Humildad, cercanía y constancia: el legado invisible que sostiene Velarte
Con casi seis décadas de historia, Velarte es un ejemplo de legado familiar, esfuerzo compartido y compromiso con las personas, la tierra y el futuro.
Amparo Navarro, Silvia Velarte y Mary Velarte. Imagen: Lidia Pérez.
Velarte es algo más que una empresa familiar, es la historia de una familia. Y eso es algo que se siente solo con cruzar sus puertas, aspirar el aroma a pan recién horneado y charlando con Amparo, Silvia y Mary, primera y segunda generación de esta compañía que ya casi roza las seis décadas. Desde un pequeño horno hasta convertirse en un referente del sector alimentario, Velarte ha crecido sin perder nunca de vista sus orígenes ni a las personas que la hicieron posible.
Al frente, una familia que ha sabido afrontar la adversidad, reinventarse sin renunciar a su esencia y hacer de su empresa un reflejo de sus valores: compromiso, humildad y cercanía. Esta es la historia de una compañía que late con alma propia. Y, también, de las mujeres que, generación tras generación, la han mantenido viva.
Entrevistamos a su fundadora, Amparo Navarro, que nos recibe junto a sus hijas, Silvia Velarte, vicepresidenta ejecutiva, y Mary Velarte, vicepresidenta.
Velarte, la historia de un legado
– Cuando decimos Velarte, hablamos de una marca que es toda una institución, formando parte de la memoria de varias generaciones. Lograrlo es un proceso complicado, nadie tiene un mapa para tomar las decisiones correctas, pero vosotros lo habéis conseguido. ¿Cómo ha sido ese camino?
Amparo Navarro (A.N.): Ha sido un proceso que comenzó en un horno pequeñito, donde hacíamos pan y un poquito de dulce. Un día hicimos una rosquilleta con anisetes, la primera que hicimos en Velarte. De ahí, nos trasladamos a una nave y seguimos haciendo lo que sabíamos: rosquilletas y pan.
Vinimos a Catarroja en el año 2000, donde ubicamos nuestra fábrica y, poquito a poquito, pero con muchísimo esfuerzo y trabajo duro, de todos los que formamos parte de Velarte, conseguimos hacerla grande. Ha costado, ha sido un camino largo, pero tengo la sensación de que las cosas fueron saliendo, una tras otra, ocupando de manera natural el lugar que merecía.
Mary Velarte (M.V.): Ha sido un trabajo constante, de cada día, de lidiar con las exigencias del propio trabajo a medida que surgían. De repente, miras hacia atrás y tomas conciencia de lo que hemos conseguido.
– Pese a lo complejo de gestionar una empresa, las cosas al final son más fáciles: si se hace el trabajo bien las cosas siguen su curso.
A.N.: Correcto, lo cual no quiere decir que sea fácil. A Catarroja llegamos, como he comentado, en el año 2000 y tres años después falleció mi marido. Fue una época complicada en la que me planteé abandonar, por suerte contaba con el apoyo de mi madre que me dio fuerza para apoyar a mi hijo. Él, mi hijo Kike (Enrique Velarte), cogió las riendas de la compañía, llevando a Velarte de Catarroja al mundo.
Silvia Velarte (S.V.): Cuando falleció mi padre, mi hermano quedó al frente como director general. Él tenía una forma más visionaria de ver las cosas y aunque los estilos de dirección fueran diferentes a los de mi madre, el trabajo de ambos y el de muchísimas personas, ha hecho que Velarte sea una empresa con un gran reconocimiento y los pies en la tierra.
A.N.: Cuando faltó mi hijo, atravesamos por un nuevo momento de dificultad en el que las dudas volvieron a aparecer. Fue entonces cuando estas dos ‘perlas’ (señala a sus hijas) dijeron que Velarte seguía adelante. Silvia es hoy quien lleva la empresa y la labor de apoyo de Mary es fundamental.
En lo que se refiere a mí, aunque me cuesta dar un paso atrás, porque es lo que he hecho siempre, sé que la empresa está en las mejores manos posibles.
El relevo generacional, el gran reto de la empresa familiar
– El relevo es quizá uno de los momentos más complicados para cualquier empresa familiar. Lidiar con la familia es complicado de por sí, pero añadir el factor empresa lo hace todo más complejo. ¿Cómo hacéis para mantener esos valores familiares y lograr un balance?
