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Frédéric Mertens, Univ. Europea: "La probabilidad de una guerra en los próximos años es alta"

La presión por el rearme militar en Europa amenaza con desmantelar décadas de políticas sociales, abriendo paso a una nueva era marcada por la ansiedad geopolítica.

Frédéric Mertens, Univ. Europea: «La probabilidad de una guerra próxima es alta»
Publicado a 17/07/2025 18:23

Europa se reconfigura. La defensa gana centralidad en la agenda política mientras el gasto social retrocede, alimentando el debate sobre un posible cambio de paradigma.

En este contexto, el economista Antonio Sanabria advertía recientemente del surgimiento de una «geopolítica de la ansiedad», en la que la presión estratégica se impone sobre los compromisos sociales.

Desde Economía 3 continuamos analizando la situación internacional, esta vez de la mano de Frédéric Mertens, experto en Relaciones Internacionales y profesor de laUniversidad Europea, centro en el que dirige la Cátedra de Cultura de Seguridad Euroatlántica. Analizamos cómo Europa se enfrenta, dividida y a contrarreloj, al reto de su propia autonomía estratégica.

Menos gasto social, mayor gasto en defensa

– El movimiento y los tiempos son reveladores: Semanas después de aumentar un aumento del gasto en Defensa para alcanzar el 5 % del PIB exigido por la OTAN, el Gobierno francés anuncia un gran recorte de 44.000 millones en gasto social, con un desfile militar con motivo del día de la Bastilla de por medio. ¿Tiene sentido pensar que estamos dejando atrás la Europa del bienestar y entrando en una nueva fase?

Sí, es la dirección a la que todo apunta. Francia lleva mandando mensajes en este sentido desde hace dos o tres meses, y Reino Unido también, con un anuncio de recortes por parte de su prime minister. Incluso hay un vídeo, en el Parlamento británico, donde anuncia medidas drásticas en el sector social, y se ve a la ministra de Asuntos Sociales llorando. El imperativo es claro: hay que derivar el gasto a material militar.

Asistimos, pues, a una ola general. Hay necesidad de invertir más en defensa y se va a hacer a costa del sector social. No hay muchas más alternativas, la otra opción es subir impuestos o crear nuevos gravámenes y todos los gobiernos saben que la opinión pública de sus respectivos países no lo permitiría ni lo perdonaría. Todos se miran el ombligo y toman decisiones con una mentalidad político-electoralista.

Sin embargo, aunque la tónica general entre los países europeos es la de recortar el gasto social y aumentar el de defensa, hay un país que trata de resistirse… o al menos su presidente. ¿Te doy el nombre?

– Me va a sonar.

Es Pedro Sánchez, aunque por el momento lo hace en solitario y aguantando el chaparrón. Hace poco escribí sobre la soledad de Sánchez, pocos días después del enfado de Donald Trump con España por no querer aumentar el gasto militar al 5 %, el mandatario cargó contra Sánchez.

Hasta Dinamarca, que era el único socialdemócrata, se ha alineado con los demás, que van a hacer esfuerzos hacia el 5% o, por lo menos, a inyectar más dinero en defensa. Incluso hay países que se replantean el servicio militar, porque hay una toma de conciencia de que estamos desnudos en materia de defensa, y que sí o sí tenemos que recuperar esos 20 o 30 años de dejadez, cuando se pensaba que el mercado resolvería todo.

Y claro, cuando llega una crisis como la guerra de Ucrania, se recorta en pensiones, en educación, en desempleo… en todo lo que no es central para dicho esfuerzo. Lo último será subir impuestos o crear una especie de bono común de guerra para que el Estado pudiera invertir en el esfuerzo de guerra.

¿Estamos ante el fin del proyecto europeo?

– Mi pregunta ahora, escuchándote, sería: ¿no es eso también un mensaje de que estamos ante el fin del proyecto europeo tal como lo entendíamos?

Efectivamente, es una cosa que los medios han olvidado rápidamente. La Europa social murió hace décadas, cuando Mario Draghi estaba en la Comisión Europea. En su momento dijo: la Europa social ha muerto.

Y además, en mi opinión, la Europa social nunca ha existido realmente. Es cierto que hemos mejorado las condiciones laborales gracias a Europa, pero todavía nos falta mucho para lograr ciertos estándares europeos, que a día de hoy son muy diversos según los países. El modelo social francés no se puede comparar con el español. El alemán no tiene nada que ver con el Benelux.

