Etiopía, una potencia africana que no acaba de despuntar por culpa de los Tigray
Etiopía despuntaba en su crecimiento, con respecto a otros países del continente africano, incluso en 2019, le dieron el premio Nobel de la Paz a su actual presidente, Abiy Ahmed. Sin embargo, los Tigray paralizaron esta buena evolución económica del país.
Todo iba viento en popa en Etiopía hasta que en noviembre de 2020 estalló el conflicto armado entre el Gobierno etíope y el Frente Popular de Liberación de Tigray que provocó el final de ese periodo excepcional.
Ahora mismo, apunta Vicente Pallardó, director del Instituto de Economía Internacional (IEI-UV) y de la Cátedra de Economía Portuaria APV-UV, además de profesor del Departamento de Estructura Económica de la Universitat de València (UV), el país está sometido a un programa de rescate por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. «Un programa exigente a la hora de recuperar equilibrios macroeconómicos y de mejorar la calidad institucional», incide Pallardó.
Esa guerra ha provocado la muerte de cientos de miles de personas. Sin embargo, «lo que ocurre en el subcontinente africano pasa desapercibido», explica Pallardó. No ocurre lo mismo con Ucrania «que nos pilla relativamente cerca o con Palestina, con la que hay una cierta proximidad cultural», señala.
Avances y retrocesos
Durante el tiempo que duró el conflicto «hubo momentos de avance y retroceso entre las fuerzas gubernamentales y estos grupos armados».
La guerra puso fin a este periodo de bonanza económica que se había producido. Hay que tener en cuenta que África tiene dos países por población con un alto potencial de crecimiento, pero en una situación de inestabilidad como es el caso de Nigeria y Etiopía.
Este último había conseguido remontar, periodos anteriores de estancamiento y de hambruna y con una apertura al exterior, convirtiéndose en un centro de atracción de inversión directa extranjera. Pero, desafortunadamente primero llegó la pandemia y a continuación e inmediatamente la guerra.
Como consecuencia de ello, el país se ha sumergido en una situación económica complicada, incluso ha suspendido el pago de la deuda externa.
Con el programa del FMI y del BM se pretende recuperar el crecimiento económico de manera más equilibrada. Es decir, «con menor inflación, menor desequilibrio en las cuentas públicas y recuperando la confianza de los mercados para que vuelva a entrar la inversión directa extranjera que es crucial en ese proceso de recuperación».
Para ello, el programa del FMI está trabajando en tres dimensiones. Una de ellas es la restauración de unas políticas fiscales y monetarias más ortodoxas, como por ejemplo, –matiza Pallardó– que «el Banco Central no financie al Gobierno».
«Esto en Occidente ya se estaba haciendo pero por la puerta de atrás» incide. «Para los países en desarrollo y emergentes, que un Banco Central le dé a la maquinita de hacer billetes para financiar al Gobierno acaba siempre en catástrofe», corrobora.
Con lo cual, está procurando una política monetaria más ortodoxa, una política fiscal más ordenada y una liberalización del tipo de cambio también ordenada. Todo ello, en búsqueda de menores desequilibrios, particularmente también para controlar la inflación y recuperar la inversión directa extranjera, «clave para Etiopía», porque además estaba entrando en cantidades importantes antes de 2020.

Aeropuerto de Adís Abeba (Etiiopía)
El segundo pilar pasa por la liberalización del tipo de cambio y de ir hacia un tipo de cambio único de mercado. «Es decir, no manipulado por el Gobierno con el fin de favorecer determinados sectores, que era algo que estaba generando problemas también», señala el experto de la UV.
El tercero y último está en la mejora de la calidad institucional, que siempre en estos países es muy importante. «Es decir, menor corrupción, una cierta independencia de la justicia, libertad de prensa…», clarifica el experto.
Etiopía era un país atractivo para la inversión extranjera, por su estabilidad, rota por los Tigray, «una estabilidad que se había manifestado en los años anteriores» asegura.
Pallardó también pone en valor «su potencial demográfico y la posición estratégica que tiene entre el Este de África, Oriente Medio y Mar Rojo».
Abiy Ahmed
El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, del Partido de la Prosperidad, fue Premio Nobel de la Paz en 2019, porque había conseguido conducir al país a ese periodo de prosperidad y de pacificación interior «equilibrando el poder de los diferentes grupos tribales de Etiopía», asegura Pallardó. Al año siguiente, estalló la guerra civil.