A.N.: Para eso, lo más importante es saber que los trabajadores forman parte de la familia, son un apoyo más y si te portas con ellos como te gustaría que lo hicieran contigo, todo es más fácil. Yo sigo bajando como el primer día a saludarlos y ver cómo funciona todo, y cuando no lo hago preguntan: «Què ha passat que la mamá no ha vingut?» (¿Qué ha pasado que la mamá no ha venido?).

Imagen: Lidia Pérez.
Los valores están en nuestro ADN, trabajo en equipo, empatía, innovación, compromiso y sostenibilidad. Nuestros valores nos son forzados, las personas que forman parte de Velarte, se identifican con ellos.
Siempre he tenido muy presente que los trabajadores son un eslabón fundamental en la empresa, nos han hecho llegar hasta aquí.
M.V.: Nosotras hemos trabajado muchísimo en la empresa desde producción y aunque ahora tengamos una posición más estratégica, mantenemos ese vínculo desde, precisamente, la empatía. Aquí nos conocemos todos, pese a que ya somos 218 trabajadores ahora mismo.
– La responsabilidad de que salga adelante una empresa, y tomar las decisiones adecuadas para ello, supone de por sí un gran peso. Si, además, tienes esta mentalidad de respeto y compromiso con los trabajadores, el peso es todavía mayor a la hora de tomar ciertas decisiones. ¿Cómo gestionáis esa doble carga de responsabilidad?
S.V.: Sabiendo que hay decisiones que no puedes tomar. Debemos predicar con el ejemplo, a mí no me cuesta nada bajar a la línea de producción y estar con los trabajadores, pero debes saber que tienes un equipo y que les debes dar valor.
Esa es quizá una parte compleja de tener una relación cercana con los trabajadores, que tienes que hacerlo manteniendo la cadena jerárquica. Debemos ser muy cercanos, pero también saber que no puedes solucionar todos los problemas. ¿Para qué tenemos un equipo entonces? Nosotras hemos de dar la confianza al equipo que hemos seleccionado, para trabajar con autonomía. Ser accesibles y mantener esta posición es complejo.
Velarte dio un paso adelante
– Silvia, ¿cómo está siendo para ti tomar el relevo al frente de la empresa?
S.V.: Fue complicado, más aún siendo algo tan abrupto y viniendo por la razón que vino –el fallecimiento de Enrique–. Velarte siempre ha sido parte de mí, por lo que no me podía imaginar que la empresa se acabara. Me costó, fue una situación difícil. Me tuve que preparar, aprender mucho y tener un buen equipo. Tengo mucha ilusión de estar aquí y de que esta empresa siga adelante.
A.N.: Se puede decir que si Velarte sigue aquí es por Silvia.
S.V.: Hay quien me ha preguntado si estaba cansada, pero, si pienso en mi padre y en mi hermano, sé que a ellos les hubiera gustado que la empresa siguiera adelante. Además, mi madre y mi hermana me apoyan y están conmigo.

Imagen: Lidia Pérez.
A.N.: Llega un momento en la vida que tienes 77 años y sientes más cansancio, miras tu empresa y ves lo que Silvia está logrando y el futuro que dibuja para la compañía y te quedas tranquila. Veo que la empresa ‘tira’ sin mí, lo que me permite poder dar un paso atrás.
Eso no lo hace más sencillo, piensa que llevo trabajando desde los ocho años, pero confío absolutamente en su gestión.
Una visión objetiva, por dentro y fuera
– Silvia, has comentado antes tu experiencia trabajando por cuenta propia. ¿En qué te ayudó haber trabajado fuera de Velarte antes de incorporarte?
S.V.: Crear de cero un negocio me ha aportado una visión más estratégica y gestionar el día a día me supuso no olvidar la operativa. Además, salir de la empresa familiar te da un visión más objetiva, te permite ver otro mundo.
M.V.: Yo también tuve la oportunidad de montar un negocio fuera de Velarte y es cierto que eso te aporta una visión diferente y te hace volver con más ganas.
– ¿Qué habéis incorporado a vuestra manera de trabajar tras haber visto durante tantos años a vuestros padres crear y hacer crecer el negocio?