Sí hay líneas comunes, pero lograr un sistema homogéneo… eso nunca ha pasado.

Europa, un proyecto norteamericano

– Más allá de esa Europa social, también la propia concepción de la UE como instrumento de paz se debilita. ¿No crees?

También nos contaron una broma ahí. El proyecto europeo nació porque EE. UU. impuso sus condiciones para recibir el Plan Marshall en 1947. Europa como tal se constituyó en 1950, con la aprobación del Tratado de la CECA, pero su concepción, lo que iba a ser, empezó antes.

Las condiciones norteamericanas eran claras: se compra «made in USA», se desarrolla la industria según el patrón norteamericano y se mantienen las bases militares estadounidenses en Europa. Por último, y que es lo que más nos interesa en este momento, la inyección de inversión que supuso el plan significó coordinar el reparto de la ayuda entre los países europeos. En resumen: el proyecto europeo es un proyecto americano.

Cuando decidimos pasar del Mercado Común al Mercado Único, y luego a la Unión Europea, con una dimensión más allá de lo económico, empezaron los problemas con EE. UU. La llegada de Trump expresa abiertamente y sin filtros todo lo que molestaba a la administración estadounidense: nuestra emancipación. Esa emancipación ahora afecta también al sector defensa.

¿Por qué? Porque ya no contamos con que EE. UU. vaya a tener una lectura positiva del artículo 5. No van a abandonar la OTAN, porque entonces ¿a quién le venderían armas? Pero pueden replantearse su implicación. Y eso sería muy grave.

La desunión europea

— Además, Europa aún no está preparada ni coordinada militarmente. Hay fragmentación.

Claro. Aún tenemos 17 modelos distintos de tanques, no sé cuántos modelos de cazas franceses, suecos, británicos, alemanes… y todos piden F-35.

La interpretación del artículo 5 puede volverse más restrictiva. ¿Qué pasa si mañana EE. UU. dice: «no mandamos soldados, solo logística»? O incluso replantean si deben poner tropas sobre el terreno. Entonces los europeos sí o sí tendremos que organizarnos. Lo ideal sería hacerlo juntos, pero incluso frente a una amenaza común —Putin— seguimos con divergencias.

Macron intenta liderar. Como Francia es potencia nuclear, se está moviendo y busca que los demás le sigan. Quizá lo hagan los belgas, los alemanes… aunque Alemania no termina de definirse.

– Otro problema es la percepción de amenaza. No es la misma en Varsovia que en Madrid.

Correcto. La percepción de riesgo es totalmente distinta. Un habitante de Varsovia vive con miedo a los rusos; uno de Madrid, no tanto. Y la opinión pública pesa mucho, hoy los políticos ya no son estadistas. Su visión está limitada al próximo ciclo electoral.

Las agendas internacionales tienen horizontes cortos, medios y largos. Para lograr desarrollar una capacidad de defensa europea creíble, hacen falta dos o tres décadas. Y no creo que Putin y compañía esperen a que estemos listos.

– Además está el factor cultural, la relación histórica de cada país con su cultura militar.

Sí. Por ejemplo, yo descubrí España cuando era joven, en 1991, cuando vivía en Bélgica. Por aquel entonces quien ponía una bandera en el balcón era visto como un facha. Eso no cambió hasta el Mundial de 2010, cuando España venció y la gente empezó a sacar la bandera sin complejos.

Por ejemplo, en Valencia las Fuerzas Armadas tienen ahora buena prensa. Han ayudado mucho tras la DANA.

Con la información que ahora tenemos, con lo que ocurre en las puertas de Europa, la gente va a tener que reaccionar. Puede ser de forma positiva —»hay que contribuir a la defensa»— o negativa. Pero se reaccionará.

Una cuestión de tiempo

– Toda esta situación hace pensar en lo inevitable, o por lo menos en la convicción de buena parte de los gobiernos europeos de que en algún momento en los próximos años va a ser necesario contar con esas capacidades de defensa. ¿Vamos hacia un conflicto?

Sin duda. Para que los lectores se hagan una idea: Rusia está masificando tropas y están reforzando sus bases militares en la frontera con Estonia.. es un aviso a navegantes, no es un farol.

Ya estamos viviendo un gran aumento de las tensiones y la probabilidad de una guerra en los próximos años es alta. La cuestión es cuándo, cómo y cuánto coste estamos dispuestos a aceptar en términos económicos para no pagarlo en términos de vidas humanas. 

Firma
Fotografía de Borja RamírezBorja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
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