenéis a un alemán con pantalones cortos y calcetines de caña durmiendo a pata suelta sobre su mochila de monte. La concentración que se logra os sorprenderá y no habrá noche en la que no queráis repetir esa sensación. Inspiración
El mero hecho de estar tirados en una terminal por la noche y ser los primeros clientes de la cafetería os llenará de sensaciones indescriptibles de soledad y en ocasiones incluso de añoranza.
De todas maneras, si tenéis miedo de quedaros dormidos y no poder disfrutar más que del pésame que os dé el agente de la comisaria cuando vayáis a denunciar la “desaparición” del portátil, deberíais probar otra de las grandes variantes de los viajes: las estaciones de autobús. Eso sí, en esta ocasión de día, pues la nocturnidad hace de estos lugares puntos poco recomendables para vagar sin rumbo.
Pero…¿alguna vez os habéis fijado en lo que uno puede llegar a encontrarse en Avenida América o en cualquier central de autobuses del país? Es increíble. Y es que lo bueno del asunto es que aquellos que destacan y que os harán inspiraros no suelen viajar entre las nubes, sino a lo largo del asfalto. Abrid los ojos, preparad raudos los dedos para teclear al viento lo que estáis viendo y corred, pues entre tanta inspiración el autobús se os escapará.
- Contactos
Bien sea por el viajero de turno procedente de un pequeño pueblo de los Alpes franceses, el colombiano del Quindío que viene a visitar a su hermana, o el estadounidense que viene a conocer la Plaza España de Sevilla, se torna maravilloso lo que uno puede llegar a conocer en un aeropuerto; especialmente de noche. Y digo maravilloso pues casi siempre coincide que aquellos a los que nos fascina quedarnos 12 horas tirados en un aeropuerto por la noche vagando al son de la luna solemos ser visionarios, viajeros y soñadores. ¿Qué mejor para un emprendedor que rodearse con gente de esta mentalidad? Creedme, más allá de que sea un ejecutivo de Wall Street o un camarero de Buenos Aires, la experiencia será igual de enriquecedora. ¿De pequeños nunca os sentasteis al fuego y bajo la luna a contar historias? Pues ese rato mágico podréis revivirlo.
Ahora bien, si lo que buscáis no es tanta amistad como ir directamente al grano os voy a recomendar que nos dejéis la noche a los raritos y entréis durante el día a las salas VIP de los aeropuertos. En ocasiones pagando un plus podréis tener acceso. ¿Por qué? Pues por dos razones primordiales; por una parte, cuentan con mejores instalaciones que los pasillos de las terminales, y por otra, ahí es donde van los ejecutivos y aquellos de quienes quizá podrías obtener contactos laborales muy fuertes.
Puede que alguno se haya pensado que al narrar mis experiencias me haya ido por los Cerros de Úbeda, pero os diré que no es así, pues qué mejor razón para trabajar en lo que a uno le guste y apasione estando rodeado de inspiración y gente con sueños de comerse el mundo.