S.V.: De mis padres he aprendido que hay que liderar con cercanía y humildad, dando ejemplo. Se resume en eso: trabajar con constancia y sacrificio. Si lo haces así, al final las cosas salen bien. Sobre todo, tengo presente la humildad. Todavía hoy, cuando alguna de nosotras tres baja a producción, nos metemos en línea como una más. Es algo que me dicen que es extraño, pero en nuestra familia no se nos caen los anillos, si hay que echar una mano, se hace desde el ejemplo.
Además, no puedo pasar al lado de un trabajador y no saludarle por su nombre, es lo que a mí me gustaría que me hicieran.
M.V.: Ese es el legado de nuestros padres. Recuerdo que cuando volví a la empresa, mi padre me preguntó dónde quería ponerme. Él quería que tuviéramos un papel más estratégico, pero yo prefería la producción. Un día le pregunté qué tenía que hacer y me respondió: «Agrana! (¡barre!). Todo un día barriendo ya te ganas el jornal».
Él era así, iba al trabajo en bicicleta, nadie que no lo conociese habría dicho de él que tenía una empresa. Esa cercanía y trabajo duro desde el ejemplo es lo que queremos mantener.
Dar un paso atrás
– Amparo, ¿cómo vive una persona como tú, que yo creo que no podrá nunca dar un paso atrás del todo, ir dejando poco a poco el día a día de la empresa?
A.N.: Me casé con 19 años y he estado toda la vida con mi marido, 24 horas juntos, en casa y en el trabajo, no sé hacer otra cosa. No es fácil dar un paso atrás, hay días que se lleva mal y piensas: «Jo ja pera a què valc? Ja no valc pera a res (¿Para qué valgo? Ya no valgo para nada)». Y aunque sé que no es así y que no se trata de desaparecer, sino de dejar hacer, a veces cuesta.
S.V.: Ella deber tener claro, que es la presidenta de Velarte. Aquí, si alguien quiere hacer algo, le tiene que presentar a ella el proyecto y, si no lo firma, no hay nada que hacer. Es cierto que hemos hecho un equipo nuevo y también debemos darles su lugar. Ella es muy feliz en la línea de producción y quizá no le dé tanta importancia a la línea estratégica. Confiamos mucho en el actual equipo que tenemos y hemos de darle su espacio.

Imagen: Lidia Pérez.
A.N.: A mí me satisface estar en la línea de producción, hacer bromas a los trabajadores, ponerme a llenar cajas.
– ¿Quiere eso decir que, en Velarte, puede haber paquetes de rosquilletas que ha envasado la propia presidenta?
S.V.: ¡Sí, sí, eso seguro!
La nueva Velarte, la de siempre
– Y volviendo al tema de las nuevas generaciones. ¿Cómo afrontáis y estáis preparando su llegada?
S.V.: En Velarte, trabajamos en un protocolo para asegurarnos de que aquellas generaciones que se incorporen a la firma, estén formadas. Debemos ir más allá de tener un apellido, deben de estar preparados y sentir la empresa. Es también una manera de proteger el legado familiar. Este protocolo se aplica a familia y directivos, para dejar claro el lugar de cada persona.
En el futuro, hará falta una preparación para que cada uno ocupe el lugar en el que mejor pueda sentirse y garantice la sostenibilidad de la compañía.
– Me llama la atención el énfasis que estáis haciendo durante toda la entrevista en marcar los espacios y los roles.
S.V.: No siempre ha sido así, pero es así como debe ser. En Velarte, ponemos el foco en las personas y en su bienestar. Nuestro producto es el amor que ponemos en cada fase, el secreto no es solo una selección de ingredientes de alta calidad, sobre todo, el cariño de nuestros trabajadores se siente en cada bocado.
– ¿Cuál es el secreto para ser un negocio tan familiar, tan tradicional, y a la vez ser capaces de innovar manteniendo la tradición?
S.V.: La innovación es una condición imprescindible para mantener el negocio y hacerlo crecer. En Velarte decimos que la innovación es el canal para hacer posible que la tradición y esencia de la marca perdure adaptándose a las necesidades actuales del consumidor.
– Las empresas cada vez incorporan más criterio de sostenibilidad. ¿Cómo lo habéis adaptado?
