Uno de los valores que demuestran la felicidad de una persona es el altruismo. Básicamente, se trata de aquel individuo que ayuda al prójimo sin esperar algo a cambio. Alguien que antepone el bienestar de los demás al suyo propio, convirtiéndose en un sujeto muy valioso para la comunidad. Una de las características de una persona altruista es que es empático y se pone en la piel de los demás. Todo esto lo convierte en uno de los valores más importantes para construir un mundo mejor.
¿Qué es un altruista?
Se denomina persona altruista a la persona que ayuda desinteresadamente a los demás sin esperar ninguna recompensa a cambio. Su felicidad proviene de ser útil en el sitio donde se desenvuelve y hace todo lo posible para que los demás estén bien. En consecuencia, alguien altruista suele ser muy apreciado, respetado y admirado dentro de su entorno social. El altruismo suele identificarse como la condición o conducta humana de las personas que se caracteriza por expresar preocupación desinteresada por otros seres vivos.
El altruismo es una de las formas más seguras para alcanzar la felicidad, ya que permite al ser humano estar en armonía consigo mismo a través de la búsqueda del bien de los demás. Solo es necesario interesarse genuinamente en otras personas y tratar de ayudarlos dentro de nuestras posibilidades. Las personas altruistas son muy valiosas para su comunidad debido a que generalmente suelen poner las necesidades y el tiempo de los demás incluso por encima de su propio tiempo y necesidades.
¿Cuáles son los tipos de altruismo?
Podemos hablar de cinco tipos de altruismo:
Protoaltruismo
El protoaltruismo es uno de los tipos de altruismo más comunes. Generalmente, tiene raíces biológicas y se manifiesta desde la crianza por parte de los padres. Aquí, la persona se enfoca en la crianza y protección de un pequeño, así que es más usual en los primeros meses como padres. Los padres se enfocan tanto en proteger al bebé que descuidan algunas áreas de su vida. Existen estudios que demuestran que el protoaltruismo mejora el rendimiento del individuo, aunque reduce la de su protector.
Altruismo generativo
Se trata de un altruismo genuino, donde se desea el éxito y bienestar del prójimo en un futuro cercano. Aquí no se llega a excesos y la persona está en armonía consigo misma, entendiendo que el éxito de los demás no limita el suyo. En este sentido, podemos decir que es el altruismo clásico y el que aporta más valor a los demás. Sin embargo, debe ser llevado de forma adecuada, ya que existe el riesgo de llegar a los excesos para transformarse en un altruismo conflictivo.
Altruismo conflictivo
El altruismo conflictivo básicamente forma parte del generativo cuando este ha llegado a niveles problemáticos. En consecuencia, se generan enfrentamientos con otras personas porque este valor traspasa los límites de la convivencia. Sin embargo, esto no ocurre por maldad, sino que el individuo no detecta los inconvenientes que provocan su comportamiento. Incluso, podríamos decir que este es un altruismo que ayuda desinteresadamente, pero que genera conflictos con los demás. Así que hay que estar muy pendientes para no afectar la convivencia de toda una comunidad.
Pseudoaltruismo
Aquí ya entramos en las variantes negativas. El pseudoaltruismo proviene de un trastorno psicológico que oculta las verdaderas intenciones de la persona. En estos casos, realmente lo que se busca es el beneficio propio y para ello se muestran interesados en las necesidades de los demás. En tal sentido, se trata de una persona egoísta que disfraza su hipocresía en un falso altruismo que puede ser peligroso para alguien de su entorno. Esto hace que debamos identificar cuáles son las verdaderas intenciones de alguien antes de aceptar ayuda.
Altruismo psicótico
Aquí llegamos a un problema psicológico. Es cuando alguien vela por las necesidades de otro de forma extravagante. Digamos que sus intenciones son positivas, pero no se percatan de cómo ayudan a los demás. Por otro lado, estas personas renuncian a sus propios intereses y solo tienen el objetivo de vivir para el prójimo. Puede ser muy peligroso porque si no se atienden sus necesidades individuales podría caer en un problema de salud. Por esta razón, es sumamente importante analizar el comportamiento del altruista para determinar algún patrón fuera de lo normal.
Ventajas de ser una persona altruista
Ser una persona altruista nos da muchas ventajas. La primera de ellas es que mejora enormemente nuestra seguridad y sentido del humor. Realmente pocas sensaciones son más placenteras que haber sido útil a otros sin esperar nada a cambio. Las personas altruistas suelen verse atractivas debido a la felicidad que demuestra en todas sus acciones. A su vez, el altruismo mejora la confianza de cualquier individuo debido a los elogios que recibe de las personas que ayuda. Esto nos sirve para vivir en una completa armonía que se aprecia desde cualquier punto de vista.
Por otro lado, no podemos olvidar los cambios fisiológicos que viviremos por ser altruistas. Estas acciones nos llevan a ser más felices y esto se traduce en ánimos para estar en movimiento, hacer deporte y mucho más. Por ello, alguien altruista se ve más joven y combate de mejor manera los radicales libres que producen el envejecimiento. Así que no caben dudas que el altruismo es una de las claves para llegar a la felicidad, que es el objetivo de cualquier persona.
¿Qué relación hay entre altruismo y felicidad?
A pesar de que no hay estudios académicos que lo avalen, generalmente las personas altruistas suelen ser más felices. Esto es debido al impacto positivo de todos los valores que se desprenden de una acción altruista en nuestro organismo. Incluso podemos pensar que el altruismo nos da vitalidad y genera endorfinas, las hormonas que producen felicidad. Todo parece indicar que son las causantes de estos sentimientos que nos hacen sentir bien y nos ayudan a vivir una vida plena y en armonía.
Cabe destacar que lo peligroso de los pensamientos negativos es que se acumulan rápidamente y suelen afectar el estado de ánimo de las personas. A partir de aquí entramos en una espiral peligrosa en la que las preocupaciones comienzan a afectar a parte de nuestro organismo. El altruismo es una buena forma de combatir estos pensamientos negativos y atraer la felicidad a nuestras vidas. Con ello podremos darle mayor vida a los años por venir y las endorfinas hacen su trabajo en muy poco tiempo.
Ejemplos de altruismo
Alguien que dona sangre o una cantidad de dinero a una causa benéfica es altruista. A su vez, podemos encontrar personas que dedican tiempo y recursos a alimentar a animales de las calles. Esto demuestra la importancia que tienen para ellos los seres vivos, así que hacen lo que sea para que se sientan mejor. Por otro lado, hemos visto casos de hermanos que donan un riñón o un pulmón para que su familiar pueda salir de una crisis de salud. Todo esto es altruismo.