Industria 3.0
Socio director LeanSis Productividad
Sabía que lo leerías… No me he vuelto loco escribiendo sobre el ¿pasado?, pero siempre es bueno reflexionar sobre dónde estamos y cómo abordamos el futuro con éxito.
El pasado mes de abril, el Ministerio de Industria presentó sus líneas de actuación para encarar la Cuarta Revolución Industrial. En los próximos meses y años vamos a hartarnos de oír, leer y comentar todo lo relacionado con Industria 4.0. Pero, ¿qué supone y qué beneficios va a traer?, ¿dónde estamos hoy y cuáles son los retos para afrontar el camino hacia ese nuevo escenario?
Podemos decir que la Primera Revolución Industrial comenzó en Reino Unido en la segunda mitad del siglo XVIII con la introducción de la máquina de vapor. Supuso el paso de una economía rural en occidente al desarrollo de una industria y un comercio ligado a esta que transformó las sociedades y las ciudades.
La Segunda Revolución Industrial, a principios del siglo XX, se caracteriza por la producción en serie, la división de tareas y la utilización de la energía eléctrica principalmente.
A mediados del siglo pasado se considera que comienza la Tercera Revolución Industrial. Esta se caracteriza por el comienzo de la automatización de los procesos, basada en el uso de tecnologías como la electrónica, la informática, la microelectrónica y nos lleva a la producción automatizada. Hoy en día estamos inmersos en esta etapa y se comienzan a dar los pasos hacia la Cuarta Revolución Industrial.
¿Y ahora qué? El futuro que ya estamos viviendo en la industria, acelerado quizá por la última crisis, se caracteriza por una sensación de inmediatez a todos los niveles. Los plazos de respuesta se han acortado en todos los ámbitos, la personalización de los productos para satisfacer las necesidades de cada cliente, la reducción del tamaño de lote, la rapidez de cambios tecnológicos y de producto, la necesidad de gestionar eficientemente toda la cadena de valor desde clientes a proveedores… Muchos de los procesos que utilizábamos han quedado obsoletos y los cambios se suceden a una velocidad que es difícil de asimilar.
Frente a este aumento de la velocidad, Industria 4.0 establece un nuevo marco hacia el cual nos vamos a dirigir. Esta nueva revolución pasa por la conexión total de todos los procesos desde los clientes, los proveedores, cada proceso productivo, cada proceso logístico interno o externo, en lo que se llama Industria Conectada 4.0. Va a suponer la puesta a disposición en tiempo real de todos los sistemas de información para poder actuar sobre una gestión global que no se puede analizar ya por separado. La necesidad de tomar acción en tiempo real ya estresa a las organizaciones hoy y se toman decisiones que no siempre son acertadas. En un futuro, los datos hoy consolidados en información sobre procesos inconexos, serán digitalizados en información online global que permita tomar decisiones adecuadas en cada momento.
Las fábricas van a ser cada vez más flexibles para adaptarse de manera ágil a una customización creciente. Cada vez más vamos hacia una fabricación flexible y a demanda y hacia la optimización sistemática de la cadena de valor. Esto va a traer consigo reingeniería de procesos e incorporación de nuevas tecnologías que hoy comenzamos a ver (robotización, impresión 3D, nuevos materiales, modelización y simulación…) y además de manera continua.
La adaptación a esa inmediatez en la gestión de cada proceso, de cada fábrica, de cada negocio visto como global, de la conexión de todos los actores será una oportunidad para muchos y un muro insalvable para otros, pero nadie duda de los beneficios que esa adaptación trae consigo. La Industria 4.0 debe permitir mejorar la competitividad de nuestras empresas mediante el desarrollo tecnológico y la dinamización de la economía. Se van a generar nuevas oportunidades de negocio en muchos sectores y se van a desarrollar negocios que hoy no imaginamos. Va a obligar a las empresas a mejorar la flexibilidad y a satisfacer los requerimientos de los clientes, incluso con bajos volúmenes de fabricación. Va a dotar de información en tiempo real para la toma de decisiones y mejorará el enfoque a la acción de las personas. Y, en definitiva, traerá una mejora de la productividad de las empresas que corran lo antes posible en esa dirección.
Pero hoy estamos en la Industria 3.0. Si bien es cierto que cada vez más las empresas se preocupan por adaptarse a esa realidad cambiante (y la crisis ha contribuido a ello), tengo la impresión de que no vamos al ritmo que otros. Hoy todavía nos encontramos en el “mundo real” con procesos sin datos, con datos no fiables y con sistemas de información que no nos permiten gestionar con la agilidad que el mercado nos demanda. Todavía nos encontramos con un gap importante entre los procesos y la gestión, especialmente en ciertas áreas de la empresa. Y, desde luego, la existencia de una gestión global de todo el negocio choca muchas veces con las estructuras y jerarquías dentro de la empresa y con la falta de colaboración con clientes y proveedores.
Por último, y considero más importante, no nos olvidemos de que las personas van a seguir siendo las protagonistas de estos cambios y falta mucho por desarrollar el capital humano para que sea capaz de “volar” a esas velocidades de cambio.
Vamos a disponer de herramientas a todos los niveles para acercarnos cada vez más al cliente, a los plazos exigidos, para coordinar a toda la cadena de valor, para producir de una manera más ágil y mejor, para estar al día en el mercado y actuar. Las personas van a tener oportunidades de desarrollarse como nunca las han tenido y van a ganar protagonismo.
Pero estamos en la Tercera Revolución todavía en la mayoría de los casos.
Van a ser años de mejora continua, de revisión continua de procesos, de reingeniería, de aplicación de tecnologías en plazos cada vez más cortos, de crecimiento profesional de las personas, de adaptación a un entorno que cambiará muy rápido.
Emocionante, ¿sí? ¡Apasionante!
Recordad. No nos saltemos los pasos. Personas – Procesos – Productividad.