S.V.: La sostenibilidad es una prioridad para nosotros. No se trata solo del medioambiente, sino de generar un impacto positivo en el planeta y en las personas. Producimos con ingredientes naturales y trabajamos constantemente para hacer que nuestro packaging sea más sostenible. Además, hemos dado pasos importantes en nuestra estrategia ESG. Contamos con certificaciones EcoVadis e ISO 14001, que evalúan nuestro desempeño ambiental, social y ético.
Entre algunas de las acciones, hemos instalado paneles solares para reducir nuestra huella de carbono y fomentar el uso de energías renovables, contamos con alianzas con Pacto Mundial, YMCA, Fundación Diagrama, Cáritas o Cruz Roja para fortalecer nuestro impacto en la sociedad y en las personas, con estrategias de inclusión en el mercado laboral de personas en situación de pobreza que solo necesitan una oportunidad. Queremos ser parte activa del cambio, no solo como empresa, sino como individuos comprometidos.
De Castellar al mundo, pero siempre en casa
– Vuestros inicios están en un pequeño horno, pero, ¿hasta dónde llegan vuestros productos en la actualidad?
A.N.: Contamos con un mercado nacional muy consolidado y, a nivel internacional, cada vez más desarrollado, especialmente en países como Italia.
M.V.: La innovación de la que estamos hablando ha conseguido que además de adaptar sabores o ingredientes, también nos hayamos adaptado a los diferentes canales. Actualmente, podemos encontrar nuestras rosquilletas, no solo en canal tradicional y canal moderno, también en canal vending, que acerca nuestro producto al consumidor, adaptándonos a la manera actual de consumo.

– Sois una firma muy arraigada en el territorio, en concreto en la localidad de Catarroja, donde tenéis vuestra fábrica. Este municipio fue uno de los más afectados por la DANA, ¿podríais contarme cómo lo vivisteis y qué supuso para vosotras?
S.V.: La DANA nos golpeó bastante, pero es cierto que como compañía, hemos de dar las gracias. Nuestra fábrica no sufrió daños catastróficos en comparación a la magnitud de los daños en toda esta zona.
Desde el primer momento, muchos trabajadores se ofrecieron para limpiar, fueron días de emociones a flor de piel, de historias que conmueven, por lo que debíamos dar prioridad a ellos y sus casas, solo vino quien quiso y pudo.
M.V.: Vinieron muchos voluntarios. Fue un momento muy duro, pero, pese a lo malo, fue un momento en el que brilló el compañerismo. Cuando pudimos volver a trabajar, evidentemente no pudimos operar todas las líneas a la vez con normalidad porque no contábamos con todos nuestros trabajadores.
Sin embargo, estamos muy contentas porque sabemos que la gente no se sintió presionada a volver a sus puestos de trabajo cuando tenían sus hogares destrozados.
S.V.: No podía ser de otra forma, y por eso decidimos como familia, que aunque nuestros compañeros no pudieran venir, porque tenían situaciones verdaderamente críticas, la compañía asumiera los costes económicos igualmente.
En Velarte, ninguna persona se queda atrás, así nos lo enseñaron nuestros padres y es en momentos como la DANA cuando se demuestra.
– En 2022, protagonizasteis otra de las portadas de la revista Economía 3. En aquella ocasión, nos contasteis que valorabais igual el capital empresarial, moral y social. ¿Sigue siendo así?
S.V.: Sí, y más que nunca. Una empresa no solo es lo que factura, también es lo que hace, cómo lo hace, de la mano de quién y los valores bajo los cuales lo hace. De nada sirve crecer si te olvidas de las personas o si pierdes tu esencia. Para nosotros, ese equilibrio sigue siendo la base de todo.

Imagen: Lidia Pérez.
– ¿Qué legado os gustaría dejar como marca y como familia empresaria?
S.V.: Nos gustaría que se diga que Velarte es una empresa honesta, humana y con alma. Que crece sin perder nuestros valores y que nuestras futuras generaciones sientan orgullo de seguir ese camino con humildad y determinación.
Velarte no solo es una marca: es una historia con alma, que hemos construido entre todos, con trabajo, cariño y con la ilusión de que aún queda mucho por escribir.
Borja RamírezGraduado en Periodismo por la Universidad de Valencia, está especializado en actualidad internacional y análisis geopolítico por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su carrera profesional en las ediciones web de cabeceras como Eldiario.es o El País. Desde junio de 2022 es redactor en la edición digital de Economía 3, donde compagina el análisis económico e internacional.
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