Actualmente, Etiopía es una República Democrática, «aunque después de lo que ha ocurrido, -aclara- el adjetivo ‘democrático’ lo discutirían buena parte de las fuerzas de la oposición, pero formalmente es un país democrático y es una República con primer ministro».
Gran potencial turístico
Pallardó confirma que Etiopia cuenta con gran potencial turístico. De hecho, despliega una importante oferta que va desde la parte del Nilo etíope a las iglesias monolíticas y tribus ancestrales. «El país ya lleva tiempo siendo un núcleo turístico significativo y podría desarrollarse más en caso de su estabilización», incide.
La presa del Renacimiento
Otra cuestión muy polémica actualmente en Etiopía es la gran presa del Renacimiento que ha construido para gestionar el agua del Nilo y que, gracias a dicho caudal, podrá generar más de 5.000 MW, duplicando la actual producción nacional de energía eléctrica del país. Esta decisión ha generado problemas con Sudán y Egipto porque tienen menos caudal. Sin embargo, una mejor gestión o una mayor disponibilidad de agua del Nilo puede permitir incrementar significativamente la producción agrícola del país.
Es decir, hay varios aspectos en los que Etiopía se estaba posicionando antes de 2020 muy bien y que se podrían recuperar. «Para ello es imprescindible que entre el capital extranjero», advierte Pallardo. «El país no tiene ahorros, no tiene recursos propios suficientes y la ayuda internacional es para estabilizarlo, no para volver a impulsarlo», informa.
Por ahora, las evaluaciones que está haciendo el FMI sobre cómo está evolucionando el programa son positivas. «Estas valoraciones pueden dar confianza al capital exterior y podría recuperarse el crecimiento del 8 y el 9 %», asegura.
De hecho, explica Pallardó, «el capital internacional está buscando países que crezcan mucho, países que sean rentables y Etiopía lo estaba siendo antes de 2020». Sin embargo, advierte que para conseguir este objetivo «es necesario completar el programa del FMI y del BM».
A pesar de todo, Pallardó insiste en que «Etiopía es una de esas potencias africanas que uno siempre espera que descollen y que no acaba de hacerlo».
Capital humano
Pallardó confirma que se ha producido una fuga de cerebros a EE.UU. y Reino Unido, y si las condiciones fueran atractivas, estarían dispuestos a volver. Una situación que se da en muchos países africanos. También aclara que «el capital humano medio de Etiopía no es el que podemos tener en Occidente, ni mucho menos». Pero, para la agricultura y para que el país intensificara la producción agrícola y la manufactura primaria «sí hay disponibilidad de mano de obra, poco o medianamente cualificada, pero hay suficiente a costes bajos», reconoce.
¿De qué vive el país?
Materias primas agrícolas y producción agraria son algunos de sus sectores productivos. Por otra parte, Ethiopian Airlines, que lleva ya varios años siendo la mejor aerolínea de África, ha convencido al gobierno etíope para crear en Adís Abeba un aeropuerto de calidad desde el cual poder operar rutas tipo hub: el este asiático por un lado y el oeste europeo y americano, por otro.
Este proyecto se presentó a mediados de 2024 y se ha diseñado para dar servicio a 100 millones de pasajeros al año. Estará en Bishoftu, a 17 kilómetros al sureste de la capital etíope, en 35 kilómetros cuadrados de superficie. La iniciativa es un punto de conexión esencial tanto para viajes de negocios como para el centro turístico propio del país y de sus alrededores.
Pallardo corrobora que el país «no está especialmente cualificado en nada en concreto, pero sí en actividades intensivas de mano de obra que, para un país con tanta población no viene mal».
Otra de sus virtudes es que «no está posicionado con ninguno de los bloques –China, EE.UU. o Rusia–, sino que mantiene el equilibrio, una cuestión nada sencilla, pero es un activo», informa.

Etiopía. Cifras de su evolución económica
Gemma JimenoLicenciada en CC de la Información por la Universidad del País Vasco, Gemma Jimeno se incorporó a ECO3 Multimedia, S.A., en 1998 como Redactora y ha participado activamente en el desarrollo de diferentes líneas de negocio. Desde hace años desempeña las funciones de Editora de los contenidos informativos, de los diferentes productos editoriales de E3 Media.
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Redacción E3







